Opinión

La vida sigue igual

F. Javier Blasco

Para aquellos que por edad no lo sepan o conozcan, “La vida sigue igual” es el título de una famosa canción interpretada por el cantante Julio Iglesias, cuya letra, según numerosas versiones, fue escrita por Manolo Galbán. Canción, que se lanzó a la fama en 1968 durante el entonces popularísimo Festival de la Canción de Benidorm y se incluyó en el primer single del cantante, titulado “Yo canto”. Se puede decir que este tema supuso el lanzamiento del cantante ya que hasta fue el tema y título de una película con el mismo nombre y, a partir de entonces, la fama de este alcanzó un prestigio internacional.

Una canción muy pegadiza perteneciente al género de canción melódica que encierra una serie de verdades muy frecuentes en la vida tanto en el amor como en las relaciones sociales y de la que me gustaría destacar la siguiente parte de una de sus estrofas, el estribillo “al final las obras quedan las gentes se van; otros que vienen las continuaran, la vida sigue igual”.

Pero hoy no quisiera hablar de música, cantantes ni de concursos musicales. Me he referenciado a este tema y título tras darle un vistazo a lo que ha ocurrido en la arena política en España durante estos últimos días. Llevamos meses y hasta años, en algunos casos, con el mantra de que los partidos políticos necesitaban llevar a cabo lo que se conocen como congresos o asambleas, según los partidos, para ponerse al día en idearios, cúpulas, políticas y tendencias.

Los años de la crisis económica y sus postrimerías, unidos a un cierto desajuste de y entre las ideologías de los partidos y de los llamados líderes políticos –término este que me resisto reconocer por no merecérselo ninguno de ellos-  les han llevado a exigir a gritos ponerse a punto. En otras palabras, evitar que ocurriera lo que en realidad ha ocurrido.

El Partido Popular asediado por todos como consecuencia de sus políticas de austeridad forzadas por la situación económica en la que se encontró España en 2011 cuando accedió al gobierno con una amplísima mayoría, grandes reveses electorales y ciertas políticas que han desconcertado a propios y extraños, ha venido retrasado su congreso a pesar de estar exigido en los estatutos del partido. La excusa era la falta de gobierno a la que nos hemos visto sometidos durante casi un año y la incertidumbre política en la que tanto los actores inmersos, como el propio partido se encontraban.

En todo este tiempo entre congresos no han faltado los cánticos de sirena y los molestos y ruidosos grillos que en toda formación política se producen y multiplican ante situaciones de desasosiego, de nuevas esperanzas o ideas y cuando una parte de ellos se encuentra en discrepancia con aquellos que rigen los designios de dicho grupo político. Todos aspiran a que su partido sea mucho mejor, goce de toda esperanza de futuro y que no abandone aquellos principios que por unos se consideran inmutables y, adaptables o modificables por otros.

Algunos nostálgicos piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor y hay que volver los pasos hacia un tiempo ya caducado, sin darse cuenta de que las cosas cambian y que, contrariamente a lo que dice la letra de la canción que acabo de referenciar, las obras quedan, pero los que vienen las pueden continuar, mejorar e incluso cambiar, según su criterio y en función de las nuevas tendencias o exigencias sociales.

Hemos asistido este fin de semana al XVIII congreso del PP, en la famosa Caja Mágica –escenario no elegido al azar por su nombre y amplitud-  en la que, tras muchas propuestas de cambios y determinadas enmiendas de calado, solo se ha conseguido una cosa que puede parecer nimia, pero, que en mi opinión es un paso muy interesante y único en España, el famoso “voto en conciencia” de sus responsables y representantes en temas específicos y muy relacionados con la ética y la moral cristiana. El resto y salvo alguna determinada y determinante fulminación de algún cargo ruidoso o molesto o la renuncia de algunos que no vieron llegar sus propuestas a buen término, se ha quedado igual con un muy parecido ideario y reparto de papeles o poderes.

Hoy han terminado su congreso aparentemente todos muy contentos, unidos y con la esperanza de que todo siga con un viento constante y a su favor. Pero tengo la sensación, por la cara de nuestro Presidente cuando ha conocido los resultados en otros partidos, que el gobierno no las tiene todas consigo. Por supuesto, él tiene mucha más información que yo al respecto, pero el panorama político puede cambiar en su entorno por los vientos cambiantes que pueden soplar desde los partidos que de una forma u otra le sustentan.

