Opinión

Hace un año

F. Javier Blasco

Se suele decir que el tiempo corre, que lo hace tan deprisa que no tenemos ocasión para darnos cuenta de lo que realmente ocurre. Es verdad que es así y máxime para las personas que ya empiezan a tener una avanzada edad y que, por ello, tratan de aferrarse a la vida como a un clavo ardiendo en espera de que todo discurra un poco más despacio y así poder gozar algo más del disfrute de los placeres de la vida.  Lo malo está cuando dichos placeres son menores que los problemas que la vida nos presenta.

Hace un año y dentro de este periodo de tiempo han ocurrido hechos que impactaron a la sociedad internacional y que, por diversas circunstancias, aún no acaban de encontrar una solución o respuesta que satisfaga plenamente el interés o intriga que ocasionaron y, en algunos casos, sus consecuencias aún no están totalmente reflejadas o bebidamente analizadas.

Quisiera empezar este repaso del anunciado periodo por el mal denominado golpe de Estado en Turquía que originó la muerte de 249 personas y de otras 2.193 que resultaron heridas. Hoy, en señal de triunfo y no de duelo, Turquía está preparada y engalanada para recordar el día conocido como del «Destani» (la gesta, en turco).

Aquel fue un golpe sobre el que aún no se sabe la realidad de su autoría, aunque, somos muchos los que sospechamos, que este fue o bien inducido bajo el engaño para estar preparados para su fracaso o un auto golpe para dar paso y ocasión justificable a los siguientes movimientos que afianzan el destino y las capacidades de cambios de uno de los más autoritarios dirigentes de la actualidad, Erdogan. Un hombre, que además goza de determinado prestigio interno y de una especie de gran resignación externa al ser todos (UE y OTAN) conscientes de las capacidades del país que regenta y de la necesidad de contar con Turquía como aliado, aunque este sea muy costoso y tremendamente engorroso en determinadas ocasiones, y así alejarlo de las filas de nuestros contrarios. Se puede asegurar, sin temor a equivocarse mucho que, gracias al mismo, se provocó la situación suficientemente impactante, para que un poco más tarde, los tres poderes (Legislativo, Ejecutivo y Judicial) hayan quedado ahora en manos de la misma persona.

Un golpe, que además y como consecuencia del mismo ha traído y sigue originando varias purgas masivas entre su población más destacada intelectualmente ya que han supuesto el encarcelamiento de 50.510 ciudadanos y el despido o suspensión de empleo de cerca de 140.000 trabajadores turcos (militares, funcionarios, periodistas, jueces, profesores, pensadores y clérigos). Digo que aún sigue coleando, porque hoy nos hemos desayunado con que, en la víspera de dicho aniversario, otros más de 7.000 policías, soldados, funcionarios y académicos perdieron ayer su trabajo.

En cualquier caso, tras lograr Erdogan dejar el camino expedito y tener las manos libres para todo lo que precise, podemos afirmar que con el control absoluto de Turquía, es capaz de jugar a varias bandas, no duda en alinearse con tiros y troyanos, trata de adquirir todo el importante material bélico del que escasea[1] y hasta puede llegar a convertirse en un aspirante a dominar política y militarmente una zona como Oriente Medio, o por lo menos, a tener mucho que decir en dicho juego, que sin duda, hace tiempo se está fraguando.

Este último año ha sido clave para la lucha contra el Estado Islámico tanto en Siria como en Iraq; una lucha que para muchos parecía que iba a ser muy corta y que, aunque no ha acabado del todo, si ha logrado éxitos importantes como la, tantas veces, anunciada caída de Mosul en Iraq y la inminente toma de Raqqa en Siria. Pero, también es verdad que para llegar a ello, contra toda intención inicial, ha sido precisa-tal  como muchos anunciábamos y requeríamos- la verdadera participación internacional sobre el terreno y con potentes medios de apoyo al combate además del anunciado entrenamiento y ayuda logística a las fuerzas que les combaten.

