¿Puede la coalición internacional derrotar al Daesh?

Miguel Ángel Benedicto. periodista y profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Europea.

Si la Coalición Internacional quiere derrotar al ISIS debe debilitar a corto plazo sus fuentes de financiación,  capacidades militares y ganar la lucha de la propaganda. Serán necesarias tropas locales sobre el terreno y fuerzas especiales. Pero no vale solo con una victoria militar si al final no se logra una estabilidad política en ambos países que aleje el sectarismo y la balcanización. Una vez conseguida la seguridad hay que trazar una hoja de ruta en la transición política de Damasco y Bagdad, con el fin de construir Estados viables. Este objetivo es difícil de alcanzar porque los intereses de los Estados que forman la Coalición son distintos y a veces contradictorios. Pero si no se alcanza, el esfuerzo habrá sido en vano y tras el ISIS aparecerá en la hidra terrorista una cabeza de nuevo cuño.

INTRODUCCIÓN

El 29 de junio de 2014 se proclamó el Califato del Estado Islámico (ISIS) y 4 meses después Estados Unidos lideró en la Cumbre de la OTAN la puesta en marcha de una coalición internacional de la que forman parte más de 60 países occidentales y árabes.

 Desde que la coalición comenzó los combates para derrocar al ISIS ha habido avances y retrocesos. ¿Cuánto va a durar esta coalición tan diversa, con países que buscan objetivos distintos, algunos enfrentados entre ellos y otros con intereses comunes momentáneos? ¿Es posible derrotar al ISIS sin que los países occidentales pongan botas sobre el terreno y sin tocar al presidente sirio, Al Assad? ¿Será posible formar a un Ejército iraquí en condiciones de enfrentarse a los yihadistas radicales o volverán a huir en desbandada como hicieron en Mosul? Y a largo plazo, la pregunta es si pese a una hipotética derrota del ISIS, este no mutará en otra organización con un nombre distinto si, como parece, la coalición apuesta sólo por la seguridad y no por un proceso político que evite la desintegración de Irak y Siria.

EL ASCENSO DEL ISIS

El ISIS es un grupo terrorista diferente a los que estábamos acostumbrados porque su objetivo es fundar un califato. Además cuenta con importantes fuentes de financiación, tiene una estrategia de propaganda muy avanzada y sabe cómo implantar el terror a nivel interno y externo. Con sus 50.000 efectivos ha conseguido dominar un territorio de más de 70.000 metros cuadrados y 6 millones de personas entre Siria e Irak.  Su ascenso en Siria se debe a la incapacidad de sustituir a la dictadura de Al Assad en Damasco y la falta de apoyo a los rebeldes moderados. En Bagdad es consecuencia de la política sectaria del ex presidente iraquí Al Maliki con los suníes a los que ha ido marginando y por su negativa a ayudar a los sirios acosados por Assad.

El talón de Aquiles del ISIS estaría en que quiere ser un Estado y eso requiere generar ingresos para controlar el territorio y poder alimentar a los tuyos.

Estados fallidos y balcanizados

 La Gran Guerra provocó la desaparición de tres grandes imperios: el ruso, el austrohúngaro y el otomano. En 1916 con el acuerdo Sykes-Picot se dividieron las áreas de influencia colonial de Gran Bretaña y Francia en los actuales territorios de Iraq, Siria, Líbano, Jordania y Palestina. El Imperio Otomano desaparecía y sólo continuaron como estados-nación Turquía e Irán. Los árabes se disolvieron en 22 estados en un reparto basado en criterios territoriales o tribales. Las imposiciones franco-británicas tras la guerra dieron lugar a lealtades no a países o estados sino a tribus transfronterizas.

En Irak hay una división sectaria entre suníes, chiíes y kurdos que compiten por el control territorial con lealtades étnicas y tribales que contribuyen a la balcanización del Estado y al avance del ISIS.

En Siria la guerra civil a la que ha llevado la dictadura del Al Assad ha fragmentado el país y lo ha  enfrentado entre sunies, chiíes, alauíes y cristianos.

