Francia-Argelia, relaciones pasionales

 Ramón Moreno Castilla

Siguiendo el hilo argumental de mi artículo publicado en el número 10 de la última edición impresa de ATALAYAR, de reciente aparición, titulado “Los retos de España en el Magreb”, que era a su vez una continuación en el tiempo del artículo anterior “La Francia de François Hollande y el Magreb”, publicado en la edición on-line de esta misma revista el 18 de septiembre de 2014; hoy he creído oportuno abundar en estos temas, a propósito de una polémica y esclarecedora  publicación que ha visto la luz recientemente, de la periodista francesa colaboradora del periódico Le Figaro y Le Journal Du Dimanche, Marie-Chistine Tabet, que pone al descubierto la trama de intereses ocultos e inconfesables franco-argelinos.

En efecto, este libro titulado “París-Argel: une historie passionnelle”, del que es coautora Tabet junto con Christophe Dubois, revela los asuntos “debajo de la mesa” de las relaciones entre las clases dirigentes argelina y francesa; una investigación que ha permitido sacar a la luz los nombres, las fortunas y los bienes inmobiliarios acumulados en Francia por numerosas personalidades políticas argelinas, desconocidos hasta la fecha. Los detalles de este libro, producto de una exhaustiva investigación, desacredita, en primer lugar, a la mayoría de los dirigentes argelinos y, naturalmente, deja en entredicho a ciertas autoridades francesas. En la página 360 de dicho libro, se denuncia que son 50.000 millones de euros la cantidad acumulada ilegalmente por determinados dirigentes políticos de Argelia; una cifra que pone de relieve una corrupción de ida y vuelta, y que supera con creces el PIB de Canarias, por poner un ejemplo cercano. Pero, el gran interrogante es ¿por qué este asunto, y cuáles son sus motivaciones?. Y, ¿por qué ahora en 2015?

En una entrevista concedida a un conocido medio argelino, la periodista Marie-Christine Tabet, coautora de “París-Argel, une historie passionnelle”, nos revela las claves de esas relaciones pasionales entre Francia y Argelia, en las que subyace los apoyos de la antigua metrópoli a los dirigentes argelinos -con el beneplácito de estados Unidos- para preservar la seguridad en la zona; y la enconada lucha por el poder que se está produciendo actualmente en Argelia, donde la decrépita figura del presidente Abdelaziz Buteflika, aquejado hace tiempo de una grave enfermedad, crea incertidumbres y zozobras respecto a su sustitución, poniendo en peligro el precario sistema democrático argelino. La reiterada cita al gran escritor argelino Boualem Sansan que utiliza Tabet pone encima de la mesa la relación colonizado-colonizador; una constante en las relaciones franco-argelinas: “...Hay como una fatalidad de los países que a lo largo de su historia han caído presos de las prácticas dominante-dominado, que aún perduran hoy en día”... En respuesta a una pregunta del entrevistador a la periodista sobre la palabra “France-Algérie”, relativa a si la relación entre Francia y Argelia era comparable a la “Françafrique”, que implicaría una acción neo colonial en Argelia siguiendo las prácticas políticas. 

El revelador libro es la historia de relaciones continuadas entre una Francia oficial y una Argelia oficial, que nada tiene que ver con la realidad. Desde hace 53 años tanto París como Argel tiene la ilusión de mantener una relación normal entre dos países soberanos; como si Francia y Argelia, metrópoli y ex colonia, respectivamente, después de una larga y cruenta guerra, hubieran arreglado sus grandes diferencias. Según Tabet, este juego estúpido no engaña a nadie; y en estas dos orillas del Mediterráneo continuamos como si ese asunto estuviera ya zanjado. O sea, como si los acuerdos  de E'vian se hubieran materializado, y como si Argelia se hubiera independizado realmente de Francia; lo que pone de relieve el neocolonialismo francés en su antigua colonia, actualmente un supuesto país libre y soberano. Recuérdese, que dicho acuerdo fue el resultado de las conversaciones entre representantes de Francia y del Gobierno Provisional de la República de Argelia, para la autodeterminación de la “provincia” francesa, que se produjo virtualmente el 18 de marzo de 1962.

