Entre traidores y energúmenos

F. Javier Blasco. Coronel (r) 

Pie de foto: Entre traidores y energúmenos.

La historia está llena de hechos heroicos, ejemplares y deslumbrantes de personas que como norma o en ocasiones especiales, han tenido o sabido o anteponer de forma voluntaria y consciente el bien común de la nación a cualquier tipo de interés particular, familiar, de su clan o pequeña comunidad.

Es precisamente en estas fechas -en las que se conmemora el septuagésimo quinto aniversario del desembarco en las playas de Normandía cuando hemos rememorado hechos heroicos de personas generosas, desconocidas o no tanto, acaecidos en beneficio de sus compañeros y de la humanidad para desbancar a un enloquecido tirano fascista quien, con sus ansias de grandeza y supremacismo exacerbado, amenazaba a Europa entera y a gran parte de la humanidad- cuando hay que resaltar la importancia de tales gestos y su significado; para con ello, denostar todos aquellos que inspiran, representan o inducen a lo contrario. 

Igualmente, en razón de la alocada e iracunda vida que llevamos y trasladamos al mundo laboral, social, familiar o personal, sería mucho más deseable hablar de tranquilidad o de cómo lograr estabilidad, que de exabruptos, prisas, promesas rotas, instigaciones, presiones, obscenos alardes y aquello que nos convierte en verdaderos energúmenos y nos llena de desasosiego, hastío y vergüenza al comprobar que todo ello nos encamina hacia situaciones no deseadas y alejadas de lo pretendido lograr.   

Por desgracia, y a la vista de lo que está sucediendo en los últimos años en el mundo, Europa y más concretamente en España, creo poder trasladar un sentimiento por el que muchos nos vemos envueltos en una sensación de vacío o suciedad persistente, que nos arrastra a la nostalgia, al deseo y a la necesidad de cambios profundos; o, por el contrario, nos lleva a la desesperanza e impotencia al no vislumbrar la posibilidad de superar la situación que sufrimos y que nos ahoga cada vez más.

Por no alargar demasiado este trabajo, me ceñiré a situaciones y personas o movimientos de nuestro entorno y no me retrotraeré a tiempos muy pretéritos para su mejor identificación. A partir de 1975 superamos en muy pocos años y de forma pacífica y ejemplar una dictadura que, es más vilipendiada por los que no vivieron ni padecieron, que por los que por edad, si la conocimos de primera mano con toda su intensidad.

No seré yo quien me erija en portavoz de las excelencias o protervias de aquella época y sus actores principales; como todo en esta, vida tuvieron sus luces y avances, aunque muchos niegan reconocer y no voy a enumerar y, también, con ciertas sombras que tampoco quisiera detallar. En cualquier caso, lo cierto es que tras la muerte de Franco, y sin grandes cambios, nos encontramos bastante dispuestos y preparados para lanzarnos sin dificultad a engancharnos a todo aquello que se nos había negado desde fuera o despreciado por nosotros al haberlo calificadoo de malo de toda maldad. 

Para ello, tuvimos la suerte de contar con un Jefe de Estado, el entonces S.M. Juan Carlos I, que habiendo “heredado” los poderes del anterior en su cargo, supo con temple, inteligencia y atino  -de la mano de un gobierno que provenía mayoritariamente de aquel bando- deshacer todo lo “bien atado” previamente, y devolver al pueblo los poderes que se le habían usurpado. Fue una transición incruenta, modélica y la envidia de muchos vecinos y amigos o no tanto. 

Al final de dicho periodo, habrá quien opine lo contrario. Sin ser monárquico, debo decir, que D. Juan Carlos fue un buen Rey, que pronto supo y quiso ceder los poderes otorgados, sin que nadie se lo pidiera y que, también, aunque con alguna sombra de tipo humano, ha hecho muchos y grandes servicios a España, abriéndola al mundo gracias por su popularidad y acierto. Nunca deberíamos olvidarnos de aquel momento tan amargo, cuando tuvo que tomar las riendas de España y de sus Fuerzas Armadas tras el intento de Golpe de Estado, el 23-F (1981). 