El Estado fallido abrió las puertas del gobierno kurdo regional en Iraq, a Hezbollah en Líbano o a milicias sectarias en Siria e Irak. El colapso de la autoridad estatal en Bagdad y Damasco lo ocupa el Califato cuyos tentáculos comienzan a extenderse por el estado fallido libio y a algunas partes de Egipto como la península del Sinaí donde tratarían de borrar también las fronteras coloniales.

En Irak, el ISIS cuenta con el apoyo de las tribus, el partido Baaz, milicias suníes y los restos del ejército de Sadam Hussein. En la toma de Mosul participó una fuerza de choque de 800 personas en connivencia con las tribus locales con pactos basados en el miedo o en el dinero.  Los yihadistas han  consolidado sus posiciones, amplian su influencia y fortalecen su tejido institucional.  El ISIS ha mejorado la recogida de basuras, la seguridad en las calles, un acceso más barato al combustible y el apoyo a los más pobres. Obviamente también atemorizan a las poblaciones con la imposición de su visión rigorista de la sharia de manera brutal y violenta. Es la misma táctica de los talibán en 1984 en Afganistán que fueron aumentando su territorio de manera gradual hasta la guerra con EEUU en 2001.

Además, el Califato controla el petróleo y el agua en Siria y en Irak la presa de Falulla aunque perdieron  la refinería petrolera de Baiji que también estaba en su poder.

Dispone de una auténtica estructura administrativa capaz de pagar salarios, hacer funcionar la burocracia, explotar pozos petrolíferos y vender sus derivados con éxito y, ahora, incluso trata de dotarse de su propia moneda.

De los 12.000 yihadistas  reclutados en el exterior, unos 3.000 provienen de Europa y sobre todo del Magreb que ha experimentado un auge extremista. Será Túnez el país que aporta el contingente radical más numeroso, con 2.400 elementos, le sigue Marruecos con 1.200  y Argelia con un millar.

Los terroristas más ricos

El Estado Islámico es la organización terrorista con mayores recursos económicos, unos 2000 millones de dólares al año, según la revista Forbes Israel, en su mayoría de donaciones y de la explotación de pozos de petróleo.

Las donaciones de Arabia Saudí, Qatar, Kuwait, Emiratos o Turquía han fortalecido sus tentáculos pese a que la presión de EEUU y la amenaza que suponen han disminuido ese flujo monetario.

Pero la mayor parte de los ingresos provienen de la venta del oro negro. Estados Unidos calcula que el Estado Islámico gana un millón de dólares al día por la venta de crudo procedente de los campos petrolíferos en su poder capturados en Siria e Irak. En Siria, los islamistas radicales dominan el 60% de las instalaciones petrolíferas del país de donde estarían extrayendo unos 50.000 barriles de crudo al día; además, se calcula que en Irak estarían obteniendo otros 25.000 barriles diarios[1]. EEUU considera que los yihadistas comercializan el petróleo por medio de una red de contrabandistas a un precio reducido (25 a 60 dólares) en un mercado negro que lleva tiempo existiendo. Se vende a los kurdos en Irak y es revendido a Turquía, Siria e incluso países europeos.

Otras vías de financiación provienen de secuestros y medidas de extorsión. Según el Tesoro de EEUU, el ISIS ha ingresado cerca de 20 millones de dólares por la  liberación de rehenes y gana millones mediante el robo de bancos o la trata de personas.

Desde 2011, las incautaciones de petróleo ilegal en la frontera entre Turquía y Siria han aumentado en un 300% y las instalaciones petroleras en manos del ISIS están siendo bombardeadas por la coalición. El Tesoro de EEUU reveló su estrategia para golpear  la capacidad económica. Los objetivos son tres: interrumpir sus flujos de ingresos, limitar su capacidad de maniobra económica restringiendo su acceso al sistema financiero internacional e imponer sanciones a sus líderes y financiadores.

 La máquina de propaganda

 El Califato cuenta con una máquina de propaganda muy sofisticada en la que muestra su forma de actuar sanguinaria y brutal. Crucifixiones, decapitaciones o ejecuciones sumarias son retransmitidas por las redes sociales con vídeos espantosos que buscan un doble efecto: una guerra psicológica para atemorizar a las poblaciones y reclutar adeptos a la causa de todo el mundo.

