Opinión

De Berlín hasta el Sáhara, todos se pasan la pelota migratoria

Antonio Sánchez-Gijón/CapitalMadrid.com 

Pie de foto: Merkel y Conte. Italia, bajo la pre­sión de Merkel, no para de in­ventar fór­mulas

La coa­li­ción de go­bierno entre Angela Merkel, líder de los de­mo­cris­tianos ale­manes (CDU), y su mi­nistro del Interior, Horst Seehofer en ca­lidad de pre­si­dente de los so­cial­cris­tianos bá­varos (CSU), sobre qué hacer con los mi­grantes y re­fu­giados que ya lle­garon o están por llegar a Alemania, se ha sal­vado por un acuerdo pre­ca­rio, cuyo cum­pli­miento de­pende de la coope­ra­ción de al­gunos go­biernos de países del Mediterráneo. A este pacto ‘alemán’ acaba de unirse el go­bierno aus­triaco, en­ca­be­zado por el líder de de­re­chas Sebastian Kurz.

Queda por probar que Italia vaya a prestar esa cooperación si de lo que se trata es de abrir campos de internamiento provisional en los países de primera recepción, donde se procesarían las solicitudes de asilo y se rechazarían las de los migrantes económicos. En ambas categorías Italia es el país más afectado, como hace tres años lo fue Grecia. Roma ya había advertido que no recibiría migrantes devueltos por otro estado europeo.

Entretanto, se está a la espera de un pronunciamiento del gobierno griego y otro del español, con cuya colaboración parecen contar los socios del gobierno alemán, por lo menos en la medida en que esos países hayan sido la ‘puerta’ de primera entrada a un país de Europa. El caso de Grecia parece ser el más ‘trabajado’. La ministra alemana de defensa, Ursula von der Leyen, dio a entender, en declaraciones al Grupo Funke, que con Grecia se podrá firmar el acuerdo antes de fin de mes.

Una propuesta de naturaleza similar es la de abrir campos para el ‘procesamiento’ de las peticiones de asilo en países del norte de África, lo cual es una forma de decir que se trata de Libia, de donde procede, desde hace años, la principal corriente de emigración hacia Europa, facilitada por la anarquía que ha reinado hasta hace poco en el país y la ausencia de estructuras firmes de estado.

La realización de tal proyecto debe superar el escepticismo o el rechazo con que se recibe la idea de abrir esos albergues de ‘procesamiento’ para la acogida o la deportación en países terceros. Una muestra fue ofrecida por el presidente Macron, hablando desde Nigeria después de la reunión informal del Consejo Europeo de final de junio para tratar del problema. El sistema no funcionará, dijo, si no es apoyado por los gobiernos africanos. Tal apoyo, sin embargo, es poco probable ya que esos centros, advirtió el presidente, funcionarían como ‘esponjas’ para una fuerza laboral necesaria en sus países. La alternativa, sugirió Macron, es situarlos en territorio europeo, aunque advirtió que Francia no abriría uno, dado que no es país de ‘desembarco’.

Pero Italia se resiste a abrirlos…, aunque midiendo sus posibilidades. El ministro de Interior, Matteo Salvini, declaraba a Der Spiegel en junio pasado que “ya tenemos superabundancia (de migrantes), así que no necesitamos los retornados”. Para él, la solución era la misma que la acordada con Turquía para la acogida en su territorio de los refugiados sirios. El problema era dónde.

Italia deseaba que fuese fuera de Europa. Salvini visitó Libia a finales de mes, y allí se supone que planteó la conveniencia de que Trípoli aceptara la apertura de centros de procesamiento de migrantes a cambio de ayuda financiera y de naturaleza militar (diez naves para el servicio libio de guardacostas). La idea fue rechazada por el gobierno del Acuerdo Nacional Libio en términos muy duros, lo que suscitó por parte de Salvini una enmienda a su propia idea: esos centros se situarían fuera del suelo libio, en Chad, Mali, Níger y Sudán. Contra esa idea se pronunció el general Haftar, el único militar libio capaz de conducir operaciones efectivas, por el peligro que correría la frontera sur.

Como incentivo para poder condicionar la actitud del gobierno legal, Salvini se pronunció a favor del levantamiento del embargo de armas a Libia, una medida de la ONU que deja desarmado al gobierno oficial y sujeto a los ataques y coacciones de las diversas milicias sectarias.

Existe confusión sobre si Salvini también expuso el deseo de crear campos de recepción e identificación en el territorio fronterizo del sur del país, con el argumento de que Libia e Italia tienen el interés común de defender sus fronteras. Tal idea ha sido rechazada enfáticamente por la asociación ‘Abogados por la Justicia en Libia’, alegando el riesgo que correrían los derechos humanos de los migrantes, tal como ocurre actualmente.

En todo caso, Salvini sí se pronunció a favor de crear “corredores humanitarios” a través del suelo libio. Quién sabe…; esta medida mínima a lo mejor funciona.