España necesita un Servicio Nacional Voluntario

Enrique Miguel Sánchez Motos. Administrador Civil del Estado/The Diplomat 

El fallido intento de golpe de Estado realizado por la Generalitat y Parlament de Cataluña, ha puesto a la luz la realidad de odio a España y de adoctrinamiento que se ha promovido al amparo del buenísmo y la falta de visión con la que se ha enfocado el desarrollo y la transferencia de competencias a las Autonomías y, en particular, a Cataluña. En respuesta al golpe la conciencia nacional ha despertado, se han puesto bandera en ventanas y balcones y se ha sugerido la aplicación de medidas, tales como centralizar las competencias de educación, hasta hace poco tildadas de fascistas o reaccionarias.

El 155, un tanto debilitado por haber convocado demasiado pronto las elecciones catalanas, está permitiendo adquirir mucha información objetiva sobre actuaciones realizadas y también sobre los planes para el inmediato futuro que tenían los golpistas. Recientemente el periódico El Mundo publicaba una interesante noticia sobre uno de los proyectos que estaba estudiando Junts per Sí, la restauración en Cataluña del Servicio Militar Obligatorio. Esta idea aparecía en un documento interno confidencial “La Seguridad en la Republica Catalana, primeros planteamientos” en el que se estimaba que Cataluña debería tener un ejército, de unos 20.000 efectivos, proporcional a su población, que además pudiera tener un papel en la esfera internacional. Como ese ejercito sería costoso señalaban que habría que plantearse si recurrir de nuevo a las milicias.

Todo ello rompía dos tabúes tradicionales de la izquierda, el Ejército y el Servicio Militar Obligatorio, pero encajaba plenamente en los planes de refuerzo de la idea nacional separatista: una bandeja diferente, una Fuerza Militar que diera presencia y un nuevo instrumento de adoctrinamiento, el servicio militar.

Nosotros, los españoles, los que así nos sentimos, debemos aprender de ello y ser valientes y tomar la iniciativa en las propuestas: ¿Y si se creara en España un Servicio Nacional Voluntario? Uno de los problemas que se plantean en el Estado actual de las Autonomías es el localismo estrecho que lleva a ensalzar la bandera regional en detrimento de la nacional común a todos. Así se va generando una cultura que contribuye a romper la cohesión y la solidaridad interterritorial. Cuando a ello se une la existencia de una lengua regional propia y una educación sesgada, el caldo de cultivo queda preparado para el surgimiento de un nacionalismo excluyente y doctrinario. Lo hemos visto claramente en Cataluña y en el País Vasco y se extiende cada vez más por Baleares, Navarra y Valencia. Hay que buscar fórmulas para contrarrestarlo.

¿Por qué no hacer un ‘erasmus’ nacional, con dos opciones, la civil y la militar?

La experiencia demuestra que viajar y vivir en otros países y regiones nos hace ciudadanos del mundo, mucho más abiertos y solidarios. De hecho, el proyecto “Erasmus”, que fue lanzado en junio de 1987, hace ya 30 años, ha movilizado a un total de 9 millones de estudiantes europeos, y tiene un importante y positivo papel en la integración de Europa. Se conocen otros países, otras lenguas, otras culturas, otras personas, otras economías y se crean con frecuencia lazos duraderos y de simpatía con las personas y países en los que se ha vivido.

El Erasmus juega un papel de formación universitaria pero no se puede ignorar la formación personal que resulta de la experiencia de vivir en otro país, en otros contextos. Así, los costes que conlleva, becas y ayudas, pueden darse por fructíferos para la sociedad europea en su conjunto. El Erasmus se ve impulsado por el atractivo, al cual son sensibles muchos jóvenes, de salir de casa e ir a otros lugares, aprender a estar fuera del ambiente en que se ha nacido y tener nuevas experiencias.

Dado ese gran valor integrador del “Erasmus” en el plano internacional europeo ¿Por qué no hacer un “erasmus” nacional, un Servicio Nacional Voluntario no sólo para universitarios, sino para todos los jóvenes interesados con dos opciones, la militar y la civil? Los lugares de destino serían siempre provincias alejadas de la habitual de residencia en las cuales, según la opción elegida, militar o civil, se desarrollaría una actividad coordinada por el Ejército o por instituciones civiles públicas o bien ONGs en el caso del servicio civil, siempre bajo el prisma de aportar a la nación y a todos los españoles, a la vez que se aprende, servicios complementarios sea en el área de defensa o en servicios sociales, cuidado de montes, etc.

Cabría comenzar con una oferta de limitada de plazas, lo cual tendría un coste perfectamente asumible, para ir adquiriendo experiencia en la gestión del SNV y luego irlo extendiendo progresivamente. La Unión Europea ha dotado fondos para los planes de Garantía Juvenil que son una iniciativa para facilitar a los jóvenes el acceso al mercado laboral. Tal vez el SNV pudiera obtener ahí financiación, pero, en todo caso, vale la pena que España haga un esfuerzo presupuestario, compartido por Estado, CCAA y Ayuntamientos, para dar opciones a que ese SNV facilite el conocimiento de jóvenes de distintas regiones y que refuerce el sentimiento de una nación común solidaria y atractiva, en la que hay mucho por ver, por crear y por hacer.

Por otra parte, toda esa movilización daría un cierto impulso a la actividad económica, vía viajes, alojamientos, etc. Recuérdese que los viajes del INSERSO, que en un principio se consideraron un despilfarro de dinero público, están hoy siendo un claro apoyo al sector turístico, en la temporada baja, además de una justa recompensa a los mayores. No hay nada de reaccionario en un Servicio Nacional Voluntario sino todo lo contrario. Es un instrumento cultural muy valioso para ofrecer a los jóvenes la posibilidad de mirar al futuro, y en particular a la propia España, con mayores horizontes.

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