El ISIS proclamó su Califato y nombró a su líder, Abu Bakr al Baghdadi, como su califa. El Califato se encuentra a no demasiada distancia de los tres lugares santos del islam: Meca, Medina y Jerusalén, cuyas capturas figuran entre sus objetivos. Esto sin duda tiene un mayor atractivo que el refugio del liderazgo de Al Qaeda en las montañas de la frontera afgano-pakistaní [2].

El ISIS adopta las técnicas de marketing con revistas como Dabiq y utiliza el medio audiovisual con una estética hollywoodiense, con la que ha establecido su marco de referencia con sus decapitaciones, vídeos tipo Call of Duty, películas con planos aéreos, explosiones cámara lenta o revistas atractivas con el fin de reclutar yihadistas en todo el mundo y atemorizar.

Como explica Eugenio Hernández, el califato usa recursos cada vez más virales: fotos de su vida diaria en Instagram, imágenes con la estética de videojuegos, puntos de vista en primera persona, memorias de operaciones mediante infografías y hasta merchandising, con páginas en Facebook donde obtener desde siete dólares camisetas, sudaderas y otros productos. “Esto les permite reclutar jóvenes occidentales, como ocurre con los sospechosos de la ejecución del freelance James Foley, cuyas biografías se acercan más al estereotipo del hipster urbano que al del típico islamista: hackers, escritores de viajes y hasta un rapero”[3].

Los terroristas usan las nuevas tecnologías para comunicarse y como instrumento de propaganda y reclutamiento. E-mails, Whatsap, sistemas encriptados o el uso de hastags  como Copa del Mundo o ébola les permite insertar sus mensajes o tener la capacidad enviar 40.000 tweets durante avance sobre Mosul sin que detecten controles de spam. El amplio uso de las redes sociales les ha permitido difundir su mensaje en una medida sin precedentes. Debido al hábil uso de Facebook y Twitter, muchos expertos en seguridad temen que la influencia de la organización terrorista se extienda mucho más allá del Oriente Medio. Como ejemplo, un presunto simpatizante de ISIS tuiteó un mensaje con el hashtag #AMessageFromISIStoUS afirmando: “Estamos en sus estados. Estamos en sus ciudades. Estamos en sus calles. Ustedes son nuestros objetivos en cualquier lugar” y todo eso frente a la Casa Blanca[4]. Varios funcionarios de inteligencia incluso han declarado que el uso que hace ISIS de medios de comunicación social marca una nueva era de la guerra cibernética[5].

LA COALICIÓN INTERNACIONAL: SUS ACTORES PRINCIPALES

 En la coalición liderada por EEUU y formada por más de 60 países los objetivos que se persiguen son diferentes e incluso entre algunos Estados son contradictorios. La meta principal es parar los pies al ISIS. Algunos apuestan por destruirlo y mantener el statu quo de la zona, otros prefieren simplemente frenar su expansión.

 Los kurdos se unen en busca de más autonomía

Los kurdos son uno de los actores principales en este conflicto. Tienen una población de 30 millones de personas que se extiende por Siria, Irán, Irak y Turquía.

En Siria han aprovechado la guerra civil para crear su propia administración autónoma en 3 provincias en el oeste pero se vio amenazada por el asedio del ISIS a la ciudad de Kobane que fue recuperada y se ha convertido en un símbolo de la resistencia kurda. También evitaría tentaciones futuras por parte del régimen de Bashar al Assad como del Ejército iraquí o la misma Turquía de destruir las autonomías kurdas en Siria o Irak.

Los kurdos sirios resisten tanto contra el Estado Islámico como al deseo de Ankara de crear una zona tapón pues quieren ser ellos mismos quienes decidan el sino de su región[6]. Tienen 30.000 soldados preparados para apoyar a USA en la lucha contra el ISIS. Son el YPG (Unidades de Defensa de los Pueblos) que llevan más de media vida luchando por la independencia kurda y contra Turquía. El problema es que están muy unidos al PKK; el partido de los Trabajadores del Kurdistán que ha luchado contra el estado turco desde 1978 hasta el año pasado cuando se proclamó un alto el fuego. Asimismo, la UE, EEUU y Turquía lo consideran como organización terrorista.