Agradecimientos obligados cuando -al llegar a determinada edad, con ciertos achaques y tras abdicar hace cinco años en su hijo, el Rey Felipe VI- ha decidido cerrar su vida oficial y desaparecer del mundo cortesano y político para no disturbarle su pleno reinado. Un sucesor, que a pesar de la aparente sombra paterna y oportunos consejos; su actuación personal, no la lleva nada mal y puede hasta haberle superado. 

Los primeros gobiernos democráticos entre 1977 y 1982, se formaron a base de la Unión de Centro Democrático transformado en el llamado Centro Democrático y Social. Desde cainita desaparición como partido, los siguientes gobiernos, han venido sucediéndose sin aparentes grandes problemas entre el Partido Socialista y el Popular[1]con frecuente alternancia en el poder y con mayor o menor acierto.

España se integró en la OTAN (1982) (no sin grandes vacilaciones) y en la UE (1986); como consecuencia de ello, ha venido aumentado su peso internacional al participar progresivamente en operaciones Internacionales en razón de sus políticas nacionales, acuerdos bilaterales o por su pertenencia a dichas u otras Organizaciones como la ONU donde permanecemos desde 1955. 

Los beneficios de nuestra integración en la UE, han permitido disfrutar de grandes privilegios y ayudas de todo tipo, fundamentalmente económicas, que nos han facilitado alcanzar y mantener ser la cuarta potencia de dicha Unión, mientras el Reino Unido permanezca en ella. Paralelamente, hemos tenido grandes mejorías en la economía, vida social, sanitaria y cultural; en las redes de comunicación terrestres, portuaria y aeroportuaria; en la industria en general y la automovilística en particular y basadas en la exportación; el turismo ha alcanzado cotas progresivas y nuestro PIB no se parece en nada al que teníamos hace treinta años.

De la lectura de los últimos párrafos, se podría deducir que todo ha sido brillante, espectacular, un camino de rosas y no hay motivo aparente para desesperar; pero, la triste realidad es muy diferente. Hoy en día, no es que sea un pensamiento sino un convencimiento el que España, aparte de otras grandes miserias propias, “es una nación sobre gobernada, ultra regulada, híper politizada y mega intervenida” por lo que la situación real no es tan idílica como podríamos pensar.    

Realmente, la puesta en práctica de casi todos los gobiernos no ha sido nada sencilla. Para que pudieran gobernar -y dado que en España no se rinde culto a lo que se conoce como las grandes coaliciones entre los partidos más importantes-; la mayoría de ellos, se han visto obligados a buscar apoyos puntuales (de investidura o legislatura) entre partidos periféricos (nacionalistas vascos y/o catalanes) para hacerlos viables con mayor o menor efectividad. 

Aunque, aquellos “apoyos”, rápidamente se transformaron en crecientes peticiones económicas y en “consentidas traiciones” sobre graves exigencias económicas, desorbitadas  transferencias de competencias, privilegios y modificaciones introducidas en sus nuevos estatutos cada vez más complejos, embarazosos y muy perjudiciales para la marcha del Estado y el fundamental precepto constitucional que otorga la igualdad de todos los españoles en cualquier situación y condición.   

Aparte de las diferencias económicas, se han consolidado graves ataques a la enseñanza y al uso del Castellano, que rayan con lo kafkiano; desigualdades entre las regiones por las descompensadas transferencias y legislaciones regionales, agravadas por la permisividad o complicidad de los diferentes gobiernos centrales al no actuar ni siquiera in vigilando sobre lo que iban cociendo, maquinando o evitando cumplir.  

Dichas fructíferas semillas fueron un filón para los nacionalismos y separatismos en regiones como el País Vasco, Cataluña, Comunidad Valenciana, Baleares, Galicia y Navarra; donde con diversa y mayor o menor complejidad han ido limando las relaciones de aquellas regiones y el Estado o entre las otras comunidades. Si bien, no solo aquellos lo aprovecharon; el PSOE en sus diversas marcas regionales, con el cobarde silencio de Ferraz, despunta entre ellos. 

Los ataques y agravios han ido creciendo hasta tal punto y momento que, desde septiembre de 2017 vivimos en Cataluña grandes momentos de zozobra al sufrir un golpe de Estado y una rebelión popular que aún continúa. Situación aquella, que gracias a la firme intervención de S. M. el Rey Felipe VI y su magistral discurso pronunciado el 3 de octubre, el entonces titubeante gobierno y una tibia oposición reaccionaron timoratamente para poner coto al tema y aplicar la Ley y la Constitución (art. 155). De nuevo, la España democrática tuvo que ser salvada por el Rey del momento. 