Una participación, que en muchos casos no ha sido anunciada o tratada de ocultar, basta solo con ver la apariencia y equipamiento que hora ostentan los combatientes “nacionales” contra las cada vez más exiguas y desgastadas tropas yihadistas. Aunque disminuya progresivamente el problema de la presencia de estas en dicha zona y se halla logrado, al parecer, la muerte de una parte importante de sus máximos dirigentes podríamos llegar a pensar en la efectividad de estas medidas para erradicarlos definitivamente. No obstante, creo firmemente que tardaremos mucho tiempo en ver finalizada dicha tarea y conviene no olvidar que el concepto de Estado con su consiguiente territorio dominado sigue vigente a diferencia con Al Qaeda y que este ya se va exportando y extendiendo a otras áreas de África y Asia. Ya veremos cómo atendemos, si lo hacemos, a dicha nueva versión del Estado Islámico, o como ocurre en casos complejos, el problema no reside en sí mismo, sino en el lugar donde se instala o radica.   

Hace un año que un suicida terrorista yihadista se encargó de amargar la Fiesta Nacional de Francia, ocasionando la no desdeñable cifra de 86 muertos y 460 heridos de los que 50 fueron críticos entre simples ciudadanos que en familia o con amigos paseaban la noche del 14 de julio por el paseo marítimo de la bella ciudad de Niza mientras veían los conmemorativos fuegos de artificio.

Siguiendo en el mismos país, el segundo pilar de la UE, conviene recordar que durante este año ha habido grandes cambios en la vida política del mismo; un país lastrado por las tradiciones y sobre el que nadie podía sospechar que los partidos tradicionales de izquierda y derecha que se alternaban en la gobernanza del mismo, han quedado reducidos a la ignominia y sobre todo por parte del partido socialista, que ha pasado de estar en el gobierno a convertirse en algo poco más que testimonial o residual.  Una víctima más de la mala gobernanza o del mal actuar ante varios atentados terroristas y por haber sido incapaz de alinear junto a él a los “amigos y aliados”, quedándose casi solos en su lucha exterior contra el terrorismo y totalmente inoperativos frente a la consecución de la protección interior de sus conciudadanos. Cosa que, no tanto en el mundo anglosajón, los votantes tienen muy en cuenta a la hora de introducir sus papeletas en las urnas.

Ahora se encuentran con un nuevo gobierno de estilo moderno formado por aluvión de izquierdas y de derechas, como única herramienta para hacer frente a los populismos encabezados, en este caso, por el ultraderechista partido del Frente Nacional de Marie Le Pen, quien estuvo a las puertas de haber dado un vuelco irreparable a la política francesa y europea. Con un nuevo estilo de Presidente, que no duda en abrazarse por separado a Merkel y a Trump en el mismo día y por mucho que a ambos les separe. Un hombre con aparentes grandes principios que pronto ha eclipsado y enamorado a muchos dentro y fuera de casa y del que ya, bastantes reclaman, una tremenda similitud de estilo y formas de hacer política. Ojo con dicho tipo de comparaciones, porque, ya sabemos que estas, generalmente, son odiosa y muy pocas veces, acertadas.  

Hablando de EEUU, debemos recordar que hace un año los norteamericanos se encontraban en la recta final de su complejo proceso electoral y nadie o muy pocos pensábamos que un alocado, deslenguado, ciertamente misógino y mesiánico Trump llegaría a ocupar el sillón de la Casa Oval y allí está haciendo y deshaciendo lo que le viene en gana; con amenazas belicistas, aislacionismos económicos y marchas adelante y atrás en la mayoría de sus decisiones previamente adoptadas, aunque esto solo lo haga a medias. Un hombre que puede y debe ser capaz de influir sobre una serie de medidas susceptibles de propiciar un giro importante en el devenir y formas de vida de los habitantes de su país, de sus vecinos en concreto, del planeta en general y sobre todo, de las generaciones venideras, si es que final y fundamentalmente, no se aviene a cambiar el rumbo de sus decisiones sobre el cambio climático.

Hace poco más de un año que conocimos los resultados de un alocado e irreflexivo referéndum en el Reino Unido, que llevó al país a lo que se conoce como el Brexit y que, aunque las negociaciones con la UE aún no han empezado de verdad a concretar las condiciones y responsabilidades de dicha salida, por lo poco que se conoce, no se espera nada bueno, o por lo menos, muy poco halagüeño para todos. El choque de trenes está servido y nada apoya menos a solventar esto, que la comprensión e incondicional ayuda ofrecida por Trump a sus “primos” con tal de fastidiar y acogotar a Europa, su política de defensa y los tratados de libre comercio.   