El objetivo del YPG es constituir una región autónoma en el norte de Siria donde administraban 3 provincias: Afreen, Jazeera y Kobane. Ankara se opone al apoyo al YPG y se cruzó de brazos en el asedio a Kobane hasta que EEUU le presionó para que dejara paso a los Peshmergas (milicias kurdas iraquíes) que son leales al líder del Kurdistán iraquí, Massoud Barzani. Las milicias de su partido, el KPD (Partido Democrático de Kurdistán) y las de Unión Patriótica del Kurdistán de Talabani conforman el grueso de los Peshmergas que alcanzan los 200.000 soldados. Estas milicias se limitaron a impedir al ISIS la toma del núcleo petrolífero de Kirkuk con el fin de ponerlo bajo control de Erbil, la capital kurda iraquí. Barzani busca obtener mayor peso en el nuevo gobierno y  aumentar su porcentaje en los ingresos nacionales por la exportación de petróleo a cambio del apoyo militar a Bagdad.

Otro problema para EEUU es que el YPG no está bien visto por los rebeldes moderados sirios debido a sus lazos con Assad. En 2011, tanto el PKK como el YPG evitaron los enfrentamientos con Damasco a cambio de más poder en sus zonas de influencia[7].  Y en 2012, los kurdos sirios lucharon contra algunas facciones cercanas al Ejército Libre Sirio y frente a los yihadistas de Al Nusra.

Las contradicciones de Turquía

El papel de Turquía también es complejo y contradictorio. De su política de cero problemas con los vecinos ha pasado a tenerlos con casi todos. Ankara, que es el gran apoyo de los Hermanos Musulmanes en la región, quiere que la coalición tenga entre sus objetivos el derrocamiento de Al Assad en Siria. Al principio permitió que el ISIS operase libremente y atravesara sus fronteras sin control además de ser su principal suministrador de alimentos. Más de 1.000 turcos se han enrolado en las filas del califato. Esto creó tensión en el Kurdistán y podría indirectamente dar lugar a un estado kurdo trasfronterizo en el futuro.

Durante el asedio a Kobane, Ankara se ha negado hasta el último momento, cuando ha dado su brazo a torcer por las presiones y la mala imagen internacional que daba, a dejar pasar por sus fronteras a los kurdos iraquíes para ayudar a sus homólogos sirios. Erdogan quería evitar que las armas y municiones que use el YPG caigan en manos del PKK que las podría usar en su contra. Hubo disturbios y toque de queda en 6 provincias de Turquía provocados entre prokurdos y nacionalistas e islamistas en la segunda semana de octubre de 2014 que sumaron 40 muertos,  y , tras las elecciones turcas, ha hecho aguas el proceso de paz entablado por Ankara con el PKK. Turquía da refugio a cerca de 2 millones de iraquíes y sirios que huyen de la violencia y es partidaria de una zona de seguridad y de exclusión aérea. De ese modo podría ocupar su frontera con Siria con tropas turcas para disminuir la autonomía del YPG, evitar el surgimiento de una nueva entidad kurda y debilitar la posición del PKK.

La lucha por la hegemonía

La rivalidad entre Irán y Arabia Saudí por la hegemonía suní o chiíta en la zona también aflora en el conflicto con el Estado Islámico. Mientras los saudíes han financiado al ISIS junto a Qatar y Kuwait y han contribuido al auge islamista en su lucha contra Siria, ahora están del lado de EEUU para acabar con la hidra terrorista sunita. El rey Abdalá desplegó 30.000 soldados en la frontera con Irak para impedir el avance del califato. Arabia Saudita ha cortado la financiación a los terroristas y también se ofreció a entrenar a los rebeldes en su propio terreno y a utilizar los canales de televisión árabes para difundir mensajes en contra de ISIS y animar a más clérigos a hablar en contra del califato. Actualmente, en Siria e Irak también hay aviones saudíes bombardeando objetivos yihadistas.