Ahora, y como no podía ser menos, es al Poder Judicial al que le corresponde ejercer su trabajo independiente; estamos a las puertas de conocer el veredicto final contra los golpistas, que abusando de su poder, condición política y representatividad llevaron a una parte de los catalanes a la rebelión contra el resto de la nación. Veremos, cuando dicten sentencia cómo actuará el gobierno respecto a la misma y al cumplimento de las penas que se les impongan.

Desde el primer momento, el Gobierno de Sánchez, en sus maquinaciones y artimañas para favorecer a los que apoyaron su moción a Rajoy (populistas, separatistas y filoterroristas) puso a trabajar la Abogacía del Estado en beneficio de los encausados; primero acusándolos de Sedición en lugar de Rebelión y ahora allanado el camino de la reclamación al Tribunal de Derechos Humanos del principal encausado, Oriol Junqueras, con no oponerse a que haga efectiva su acta de eurodiputado en contra de la opinión del Tribunal Supremo. ¿Será acaso, lo que le Sánchez quiso decirle con su NO TE PREOCUPES?    

Las ínfulas separatistas, como ocurre con los explosivos que actúan por simpatía o aquellos que exudan mucho, cuando explotan, contagian a los cercanos y hacen que estos deflagren sin detonante; razón por la que encontramos otros focos similares en regiones gobernadas por partidos cercanos entre ellos y socios a tiempo parcial de Sánchez. Quien tras falaces amagos, ahora dice verse forzado a sustentarse en ellos para ser presidente.  

La inclusión de España en Organismos y Alianzas supranacionales hace que no seamos inmunes a los bienes y males que afectan o producen aquellas; las decisiones de BCE, la moneda única, las regulaciones económicas de la UE, los vaivenes del libre mercado y la total dependencia energética en derivados del petróleo hacen que las crisis mundiales nos afecten igual o más que al resto. Dadas nuestras características no disponemos de herramientas propias, como la devaluación, para hacer frente a las amenazas a la economía doméstica salvo el aumento de la deuda y del déficit; pero todo tiene un límite.    

Situaciones de crisis, que en manos de gobiernos que se autodefinen como “progresistas “y nada conservadores o liberales, presionados además por los necesarios apoyos de populistas y nacionalistas, hacen afrontar los riesgos al revés dada su natural tendencia a aumentar el gasto social, los cheques en blanco y la subvención mientras acogotan a la banca, al empresario en general o al que dispone de algún “colchón” particular. Esto hace que solventables crisis iniciales, se vuelvan grandes o graves y muy difíciles de solucionar. 

La ahora conocida y largamente ocultada quiebra de la Seguridad Social es un ejemplo de lo anterior. A pesar de saberlo, el gobierno entrante buscó captar los votos de los jubilados con promesas irrealizables como equiparar su subida anual a la del IPC. A menos de un año de aquello, ya aparecen otros globos sonda en sentido totalmente contrario

Toda crisis conduce a muchos despidos, más paro y al descontento entre jóvenes y mujeres por no encontrar trabajo tras ingresar en el mercado laboral. Reacciones, que suelen tener un efecto retardado pero, cuando llegan, lo hacen con mucha crudeza e intensidad y son el caldo de cultivo para la aparición de nuevos partidos; partidos, generalmente caprichosos, temerarios y llenos de excentricidades poco reales. 

Así nació Podemos; un partido populista, de ultra izquierda, inconformista, con raíces e ideología bolivariana y heredero de una serie de impulsos y exigencias nacidas en la calle del movimiento conocido como el 15-M allá por mayo de 2011. Empezó como un sueño o una quimera de los llamados perro-flautas para llegar a un gran partido nacional que ha fagocitado la mayor parte de Izquierda Unida; casi sobrepasó al PSOE y todavía mantiene influencia en la gobernabilidad aunque en las elecciones regionales y municipales han perdido casi todas las grandes capitales en las que gobernaban solos o apoyados por el PSOE, quedándose con Cádiz y tras una extraña carambola, Barcelona aunque muy condicionada

Cinco años después, seguían sin lograr sus objetivos y hoy se encuentran en franca decadencia, desmembración y hechos una calamidad. Sólo su máximo líder, al más puro estilo comunista totalitarista, resiste a pesar de mil promesas incumplidas, malos ejemplos y despiadadas actitudes contra aquellos que junto a él, lograron convertir un sueño en realidad.

