Opinión

La vida sigue

Carlos Miranda. Embajador de España/Estrelladigital.es

Mientras se absorben los resultados del 21-D, bajan los humos del “procès” detenido por el 155, deteriorado por el voto no independentista, hay vida fuera del Principado, aunque conspire Puigdemont desde Bruselas para imponerse como “President” telemático. Asimismo, se oye hablar de “Tabarnia”, una posible secesión de Cataluña. Su eslogan, “Barcelona is not Catalonia”, molesta a los separatistas.

Antes de cruzar los Pirineos, conviene felicitar a Zarzuela por recuperar a Juan Carlos I en la, dicen, inminente Pascua Militar, por su contribución a la restauración democrática, algo que quedó arrinconado en junio cuando el 40 aniversario de las primeras elecciones. Satisfacción, asimismo, cuando Pedro Sánchez se aleja de Podemos.

En el Consejo Europeo de diciembre se aprobó el acuerdo provisional de la primera fase de las negociaciones del Brexit. El periodo transitorio se extenderá al 31 de diciembre de 2020. Para disgusto de Theresa May (y de Bruselas), Westminster aprobó que ratificará el acuerdo final. Normal, pero si lo rechaza, todo se complicará mucho. ¿Y el Parlamento Europeo? Es improbable un cambio acerca del Brexit en el Reino Unido. Con la negociación, no siempre a gusto británico, aumentan los enfadados con la Comisión, el negociador Barnier y la Unión Europea.

La compleja cuestión gibraltareña sigue pendiente, con su bilateralidad hispano-británica aceptada por los 27. No solo está la cuestión de la soberanía con la oferta española de compartirla para que el Peñón siga en la UE. También tenemos la relación del Peñón con su entorno español y la situación de nuestros trabajadores en la colonia, muchos cruzando a diario la “verja”.                

El Consejo aprobó que la Comisión pase a la llamada “segunda fase” si Varsovia ratifica una ley en la que el Poder Judicial quedaría subordinado al Ejecutivo. Su eventual aprobación dispararía las sanciones de la UE, despojando a Polonia incluso de su voto. Sería un 155 europeo.

Si Polonia se enroca, la situación se enconará. ¿Contemplaremos, quizás, un “Polexit”? Esta cuestión arrastra la consideración de los populismos discriminatorios en algunos países del Este europeo, Austria incluida.

La cuestión de los refugiados se remitió a junio de 2018. La importante reducción de llegadas podría alentar algún tipo de acuerdo, pero nada está garantizado. Las tensiones entre la Comisión y algunos miembros de la UE son fuertes en este tema.

El cuarto sabor (más que tema) del Consejo fueron las consecuencias de que en Alemania no haya aun un nuevo gobierno. Ello debilita el eje franco-alemán y dificulta el liderazgo europeo, avalado por Merkel, del presidente francés Macron, el único que verdaderamente se la juega abogando, acertadamente, por una Europa fuerte.

Hubo, pues, timidez en materias económicas y fiscales, reportando decisiones importantes al próximo mes de marzo para cuando haya, se espera, nuevo gobierno teutón. En todo caso, para la Gobernanza Económica que necesita la Unión, hará falta insistir mucho más. Ello tiene su reflejo hacia la modestia en el otro gran proyecto unificador europeo del momento, el de la Defensa, que no pretende sustituir a la Alianza Atlántica.

En EEUU, otra vez Trump. Después de negar el cambio climático y de reconocer la capitalidad de Jerusalén, está ahora al acecho para torpedear el acuerdo nuclear firmado, cuando Obama, por Irán con EEUU, Rusia, China, Francia, Reino Unido, Alemania y la propia UE.

A pesar de que Irán está cumpliendo lo pactado, Trump quiere que le aprieten más las tuercas. Como los demás firmantes no están de acuerdo, posiblemente Trump busque algún pretexto para imponer nuevas sanciones a Teherán, desactivando así el acuerdo. “A very bad thing”, en su sofisticada fraseología…