Esta ficción, reconoce Tabet, ha permitido a Francia facilitar el cuarto mandato de Buteflika, sin el menor sonrojo. Francia autoriza igualmente a los dirigentes argelinos presumir de sus medallas de “libertadores”, para alimentar el fuego de la legitimidad política (emanada de la lucha armada del FLN) y, por tanto, sitúa a  Argelia como un país que se sigue consumiendo lentamente con sus propios dirigentes. La realidad argelina es implacable y reveladora: la economía no se desarrolla, la juventud en paro no ve salidas ni tiene expectativas de futuro, y la renta del petróleo, cada vez menor, no revierte en la sociedad argelina, cada día más pobre e indefensa; y los pactos con los islamistas puede saltar por los aires, lo que significaría la radicalización de la vida política, ya de por si bastante convulsa. A la “Argel blanca” le ha caído un tupido velo que la oscurece; y nos muestra una capital triste, austera, donde la vida se para a las 18 horas, y donde los cines están vacíos, y los bares y restaurantes cerrados con las rejas echadas etc. etc. Un panorama desolador...

Pero el libro de Marie-Christine Tabet, va todavía más allá. Entre la información tremendamente comprometida de las transacciones financieras y propiedades inmobiliarias de significados dirigentes argelinos, a las que las autoridades francesas hacen la vista gorda, encontramos datos muy ilustrativos entre los que aparece involucrado el actual ministro argelino de Industria y Minas, Abdessalem Bouchouar. Asimismo, el libro “París-Argel, une historie passionnelle” revela que la hija del primer ministro argelino, Abdelmalek Sellal, habría adquirido un lujoso apartamento en París valorado en 860.000 euros, con fondos de dudosa legalidad. En la relación de “inversores” argelinos en Francia con importantes propiedades inmobiliarias, figura también el anciano ministro argelino de los Moudjahidine (antiguos combatientes contra el colonialismo francés), Mohamed Cherif Abbas e, inclusive la propia familia Bouteflica, cuyas supuestas propiedades y cuentas bancarias en Francia  habrían sido adquiridas con la mediación de responsables del grupo Khalifa. De hecho, el propio hermano del presidente argelino disfruta de un apartamento en París, que también es usado por el citado grupo.

En este entramado cuasi mafioso, de corruptelas y complicidades de unos y de otros, Tabet reconoce que la Justicia francesa es tibia y no puede actuar de oficio; y subraya que tanto ella como el otro coautor del libro son dos periodistas franceses que han investigado a las principales autoridades argelinas y al propio Gobierno actual de este país. Es el caso paradigmático del general Toufik, jefe de los temibles, omnipresentes y todopoderosos servicios de inteligencia militar (DRS). Los autores enfatizan en el hecho de que en todo este conglomerado de intereses, han percibido como los dirigentes franceses políticos y económicos están imbuidos por los tres poderes argelinos: político, militar y servicios de inteligencia; reconociendo asimismo que los franceses son prudentes e ilusos en razón de la historia y de su complejo de colonizador. Preguntada Tabet sobre cuál es la visión de las autoridades francesas, a tenor de la enfermedad de Abdelaziz Buteflika y los problemas de sucesión, y cual sería la naturaleza de las relaciones franco-argelinas en el futuro, su respuesta fue inequívoca. Sería una fantasía, dijo, pensar que Francia designaría al sucesor de Buteflika, mostrándose muy confiada en el porvenir de los dos países; señalando que los pueblos y los destinos son coincidentes después de más de 180 años.

En ese contexto geográfico, donde el desarrollo de la UMA (Unión Magrebí Árabe) sigue fuertemente condicionado por el contencioso histórico entre Argelia y Marruecos, las dos potencias y referentes indudables del Magreb; conviene no perder de vista la perspectiva histórica que ahora mismo sitúa a los dos países en las antípodas del entendimiento político y la cooperación bilateral. Marruecos, siempre ha conocido los entresijos de la política argelina y su “relación pasional” con Francia. Ya desde la Guerra Fría y en el reinado del fallecido Hassan II, padre del actual Rey, mientras Argelia se alineaba con el bloque soviético y era un peón del Pacto de Varsovia en la zona;

Marruecos era fiel aliado de Estados Unidos y de las potencias Occidentales; actuando como verdadero baluarte y garante de la seguridad y estabilidad en la región. Actualmente, la situación en Argelia, pese a la aparente tranquilidad institucional, es un auténtico polvorín, donde se vive una encarnizada lucha por el poder, lo que depara un futuro incierto. Marruecos, por el contrario es un país estable, seguro, con una Monarquía Parlamentaria firmemente asentada; con un consolidado pluralismo político, siendo la alternancia en el poder  un hecho cierto y constatable; y donde la figura de Mohamed VI, el gran reformista e impulsor de grandes planes de desarrollo que están transformando a este país emergente,  no es cuestionada en absoluto y constituye una garantía de seguridad y estabilidad en la región. Marruecos se ha convertido en la verdadera “frontera Sur” de Europa.-

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