En este contexto, también conviene citar a Ciudadanos (Cs). Partido nacido en junio de 2005 como una plataforma cívica Ciutadans de Catalunyacreada por un grupo de intelectuales, profesores universitarios y profesionales de diversos campos provenientes de tendencias políticas cercanas mayoritariamente al PP y del extinto UPyD. De ámbito local y frente a los separatismos.

Paulatinamente, a partir de 2014 se fue expandiendo a todo el territorio nacional y obtuvo cierta representación en el Parlamento Europeo, el Senado, el Congreso, diversos parlamentos autonómicos y en unos pocos ayuntamientos. Siendo su mayor éxito cuando, debido a la situación reciente en Cataluña -gracias a ciertas artimañas y no pocos golpes bajos- logró la pírrica mayoría de diputados (36) en las elecciones al Parlamento Catalán en 2017. Mayoría que, no ha ejercido ni materializado jamás y que parece haber dinamitado si comparamos aquel resultado con las recientes elecciones generales (cinco diputados y ningún senador) en la misma circunscripción. 

Un partido que por su ambigüedad, es solicitado y perseguido dentro y fuera de España como muletilla para gobernar dado que, a pesar de lo mucho que promete, amaga y exige; al final no le importa hacer de bisagra a izquierda y derecha a la vez y sin inmutarse demasiado. 

Busca con ahínco en caladeros de otros partidos -principalmente el PP- atrayendo descontentos, tránsfugas, y arrepentidos o expulsados. Pretende liderar la oposición, aunque no lo consigue nunca. Sus remilgos, falsos prejuicios, poco afortunados o pueriles amagos y sobre todo sus nada coherentes pactos finales (BarcelonaCastilla la ManchaHuescaMelillaAlcobendas y Castilla León entre otros) solo producen hastío y proyectan muy mala imagen, poca seriedad y mucha, demasiada incoherencia y ansiedad. Claros antecedentes de una muerte anunciada por necesidad.

Vox, otro partido que tampoco es nuevo, que también absorbe votos mayoritariamente del PP;  ha tomado cierto vigor en las elecciones generales, regionales, municipales y europeas aunque muy lejos de lo esperado – 24 diputados, 0 senadores  y 3 europarlamentarios-.

Uno más en liza en el centro derecha, de fácil gatillo para el insulto y es atacado por todos los flancos. Reduce votos al PP, y lo que es peor, pero gran parte de los suyos van directamente al basurero (Ley D’hont) y pone y pondrá muchas trabas o planteará máximas exigencias para contar con ellos a la hora de hacer cualquier pacto o favorecer la gobernabilidad, aunque a última hora aparece relajarse pero no siempre como ha ocurrido, entre otros, en Burgos.

Paralelamente a los líos por  incongruencias y alianzas entre partidos, aparecen otros fenómenos preocupantes. A pesar de muchos gestos y postureos de los políticos sobre la violencia de género, estos días hemos alcanzado en España la cifra oficial de 1.000 mujeres víctimas desde que estas se contabilizan (2003), aunque en 2004 entró en vigor la Ley de Violencia de género de Zapatero. Ley, que nunca se supo aplicar bien, nació con muchas carencias y está obsoleta en casi su totalidad.  

Entre las grandes lacras florecidas en los últimos años, destaca la Corrupción en la clase política. Casos basados en: enriquecimientos a título personal o redes organizadas; partidos que la han convertido en sistémica o clientelar y lo más sangrante, los propios sindicatos, que  a sabiendas, se han embolsado parte del dinero dedicado a los parados. 

En cualquier caso, la corrupción hecho mucho daño a la credibilidad de quien se dedica a la política y de los partidos, aunque no es repartida ni exigida por igual,  dada la falta de honestidad o su doble rasero a la hora de calificar a propios y extraños y la ausencia de medidas drásticas sobre sospechosos o encausados. 

Otras corruptelas recientemente muy extendidas entre los políticos son: la ausencia de sinceridad a la hora de declarar sus bienes y propiedades, los muchos y graves plagios, mentiras en su currículum y la creación o pertenencia a extrañas sociedades mercantiles y no por casualidad.  