Igualmente, podemos decir, que a lo largo de este año los atentados terroristas yihadistas no han cesado de sucederse en el mundo y especialmente en Europa al cebarse con determinados países; destacando de entre ellos el ya mencionado Reino Unido. Cosa que es difícil de explicar, aunque algunos ya lo relacionan positiva o negativamente con el mismo Brexit, por ser la inmigración y, en parte, la islamofobia dos de las causas esgrimidas para el apoyo de dicho movimiento separatista.  

Corea del Norte y su dictador dinástico siguen dando la lata y amenazando al mundo con pruebas de misiles y nucleares sin que nadie sea capaz en poner de acuerdo a las tres potencias que pueden y deben arreglar este problema antes de que sea irreversible; China Rusia y EEUU.  Cada uno tiene sus razones para continuar en el punto muerto en el que se encuentran y mientras tanto, aquel alocado dirigente sigue sometiendo a los suyos a la mayor de las pobrezas, tiranías   y proliferando en su camino para conseguir una amenaza real y efectiva. Puede, que, si algún día conseguimos reaccionar contra esto, sea ya demasiado tarde para ello. 

En el otro continente, el dictador venezolano, ejemplo y guía de algunos partidos mucho más cercanos a nosotros, mantiene la represión sobre su pueblo, aumentando el número de víctimas entre los que protestan por sus abusos y falta de democracia y con un país a punto de lanzarse a una guerra civil entre unos pobres ciudadanos desarmados y hambrientos y un ejército lleno de privilegios, bien alimentado y bastante bien pertrechado. Todo ello, ante la mirada y postura impávida de la Comunidad Internacional y sin que nadie mueva un dedo para evitarlo. Mal, muy mal asunto. 

En clave interna podemos decir que hace un año seguíamos deshojando la margarita en espera de un gobierno estable que nos llevara al final de un largo túnel y que pusiera coto a esa molesta y constante sangría que supone la no gobernanza y la lucha contra el paro y la corrupción. El habitualmente cambiante, y amenazante discurso del Secretario General del PSOE, Pedro Sánchez, nos llenaba de zozobra y ya se anunciaban los tambores de guerra interna dentro del propio partido para descabalgarlo y evitar con ello una deriva más que anunciada hacia un nefasto gobierno –denominado Frankenstein- formado por socialistas, Podemos y toda la gama y espectro de partidos nacionalistas, separatistas y antisistema. Hubo que esperar hasta el primero de octubre para evitar tan mal trago, pero ya vemos, que no sirvió para nada.

Pedro Sánchez, cual Ave Fénix, resurgió de sus cenizas y, a pesar de que pocos daban un duro por su recuperación al frente del partido, tras unos meses de trasiego y mucho apuñalamiento farisaico y cainita, aquí lo tenemos de nuevo, con superiores e mucho más impetuosas ansias de grandeza y revancha. Al frente de un partido, que muchos daban por divido, pero que, como suele ocurrir en esta vida, la carne humana es débil y la necesidad de buscarse el sustento para la mayoría de las personas que solo saben dedicarse a la política, les hace tragarse sapos de punta y allí donde se dijo Digo, ahora dicen Diego.

Muchos de sus más feroces oponentes, entre la llamada Baronía del partido, ahora son fieles seguidores, palmeros a toda prueba o incluso ya se le adelantan a sus mesiánicas intenciones y comienzan a abrirle el paso acogiendo a Podemos en sus maltrechos y poco resistentes gobiernos regionales o autonómicos. Aquellos que estaban dispuestos a colgar los aperos de labranza e irse a su casa, ahora aran los campos de sol a sol con una energía y entusiasmo poco reconocible en su pasado. 

