Opinión

¿Hacia una integración centroasiática?

Prof. Antonio Alonso Marcos. Universidad San Pablo CEU

En 1994, el entonces presidente de Kazajstán, Nursultán Nazarbáyev, propuso la creación de una Unión de Asia Central (UAC), que funcionó como unión económica hasta 2004. Con los recientes cambios geopolíticos de la región, ¿ha llegado el momento de retomar este proyecto?

Algunos intentos de integración. 

El 19 de marzo, Nazarbáyev presentaba su dimisión como Presidente de la República, después de dirigirla 30 años. Su retiro no es ocioso y dirige una fundación y una administración que se encarga de tareas sociales, además de presidir el partido oficialista Nur Otan y el Consejo de Seguridad Nacional. A toda esta actividad, habría que añadir el ofrecimiento hecho hace unos días: ser el presidente (Chairman) de la Unión Económica Eurasiática, con un contenido aún no delimitado.

Los procesos de integración económica son algo habitual en la dinámica de la globalización, que consisten, básicamente, en fortalecer los alzos económicos y derribar las barreas comerciales entre países (sobre todo entre los vecinos o cercanos). El ejemplo más conocido en nuestro entorno es la Unión Europea, que hoy cuenta con 28 miembros –aunque uno esté a punto de abandonar ese club— y cuyas bases se asientan sobre el libre comercio de materias primas y la eliminación de aduanas entre países que antes habían sido acérrimos enemigos –Francia y Alemania— y hoy son aliados estratégicos.

Las ventajas de este tipo de procesos son múltiples y por eso Kazajstán estaría tratando de impulsar la antigua Unión de Asia Central. Al amparo de dicha unión, el turismo se vería beneficiado pues se podrían visitar los cinco países centroasiáticos sin mayores dificultades (en lugar de visitar uno solo como suele suceder ahora). El mercado también saldría beneficiado y habría más intercambios comerciales entre estos países vecinos. En 2018, el volumen de negocios entre Kazajstán y Uzbekistán ascendió a unos 2.500 millones de dólares, y entre Uzbekistán y Turkmenistán, 302 millones de dólares. Pero el volumen del comercio en Tayikistán con los países de la CEI (Comunidad de Estados Independientes), según los últimos datos de su Ministerio de Desarrollo Económico y Comercio, disminuyó un 5,1%. Hay que recordar que el principal socio comercial de Tayikistán es Rusia, Kazajstán, China y la UE, mientras que sus vecinos quedan relegados a puestos menos importantes.

Según Nazarbayev, la integración regional de los estados de Asia Central permitirá llevar la economía de estos países a un nuevo nivel, teniendo en cuenta el apoyo mutuo de los vecinos de la región. De hecho, ya ha habido varios intentos de realizar esa integración después de la caída de la Unión Soviética. A principios de la década de 2000, Kazajstán, Uzbekistán y Kirguistán firmaron el Tratado de Amistad Eterna. Además, todos los estados centroasiáticos son miembros del Consejo Turco, la Asamblea Parlamentaria Turca y la Organización Internacional de Cultura Turca (TURKSOY), que también incluye a Turquía, y cuyo objetivo principal es la cooperación decidida entre los pueblos turcos para la preservación, el desarrollo y la transferencia a las generaciones futuras de material común y monumentos culturales de estos pueblos.

La Comunidad de Cooperación Económica impulsada por Irán tiene menos visos de éxito que la más novedosa y reciente Unión Económica Eurasiática que, al estar impulsada por Rusia, puede fracasar si se percibe que sus auténticas intenciones son construir una unión política dominada por Moscú. La nueva Ruta de la Seda China (BRI, siglas de Belt and Road Initiative) o la Estrategia de conectividad de la UE también pueden ayudar a conseguir ese objetivo de mayor integración económica.

El modelo de la UE.

La UE sigue siendo un referente en esta parte del mundo y pueden aprender de sus logros, pero también de sus problemas, ya que en la UE ha habido problemas de liderazgo –fundamentalmente entre Francia y Alemania, pero también entre Reino Unido, Italia y España—. Algunos líderes de la región han expresado sus temores de que Kazajstán ocupe una posición abrumadoramente predominante, ya que en los años ’90 atraía hasta el 80% de todas las inversiones en Asia Central. 

Sin embargo, la situación ahora es diferente y la relación entre ellos se basa más bien en valores compartidos. Como subrayó Nazarbáyev en su momento, él concebía esa UAC como una asociación de repúblicas fraternales con ideales comunes, cultura, tradiciones similares y cosmovisión. Como es habitual en Asia, esto significa asistencia mutua y apoyo en todo, resolución conjunta de problemas y compromiso en temas delicados.

Uno de los obstáculos con los que se encuentra en la actualidad este proyecto es la falta de delimitación de fronteras. Aunque pudiera parecer mentira, más de 25 años después del final de la Unión Soviética, aún no se ha llegado a una solución definitiva en ese ámbito.

Por eso, incluso el país más neutral y aislacionista de la región, Turkmenistán, ha expresado, por boca de su presidente Gurbanguly Berdimuhamedov, que estaría a favor de crear un espacio económico libre en la región, donde su país, rico en recursos energéticos, podría vender libremente petróleo, gas, gasolina y gasóleo a sus vecinos.

De paso, los cinco estados de la región aliviarían la presión de otras grandes potencias, más concretamente de Rusia y China, de manera que podrían resolver ellos mismos, sin necesidad de la vigilancia de ningún actor exterior, cuestiones estratégicas de la región utilizando sus propios recursos. Incluso, podrían llegar a construir una organización e seguridad propia, distinta a la OCS china o la OTSC rusa, permitiendo a los países de Asia Central repeler las amenazas externas.