Para Irán, mayoritariamente chiíta, el ascenso del ISIS –y su objetivo de crear un califato sunita en la región– fue alarmante debido a la posible amenaza para sí mismo. También plantea una amenaza más inmediata de desestabilizar aún más dos países –Irak y Siria– que han estado cerca de Teherán y lo ayudaron a extender su poder en la región.

La administración Obama ha llevado la lucha contra el ISIS a Siria. Estados Unidos e Irán tienen allí objetivos opuestos: Teherán es partidario del presidente Bachar Al Assad, mientras que EE.UU podría buscar su destitución apoyando a los rebeldes moderados. Pero cualquier acción militar estadounidense contra el ISIS en Siria podría terminar apuntalando a Assad y promoviendo la agenda regional de Irán.

Las relaciones entre Irán y USA se han distendido desde la llegada al poder de Rouhani y, sobre todo, tras el acuerdo sobre el programa nuclear iraní. Este cambio se ha visto a la hora de promover transiciones políticas pacíficas en Baghdad y Kabul o en la campaña contra el ISIS en Irak y Siria.

La Guardia Revolucionaria iraquí, que entrenó a la milicias chiítas que atacaron a las tropas de EEUU en Iraq durante la pasada década, ordenó a sus aliados en Iraq que no tengan como objetivo a las tropas norteamericanas que coordinan los ataques contra el Califato en Baghdad o en el kurdistán iraquí[8].

Teherán colaboró con el Gobierno sirio para repeler la ofensiva del Estado Islámico contra la ciudad de Kobane. Por su parte, EEUU se comprometió a que los ataques en Siria solo alcancen a objetivos del ISIS y no a fuerzas leales a Al Assad. Washington también ha rebajado el nivel de confrontación respecto a los aliados de Teherán en la zona como Hezbollah o Hamas, lo que ha levantó suspicacias en Israel y en los aliados árabes.

Sectarismos en Irak y Siria

El califato surge en Siria e Irak por la fragmentación y sectarismo que sufren ambos países. En el caso de Irak hay tres zonas diferenciadas: chií, suní y kurda. El gobierno de Al Maliki discriminó a los sunies en el gobierno y en el Ejército en favor de la mayoría chií y la población sunita acabó por apoyar a los yihadistas pues temen más a los Hermanos Musulmanes (suníes moderados) que al ISIS. La desbandada del Ejército iraquí en Mosul ante el avance yihadista y la entrega de su arsenal es una muestra más de ese Estado fallido.

El nuevo gobierno de Haidar Al-Abadi parece menos sectario pero veremos si le son leales las nuevas tropas. Hay dos nuevos ministros que se encargan de la seguridad: el de Defensa, que es un tecnócrata suní, Khalid al-Obedi y el de Interior, Salem al-Ghabban miembro de la organización Badr, una de las milicias chíitas que más han desestabilizado Irak con ataques a barrios sunitas. Pero Al Ghabban recibe órdenes del jefe de las Fuerzas Quds de Irán, Sulemaini, es decir, que el ministerio de Interior está en manos de los iraníes[9]. Para contrarrestarlo, el Ejército, que cuenta con 270.000 efectivos, debería ser más independiente y profesional y dejar de estar tan penetrado por los chiítas.

En cuanto a los kurdos gozan de autogobierno y no mantienen una buena relación con el gobierno central de Bagdad. Sin embargo, las diferencias entre kurdos y árabes han quedado de lado para enfrentarse al enemigo común del Califato.

En el caso de Siria el principal factor de desestabilización es la guerra civil que desde el año 2011 enfrenta al Gobierno de Assad contra los grupos rebeldes y se ve amenazada por el extremismo islámico del ISIS, Jorasan o Al Nusra. Assad apoya de manera tácita el bombardeo de las posiciones del califato en su país. Lo que el dictador sirio vería peligroso es la zona de exclusión aérea, que pide Turquía, pero que el apoyo de Rusia e Irán no parecen hacerla factible de momento.