Ayer, el citado personaje, nos presentó junto a su cambiante y mutante marca en tierras catalanas, el PSC, la llamada Declaración de Barcelona. Un documento de aliño y poco meditado que, con la apariencia de tratar de resolver las insaciables exigencias y ansias independentistas del gobierno y de algunos partidos catalanes, lo que trae consigo son muchas más cesiones de tipo político y económico; pero, fundamentalmente, profundos cambios en la Constitución, para con ello llevar a España a una situación irreversible en la que la entidad y unidad nacional desaparezca y en su lugar se creen diversas naciones –sin especificar cuantas de momento-. Lo que, en definitiva, se traduce en un montón de cesiones e inversiones y el rechazo de plano de la aplicación de lo que marca nuestra Constitución todavía vigente. 

Tengo la sensación que Sánchez, sus acólitos y palmeros dentro y fuera del partido -sobre todo en la esfera económica y en ciertos medios de comunicación- aún no se han dado cuenta, y no será porque no nos lo repiten por activa y pasiva, que lo pretenden dichos políticos separatistas, no es un encaje en España sea como sea o cueste lo que cueste; estas personas, solo pararán cuando alcancen su pretendida y total independencia. Que seguirán adelante a pesar de los muchos avisos internos y externos de los graves problemas que ello acarrearía para España y Cataluña, pero sobre todo, para los catalanes.

Un gobierno como el de Cataluña, que está preso de los partidos independentistas y antisistema que le apoyan y sostienen, que solo se rodea de fieles a su causa, expulsando de sus filas a los timoratos y que, sin ningún miramiento, se ha lanzado a una carrera de presuntas desobediencias, desacatos, malversaciones y hasta de traición por convertirse en potenciales golpistas por tratar de romper España y saltarse la Ley, la Constitución y las resoluciones del Tribunal Constitucional nacional y del propio equivalente catalán. Que a la vista de lo anterior, no está dispuesto a contentarse con unas migajas lingüísticas y de doble sentido que le puedan traer determinados términos inventados al respecto y que, según nuestra propia Ley y Constitución no tienen cabida en la misma salvo que esta se reforme sustancialmente y, que además, son conocedores de que por mucho que Sánchez lo intente, las exigencias numéricas para tales acuerdos son de tanta envergadura, que debe llover mucho y cambiar muchísimo el panorama político para que esto ocurra.

Menos mal que hoy, los principales diarios de alcance nacional no han dado a este macabro anuncio mucha o gran importancia; la mayoría de los que apenas lo tratan, lo hacen en clave de propaganda electoralista catalana, ya que poco más le queda al susodicho Govern que convocar elecciones para el próximo otoño. Otros lo intuyen como una mayor podemización del PSOE y un acercamiento entre los dirigentes de ambos partidos, que estando en lucha por conquistar en un mismo caladero los votos que les sustenten, aparentan acercamientos de posturas y hasta ciertos e importantes guiños, cuando en realidad, se odian hasta la saciedad. No en vano, fue Pablo Iglesias el único responsable de que Sánchez no alcanzara la presidencia del Gobierno tras las elecciones de diciembre de 2015.

Otra cosa no será, pero Sánchez ha dejado más que demostrada su capacidad de memoria y su gran rencor hacia todo aquel que le contradice o se acerca a pisarle aunque solo sea, el tacón de su zapato. Es tremendamente preocupante que un partido que nació, vivió y gobernó con un gran sentido de la unidad de España y que pretende volver a hacerlo, tome derivas tan perjudiciales para España y el conjunto de los españoles. Ahora resulta, que al parecer, van a ser ciertos los tildados de “infundados” temores que expresaron los barones del PSOE el pasado uno de octubre.

En el otro lado de la balanza, tenemos al partido en el Gobierno, que sigue sin aplicar una auténtica política de información sobre lo mucho o poco que hace en aras de la reconciliación, ni en aprender de los errores del pasado; que continúa de forma timorata y casi a escondidas inyectando muchos millones de euros en aquellas tierras y con una desmesurada expresión de inacabable paciencia ante todo tipo de desplantes y desobediencias; que sigue confiando en que sea la propia justicia y los tribunales los únicos que arreglen todos los desaguisados, aunque, sea aplicando menos delitos de los que corresponde a los hechos acaecidos y que las penas finales adjudicadas a ellos, lo sean en su menor expresión. Pero, incapaz de poner en práctica, de una vez por todas, las otras herramientas a su alcance, que no son pocas y que muchos están ya esperando.

