Opinión

Juego de tronos en el Mar Rojo

Javier Fernández Arribas 
El control del Mar Rojo se ha convertido en un objetivo estratégico de primera magnitud para países que pugnan por la supremacía en esta convulsa región. Su valor es evidente porque por sus aguas se mueven millones de toneladas de petróleo y gas, productos básicos para las economías de los países productores de la zona, las monarquías del Golfo e Irán, y para los países consumidores, sobre todo los europeos. 
El canal de Suez en el norte y el de Bab el Mandeb en el sur, en el cuerno de África con graves destrozos por la guerra en Yemen, son puntos vitales para la navegación de los superpetroleros. 
Emiratos Árabes Unidos ha incrementado notablemente su influencia económica y su papel militar en toda la zona para garantizar el tránsito.  Por un lado, es el aliado más activo con Arabia Saudí en la guerra que se libra en Yemen contra los hutíes apoyados por el régimen de los ayatolas. Por otro, respalda a Egipto en su lucha contra grupos terroristas en el Sinaí y ha instalado bases militares en Eritrea y Somalia. Sus adversarios más potentes son, además de los chiíes iraníes, Turquía y Qatar. La expansión militar turca ha levantado muchos recelos y protestas de saudíes y egipcios. Sus acuerdos con Sudán con la cesión de la isla de Sukain, provocan cierto nerviosismo en un delicado juego de ajedrez donde Etiopía también pone en valor sus piezas con el tercer Ejército en África y la construcción de una gran presa en el Nilo que ha creado cierra tensión, sobre todo en Egipto. 

Emiratos y Turquía demuestran en esta zona que incluye a Egipto, Etiopía y Sudán su determinación a actuar militarmente si fuera preciso para lograr el control del poder político y económico, aunque hay muchos expertos que no creen posible una guerra entre estos países vecinos del río Nilo porque sus economías no podrían soportar un conflicto de estas características con unas consecuencias impredecibles. El otro actor en discordia en la zona es Qatar, aislada por los países del Consejo de Cooperación del Golfo, liderados por Arabia Saudí con el apoyo de Emiratos y Egipto desde hace un año, por las supuestas relaciones con grupos terroristas. Cada país hace sus apuestas geopolíticas, con las alianzas que más le interesan, lo que ha incrementado la tensión en la región en un momento especialmente delicado tras ocho años de guerra en Siria e Irak.