La atención de la coalición se centra en construir un nuevo ejército de la oposición siria que pueda derrotar tanto a la dictadura de Assad como al Estado Islámico pero para ello es necesario que EEUU arme a 5.000 rebeldes sirios moderados.

Sin la cooperación abierta del régimen de Bachar el Asad ni tropas de tierra fiables, la intervención aérea no bastará para derrotar al Estado Islámico.

EEUU: en busca de una estrategia

Estados Unidos lidera la coalición internacional contra el Estado Islámico que en Irak es cada día más amplia, mientras que en Siria, de momento, los bombardeos los llevan a cabo Estados Unidos y algunos países árabes. El objetivo inicial de Obama era debilitar al ISIS para que después tropas terrestres locales, el Ejército iraquí y las milicias kurdas en Irak y los rebeldes entrenados por EEUU y por otros países en Siria, pudieran combatir contra ellos.

El coordinador de la coalición en USA es el General Allen, para quien las fuerzas armadas iraquíes todavía no están preparadas para reconquistar Mosul. Por otra parte, el General Martín Dempsey, jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, manifestaba, en los primeros días de octubre de 2014, que los planes de EEUU, aprobados por el Congreso, que preveían el entrenamiento de 5.000 milicianos en el primer año, eran insuficientes para derrotar a los yihadistas pues se necesitarían 15.000 efectivos.

En Siria, el Califato tiene su capital en la ciudad siria de Raqqah. La coalición ha atacado posiciones del califato lo que fortalece a Al Assad y no a los rebeldes sirios. Washington ya se ha dado cuenta de que ISIS no será derrotado sin una transición política en Siria ni sin la salida del presidente Bachar al Asad. La revisión de la estrategia de EEUU comprende la admisión tácita de que confrontar a ISIS en Iraq y posteriormente atacarlos en Siria, sin afrontar la destitución de al Asad, fue un error de cálculo. En octubre de 2014, el gobierno estadounidense mantuvo la estrategia de “Iraq primero”, con esfuerzos para reducir la fuerza del ISIS en el país como una prioridad y las operaciones en Siria se realizaron para promover las condiciones en Iraq. Los enfrentamientos del Ejército Libre Sirio en una batalla de dos frentes contra las fuerzas de al Asad, ISIS y otros grupos extremistas, como al-Nusra era insostenible[10]. La escasa movilización de la Coalición frente a Assad y el acuerdo nuclear con Irán alimentaron la radicalización suní en Siria e Irak pues ven que la única fuerza capaz de defenderles es el ISIS.

Tropas sobre el terreno

Para los militares de EEUU sólo con tropas sobre el terreno podrá derrotarse al ISIS con la aquiescencia de Assad. Pero tras las guerras de Irak y Afganistán, la posible entrada de EUUU en Siria con militares sobre el terreno no sería bien vista por la opinión pública americana salvo que hubiera un atentado terrorista en territorio estadounidense. A mediados de junio de 2014, Obama envió 275 soldados a proteger la Embajada estadounidense en Bagdad y 300 asesores militares para ayudar a las fuerzas iraquíes en su lucha contra el grupo yihadista. A principios de noviembre del año pasado el presidente autorizó el despliegue de 1.500 militares adicionales en Irak, lo que elevará el contingente a alrededor de 3.000. Obama insiste en que ninguno tendrá función de combate, pese a que el Pentágono avisa que puede ser necesario.

Otro problema que puede plantearse en el futuro es la extensión del conflicto al Mediterráneo o a Jordania donde Israel ya ha dicho que estaría dispuesto a apoyar al país árabe.

CONCLUSIONES

Para que la coalición liderada por Estados Unidos venza al ISIS es necesaria una estrategia híbrida que combine instrumentos militares, diplomáticos, políticos y económicos que permitan mantener la integridad de Siria e Irak. Combinar los diferentes e incluso contradictorios intereses de los miembros de la Coalición en pos de un objetivo común de mínimos (debilitar al ISIS) puede ser posible. Sin embargo, conseguir el máximo (la viabilidad de Irak y Siria para evitar otro Estado Islámico) es casi imposible debido a la compleja maraña de intereses enfrentados, el tiempo que conlleva y los costes que puede tener.  Para intentar conseguirlo habría que dar los siguientes pasos:

En primer lugar, hay que ahogar el sustento económico del Califato con bombardeos a las instalaciones petrolíferas que dominan, erradicar el contrabando del oro negro y las donaciones de otros países mediante sanciones.