Con la caja abierta a seguir insuflando cientos y miles de millones a una parte de España, que por vivir despilfarrando y alocadamente en su aspecto político, no hace más que lastrar al resto del territorio nacional. Que ha conseguido y continúa consiguiendo inversiones y cuidados, que ya quisieran para sí, aunque fuera en una décima parte, muchas de aquellas otras regiones, que por no protestar o, simplemente por cumplir con los preceptos, quedan relegadas y cada vez mucho más alejadas de los “pobres catalanes” a los que hay que contentar cueste lo cueste, aunque los dirigentes de estos no cumplan con nada de lo estipulado y legislado. El Gobierno no es consciente de que estas posturas dan pábulo a los rumores, las críticas y, aunque no sea nada cierto, a un elevado grado de ignominia al tacharles de inmovilismo. Están perdiendo un tiempo muy valioso y, a la vez, la paciencia y confianza de sus votantes y seguidores se va a raudales día a día.

Por otro lado, tenemos a Ciudadanos, un partido de aluvión, que juega al buenísmo y a poner constantemente a prueba al Gobierno y al partido que lo sustenta; aireando trapos sucios de corrupción de aquellos, mientras oculta las propias corruptelas o algo más que ellas. Que se va desangrando poco a poco, disminuyendo el número de representantes en sus filas y gran parte de los pocos poderes que, de momento, aún ostenta. Que se conforma con sacarle migajas y compromisos económicos al Gobierno que son más bombo que nueces y que los vende a los conciudadanos como grandes éxitos, aunque estos “logros” supongan una mayor carga y traba a la buena marcha de la economía y se puedan traducir en una lacra -por precipitados- para la recuperación real de la economía.

El partido de las dos caras, del blanco y el negro al mismo tiempo, de personas con un cierto grado de inmadurez, que como los niños, cada día o son amigos del alma o no se ajuntan, según sea la cara, las palabras del contrario o les deja jugar con sus juguetes. En mi opinión no son muy serios en sus planteamientos y muy poco fiables en sus acciones o reacciones ya que son capaces de aliarse con Dios o con el Diablo con tal de figurar ellos, como los salvadores de la Patria y de los “oprimidos”. Que se prestan al dialogo con casi todas las fuerzas aunque sepan que su contrario les está vendiendo humo y que cuando, se dan cuenta de lo mal hecho con ciertos peligrosos acercamientos, pronto se muestran totalmente contrariados u ofendidos por ello.

No quiero decir nada en concreto de los partidos nacionalistas, separatistas y antisistema que tenemos y padecemos en casa; ya sabemos todos lo que estos son y significan. Son partidos que, en general, solo buscan los propios benéficos y, que la mayoría pretenden romper a España y su sistema democrático.  No entiendo, como es posible que sigan teniendo voz, voto y asiento a la lumbre en nuestras cámaras y gobiernos locales. Cuanto añoro los tiempos en los que, sin pelos en la lengua, se deslegitimaba a los partidos que no eran democráticos o no defendían la Constitución. Ahora, los tiempos han cambiado, el buenísmo se ha instalado en España y en Europa en general, debemos tragarnos infumables discursos de sus representantes y portavoces, quienes amparándose en determinados privilegios e inmunidades que les otorga su cargo, además de despreciar constantemente a España –al renegar de su pertenencia a ella- y a los españoles en general, no cesan en ofendernos a todos con sus propuestas, falacias, imposturas, amenazas o con palabras y gestos grotescos verdaderamente impropios de cualquier tertulia y mucho menos de un hemiciclo.

El mundo ha cambiado algo en este último año; algunas cosas se han salvado e incluso ciertos peligros han sido superados; pero, hay asuntos que solo han cambiado a peor y, muchas cosas nefastas e incomprensibles para cualquier mediana inteligencia, siguen estando allí e incluso se van agrandando. Por mucho que haya corrido el tiempo, por mucho que nos empeñemos, hay mucha gente empecinada en que las cosas cambien poco o lo hagan para mal.

[1] https://article.wn.com/view/2017/07/14/Turkey_to_pay_25bn_for_Russian_S400_missiles_Official/