Opinión

Está cambiando realmente Uzbekistán. La Declaración de Samarcanda.

Antonio Alonso Marcos, profesor de la Universidad San Pablo CEU

La llegada al poder de Mirziyoyev y sus promesas

Hace casi dos años falleció Islam Karimov y un nuevo presidente asumió el poder. Desde luego no se puede decir que Shavkat Mirzioyoyev, un importante personaje de la política uzbeka desde hace décadas, muy implicado en el gobierno de Karimov, es un recién llegado a la política. Desde el inicio de su mandato, fue saludado con gran esperanza por las distintas cancillerías y por los medios de comunicación. Sin embargo, ¿cuánto hay de verdad en aquellas promesas de hace apenas dos años?

Cuando llegó, dejó claro que él iba a ser diferente; aunque mostraba un gran respeto por quien había sido su predecesor y mentor, no dudó en hacer las cosas de manera distinta y no temió abrir canales directos de comunicación con la población (a través de un portal web y de su cuenta de Telegram), dando especial importancia a las denuncias que iba recibiendo sobre corrupción. Esto es lo que ha hecho que muchos funcionarios o cargos públicos han acabado entre rejas, no sólo por robar sino por humillar a los detenidos, por ejemplo. 

Signos de cambio.

Aunque aún no hay encuestas o estudios a profundidad que permitan aseverar con certeza científica que hay cambios en Uzbekistán, baste con subrayar lo que dicen webs tan contrarias a Karimov como Radio Free Europe / Radio Libertyo incluso Amnistía Internacional y Freedom House, que hablan de “cambios positivos”. En efecto, además de establecer una estrategia política y económica a gran escala denominada Harakatlar Strategiyasi 2017-2021(Estrategia para el Desarrollo de Uzbekistán 2017-2021), el presidente Mirziyoyev tomó una serie de decisiones que pueden ser calificadas como revolucionarias para el país corazón de Asia Central. Concedió una amplia amnistía a presos políticos, a personas que estaban presas por ser sospechosas de desarrollar actividades orientadas a derrocar al régimen de Karimov, se ha dado mayor libertad de prensa, se ha frenado el trabajo forzoso (especialmente el infantil), se permite hacer fotos en las estaciones de metro de la capital, se ha decretado el permiso para actuar con criptomonedas, se ha reformado el sistema de visado para reducir y simplificar los trámites (especialmente para aquellos ciudadanos de 101 países que visitan el país por menos de 5 días).

Pero, sobre todo, se están fortaleciendo los lazos con las naciones de alrededor y con las grandes potencias interesadas en estar presente en la zona. En efecto, las relaciones con EE.UU. recibieron un fuerte impulso con la visita del presidente a Washington y con el respaldo de Trump a la estrategia de Uzbekistán para resolver el problema afgano. Las relaciones con Rusia, siempre tensas, parece que están entrando en una fase de aceptación y de respeto mutuos. Con China parece que también van a mejor, toda vez que el proyecto chino Belt and Roadsigue su curso y ya va creciendo la interconectividad entre las ciudades centroasiáticas gracias a la red viaria y ferroviaria que planean establecer.

La Resolución de la ONU A/72/L.61.

Una de las cuestiones que más preocupa de la zona es, precisamente, todo lo relacionado con la seguridad. Así, a instancias de Uzbekistán, la Asamblea General de la ONU aprobó el pasado 18 de junio la resolución sobre el "Fortalecimiento de la cooperación regional e internacional para asegurar la paz, la estabilidad y el desarrollo sostenible en la región de Asia Central".

Se trata sin duda de un triunfo de la diplomacia uzbeka el haber logrado la aprobación de este texto. Recoge las iniciativas regionales más importantes, no sólo las patrocinadas por Uzbekistán sino también aquellas impulsadas por los demás países de Asia Central.

El texto centra los temas de mayor interés de la zona, tanto los más tradicionales (la resolución del conflicto afgano, el fortalecimiento de la seguridad regional y su nexo con el desarrollo, la creación de la zona libre de armas nucleares, la desnuclearización de la zona,…) como aquellos que son más novedosos (buen uso de la energía, aprovechamiento del agua, con especial atención a la situación del mar de Aral, el incremento de conexiones a través del transporte,…).

Por otro lado, hay un largo camino que recorrer en el campo de la educación y del diálogo intercultural, como se señala en la propia resolución al hablar de los Juegos Nómadas Mundiales. Es en ese campo donde se juega el futuro de la región, pues los extremismos y radicalismos también son contrarrestados en la familia y en la escuela.

En ese sentido, también es importante la labor del Centro Regional de las Naciones Unidas para la Diplomacia Preventiva para Asia Central (UNRCCA). Precisamente, los tres últimos puntos de la resolución (13, 14 y 15) son los más importantes pues donde se condesa el contenido más práctico, señala el camino para resolver los problemas regionales: el diálogo entre las distintas partes, la buena voluntad política de sumar esfuerzos y no de multiplicar tareas (y organismos, organizaciones, etc).

Por último, hay que destacar el esfuerzo que ha hecho Uzbekistán, sobre todo en el último año en dos aspectos: acogiendo las conversaciones de paz para resolver la situación en Afganistán y liderando acciones conjuntas con los demás Jefes de Estado de la región para afrontar problemas comunes.

La Declaración de Samarcanda.

Durante los días 11 y 12 de junio se desarrolló en Tashkent y Samarcanda una conferencia internacional bajo el auspicio de la OSCE, más concretamente de su oficina en Taskent, sobre “El papel de la juventud en la lucha contra el extremismo violento y la radicalización del terrorismo”. Allí, expertos provenientes de Asia, Europa, EE.UU. y de algunas organizaciones internacionales, discutieron sobre los patrones comunes, de los factores que llevan a una persona a verse involucrada en grupos o acciones violentas. S ele dedicó especial atención a los jóvenes pues las estadísticas muestran que son la población más vulnerable a las redes de captación de grupos criminales, pero también es –curiosamente— el rango de edad donde se pueden ofrecer más soluciones, más alternativas para evitar que caigan en esa trampa.

La declaración, que recoge las principales aportaciones de las ponencias, lleva el título “Declaración de Samarcanda sobre el aumento del papel de la juventud en la lucha contra el extremismo violento y la radicalización del terrorismo” y señala varios puntos en los que tanto los estados como la sociedad civil pueden trabajar para evitar que esas personas acaben vinculadas a grupos extremistas y violentos. Aparte de los tradicionales asuntos relacionados con la educación y la atención a la inclusión social (y la inserción laboral), se hizo mucho hincapié en el buen uso de internet y de las redes sociales y de una herramienta preventiva que en Uzbekistán es ya tradicional: el mahalla, la institución del barrio, que ayuda a conseguir los objetivos mencionados.