Tradicionalmente los gobiernos solían aguantar casi la totalidad de los períodos preceptivos de su legislatura, pero llevamos cuatro años donde la norma se incumple con tres elecciones generales y, de momento, cuatro gobiernos diferentes (uno en funciones 10 meses) si es que Sánchez logra encajar su “pretendida” cuadratura del círculo y puede gobernar aunque tenga que ceder o deberá convocar elecciones para otoño.  

La proliferación de partidos y la incorporación de simples aficionados o interesados a la política han llevado a un juego nada limpio entre ellos, a increíbles pactos contra natura y a un denigrante y pueril chalaneo post electoral. No se aprecia seriedad en los candidatos ni en sus partidos; rehenes de ansias y rencillas personales, provocan verdaderos hartazgos entre los votantes. No cumplen los compromisos con sus afiliados ni tampoco los firmados entre ellos. La pérdida de valores y las oscuras negociaciones hacen que proliferen los ñoños ascos, los vetos y los malos modos entre aquellos obligados a entenderse, si de verdad pretenden el cambio.

Los mencionados problemas derivados de la mala situación económica general del Estado, los duros ataques al diésel, la enorme repercusión de la crisis arrastrada durante diez años, la digitalización en el mercado laboral y en especial en la banca y los factores derivados de la incapacidad de reacción propia frente a posibles nuevos temblores económicos, se traducen en situaciones “extrañas” en el comportamiento de los españoles. Como por ejemplo: las ganas de prejubilarse – como medio de asegurarse el dinero para su futuro a partir de los 50 años-;que el monto total de préstamos particulares y especialmente para electrodomésticos, supere los hipotecarios; un absentismo laboral que haya alcanzado cotas insospechadas[2]; los malos datos de las contrataciones fijas; las pérdidas de puestos de trabajo en la industria del automóvil a base de fusiones y EREs o la introducción de ERTEs para salvar los anteriores y que hayamos superado el récord de personas en exclusión social (8,5 millones) ocupando el primer puesto en la UE.

La forzada subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) a 900 euros por Decreto Ley tendrá importantes repercusiones en la contratación a medio plazo aunque el gobierno se esfuerce en negarlo. A lo que habrá que añadir otras presiones y propuestas de subidas de Podemos sobre el PSOE para formar el llamado gobierno de “colaboración” como única vía posible junto a las caras peticiones de nacionalistas y de otros apoyos.

Por último, aunque no menos importante, cabe añadir el negro futuro que surge de las repercusiones directas e indirectas de la guerra comercial de EEUU en todos los imaginables frentes, las dificultades de la UE para seguir adelante tras una mala aplicación del Brexit y las pocas luces que se aprecian en los países de la Unión para tirar del carro y los escasos potenciales de los candidatos a relevar sus puestos clave. 

Factores todos ellos de gran incertidumbre social, personal y laboral, que repercuten en el estado de ánimo de los españoles y en la forma de encarar el futuro al que nos acercamos con gran inquietud y mucha desconfianza. 

Como conclusión final al vodevil electoral tras el primer entreacto (aún quedan dos más), se puede asegurar, que cada vez más se aprecia la urgente necesidad de una doble vuelta para evitar tanto chalaneo e intercambio de cromos que desaniman al votante bien intencionado. Debe estar en ellos, la posibilidad de elegir a sus representantes y que este bonito y responsable acto no se convierta en un sucio mercadeo entre corrientes muy alejadas, que se hacen “amigos” tras haberse echado falsos venablos mientras pedían nuestro voto.

Miremos donde miremos, no encontramos más que energúmenos y traidores que sólo buscan su acomodo o satisfacer su orgullo personal.  El problema se ciñe a lo que un gran amigo escribió  hace poco y que copio casi literalmente, “ningún político parece tomarse ya en serio a España, unos la traicionan, otros la dividen y el resto, se reparten lo que queda”.


[1]Creado tras la transformación de la antigua Alianza Popular y la integración en él de diversos partidos de centro, derechas y liberales, entre ellos los restos del CDS. 

[2]Está demostrado que muchos de los absentistas cobran más por las subvenciones que trabajando, al igual que las subvenciones a los parados de larga duración hacen disminuir el interés de estos por buscar trabajo legalmente.

 

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