Inquietud en los países árabes ante un hipotético 'Gobierno de coalición' entre PSOE y Podemos

Pedro Canales

Los países árabes en general y nuestros vecinos del norte de África en particular siguen con atención las peripecias de la negociación para formar un gobierno presidido por el socialista Pedro Sánchez. La posibilidad de que se forme un Ejecutivo de coalición entre el PSOE y la formación Unidas Podemos de Pablo Iglesias, preocupa en algunas capitales. 

El programa político lanzado por Pablo Iglesias, en cuanto a política exterior se refiere, basado en lo que el radical profesor universitario llama “las tres D”, Democracia, Derechos humanos y Desarrollo, supondría un cuestionamiento más o menos pronunciado con el actual modelo de relaciones bilaterales que España practica con la mayoría de estos países.

Sin ir más lejos, el gobierno español ha mantenido un silencio total y una complicidad manifiesta con el recién derrocado régimen de Abdelaziz Buteflika que reinó como dueño y señor durante veinte años en Argelia. España, no sólo ha silenciado las múltiples violaciones de los derechos humanos y la constante vulneración de las libertades democráticas, sino que ha sido refugio de dinero negro y de negocios sucios de la camarilla de oligarcas del entorno del ex presidente. Todo ello en nombre del realismo político que imponía el principal suministrador de gas natural a España, con un 52% del total de importaciones. “Las tres D” del candidato ministrable Iglesias, harían saltar por los aires esta “realpolitik”. 

Otro tanto ocurre con Marruecos, país al que la formación Unidas Podemos atribuye un considerable número de males, por ser una Monarquía. Frente al “buenismo” republicano, las monarquías son todas perversas, viene a ser el emblema agitador de Pablo Iglesias. 

La visión generosa del mundo perfectode Iglesias, no tiene en cuenta que el volumen de relaciones bilaterales entre España y Marruecos es globalmente el más denso de todos, y en muchos aspectos ejemplar. Porque si bien es verdad que el reino de Mohamed VI es según la última estadística de 2018 nuestro noveno cliente (y el segundo fuera de la Unión Europea, después de los Estados Unidos), con una cuota de mercado del 2,9%; al tiempo que nuestro undécimo proveedor después de la Unión Europea, China, EEUU y Turquía, lo más determinante en estas relaciones es que abarcan todas las áreas de la acción exterior. Podemos quiere someter a su corsé de “tres D”, una relación que incluye, economía, política, cultura, deporte, comercio, migración, enseñanza, salud, seguridad, instituciones. A diferencia de lo que ocurre con todos los otros países en materia bilateral, que sólo abarca uno, dos o tres de estos parámetros, con Marruecos se incluyen todos. No hay ninguna área de actividad que no esté desarrollada entre las dos orillas del Estrecho. Pretender pasar por el tamiz de “las tres D” cada uno de los capítulos de estas relaciones, es una aventura de consecuencias impredecibles y de cualquier manera nefastas. 

Por si esto no fuera suficiente, está además la cuestión del Sahara Occidental. Pablo Iglesias en su campaña electoral prometió que si su formación llegara al gobierno – en esos momentos no se hablaba aún de gobierno de coalición -, reconocería la República saharaui RASD proclamada en Tinduf, y que no es reconocida por ningún país europeo, ni occidental, ni miembro del Consejo de Seguridad de la ONU. En nombre de sus “tres D” Iglesias abrazaría formalmente “la causa saharaui” y daría la espalda a Marruecos. 

La negativa de la Ejecutiva del PSOE a formar un Gobierno de coalición, es clara y sin ambigüedad. Sánchez no quiere “ministros” de Podemos. Pero sí ofrece “otros niveles” de decisión a su socio principal de gobierno. Entre ellos, Iglesias piensa que podría estar su “Comité de derechos humanos” con antenas en todos los ministerios, incluidos Defensa e Interior, y con funciones ejecutivas; una especie de superministerio en la sombra. Un Comité que haría saltar por los aires las relaciones con los países árabes del Golfo, con Egipto, con Irán, y hasta con Israel, países todos estos en los que las libertades y los derechos humanos brillan por su ausencia o dejan mucho que desear.

Cualquiera sea la fórmula que encuentren PSOE y Podemos para lograr la investidura de Pedro Sánchez o de otro candidato socialista, lo que es seguro es que las carteras y actividades ministeriales que representan el núcleo duro de los intereses de Estado, Interior, Defensa, Relaciones Exteriores, Inteligencia y Lucha antiterrorista, no estarán al alcance de los eventuales socios del PSOE; y que las deliberaciones en el Consejo de Ministros, al menos las trascendentales, les estarán igualmente vedadas.

Los gobiernos de Marruecos, Argelia y los otros socios árabes de España, lo saben, aunque la inquietud persiste.   

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