En la batalla por las ideas hay que combatir al Califato con estrategias de marketing y propaganda en los países árabes y en Occidente para evitar el reclutamiento y combatirles en las redes sociales mediante acuerdos con las grandes empresas tecnológicas.

A nivel militar y político será necesaria una estrategia global para Irak y Siria con el fin de estabilizar ambos países. Para que Baghdad pueda vencer militarmente al ISIS será necesario que trabajen de manera conjunta el ejército chiíta iraquí, la nueva guardia nacional sunita y los Peshmergas kurdos y el YPG sirio con ayuda aérea de la coalición y el despliegue de fuerzas especiales norteamericanas. La coalición debe conseguir atraer a las tribus locales si quiere derrocar al Califato y evitar su expansión a Jordania, Líbano, Libia o Egipto. En Irak también es necesaria una alternativa secular al ISIS con un gobierno inclusivo y unificado, en el que no solo dominen los chiitas, que evite las tendencias sectarias y supere el historial de corrupción y mala gestión que ha primado hasta ahora.  Un objetivo muy complicado.

En Siria es necesario armar a los rebeldes moderados para acabar con el ISIS, forzar la salida negociada de Assad y crear una reconciliación a la Bosnia. Hay que hacer un esfuerzo político serio en el que debe trabajar EEUU, la UE y también la ONU en busca de una estrategia que permita un proceso político real distinto a las conferencias de Ginebra que nacieron muertas.

En lo militar lo ideal sería unificar las milicias existentes bajo un Ejército homogéneo, una meta difícil,  que luchara contra el yihadismo radical y después frente al Assad, lo que conllevaría simultáneamente una lucha diplomática frente Rusia e Irán.  Asimismo habría que enviar más helicópteros Apache,  intensificar los ataques aéreos, crear una zona de exclusión aérea en el Norte de Siria , acelerar y duplicar la formación del Ejército Libre sirio, y advertir a Al Assad que EEUU no permitirá el ataque a la oposición moderada.

A nivel regional sería necesario crear un mecanismo para regular la relación de rivalidad entre chiítas y sunitas, y sobre todo entre Irán y Arabia Saudí que son los grandes jugadores del tablero de Oriente Medio.

Además de la seguridad hay que trazar una hoja de ruta en la transición política en Siria e Irak, necesaria para estabilizar ambos países y salvarlos de su balcanización. Si las intervenciones militares no son respaldadas por medidas que permitan construir Estados funcionales, el esfuerzo habrá sido en vano y tras el ISIS aparecerá otro grupo terrorista de nuevo cuño.

[1]            Laborie Iglesia, Mario. Los ‘negocios’ del Estado Islámico. Es Global.  30 septiembre 2014

[2]          Setas Vílchez, Carlos.  El Estado Islámico es más ‘sexy’ que Al Qaeda. Es Global. 19 septiembre 2014

[3]           Hernández, Eugenio.  La guerra contra el yihadismo digital. Nuevatribuna.es 28 Agosto 2014

[4]           Smart, Tim. ISIS gains followers through sophisticated social media strategy. Tech Gen Mag: 6th October 2014

[5]           Núñez Noda, F.  Cuidado, ISIS está en Social Media. Huffinton Post. 14/10/2014

[6]        Ginés, Ricardo. El avance del EI en Siria: deseos, temores y opciones. EsGlobal 13 octubre 2014

[7]       Dagher, Sam. Kurds fight Islamic State for piece of Syria. WSJ. 14-16 Noviembre 2014

[8]        Solomon, Jay; Abi-Habib, María. US, Iran relations move to détente. WSJ 30 Octubre 2014

[9]       Boot, Max. The war on ISIS: more than one battle. WSJ 24 octubre 2014

[10]    Fantz, Ashley. ¿Quién está haciendo qué en la coalición que lucha contra ISIS? CNN 15 septiembre 2914

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