La cosa, parece que no suena bien; puede que las tormentas y los tornados físicos que estos días sobrevuelan y asolan España se transformen en fenómenos políticos similares por lo que para salvarlos será precisa además de una buena previsión, contar con un templado y sereno Capitán al timón de un barco que puede zozobrar tanto internamente como acosado por los fuertes vientos y grandes mareas que muy previsiblemente nos lleguen desde Europa y el otro lado del charco. 

Ciudadanos, un partido tildado de joven, aunque solo lo es en el aspecto de su implantación nacional, también ha gozado estos días de su congreso. De nuevo, las tibias esperanzas de un posible cambio en la directiva del partido se vieron rápidamente frustradas por la tardía espontaneidad y el poco empuje de aquellos que osaron atreverse a desplazar a su no tan nuevo máximo dirigente, su ideario político o la cúpula directiva. Los resultados de dicho congreso se pueden resumir en tan solo unos ligeros cambios en esta, aunque en el otro aspecto hay que resaltar una importante y ciertamente relevante nueva orientación ideológica; abandonar su poso y peso social-demócrata y abrazarse a un modelo definido como “liberal progresista”. Veremos en qué consiste esto.

Otro cambio producido en este partido y también digno de mención estriba en su intención de dejar de ser el “maestro de estoques” en los gobiernos a los que apoya y entrar directamente en faena poniéndose el traje de luces y saltar a la arena cuando se le precise; no como primer espada, pero si como subalterno distinguido, con responsabilidad y formando parte del equipo que brilla u oscurece en las tardes de buena o mala faena.  Eso sí, este cambio de implicación en los gobiernos no lo será con carácter inmediato, sucederá a partir de las próximas legislaturas. El resto, sin cambios, todo sigue igual.

En este punto llegamos a Podemos, un partido populista nacido al calor del llamado clamor popular del famoso 15M de 2011 por el que un grupo de “intelectuales” –en realidad solo algunos de su dirigentes son profesores universitarios de poca estofa y consideración como tales y el resto son aún más insignificantes en dicho aspecto-  se lanzó a la conquista de “algún escaño” en las últimas elecciones al Parlamento Europeo y donde para extrañeza de propios y ajenos lograron un éxito totalmente inesperado. Hecho este que les animó a continuar su camino político en las subsiguientes elecciones municipales, regionales y generales en España.

Ahí lo tenemos, con unos cinco millones de votantes y varios cientos de miles de afiliados pretendiendo “conquistar el cielo” pero que, tras las repeticiones electorales generales en España, parece haber alcanzado su techo como tercera fuerza política en España y la segunda de la izquierda a pesar de ciertas alianzas con determinadas “confluencias” y el propio desnortado y desmembrado partido de Izquierda Unida.

Quizá sea raíz de esto último, por lo que la férrea cohesión en el cuadro de sus dirigentes y responsables de la reducida cúpula del partido comenzara a resquebrajarse y las notables diferencias sobre políticas y liderazgo del partido surgieran como cuchillos afilados y otro tipo de armas arrojadizas. Situación, que les ha llevado en las últimas semanas a una clara separación y enfrentamiento entre sus dos máximos responsables. Tanto es así, que han llegado totalmente divididos y como fuertes e irreconciliables contrincantes a su segunda Asamblea que se ha celebrado este fin de semana en la gélida plaza de toros de Vista Alegre; no habían poder elegido un escenario mejor para presentar y confrontar sus listas y programas totalmente separados y muy distantes en modos y formas, aunque muy próximos en contenido (con mucho frio y en una plaza de toros).

Hoy se ha conocido el resultado de las dos diferentes propuestas y listados de candidatos. Como era de esperar por muchos, entre ellos yo mismo, el autodenominado “macho Alfa” y sus tesis del miedo - o yo o el caos porque, si pierdo, abandono el barco- han triunfado sobre la otra alternativa aunque los márgenes entre uno y otro son solo de 2.400 votos de entre casi 150.000, su traducción es bien notoria (Iglesias se hace con la Secretaría General, ha sacado adelante todo su ideario político y 37 asientos en la dirección del partido – Consejo Ciudadano- frente al 23 del segundo y tan solo 2 para los anticapitalistas). Situaciones estas que hacen que las chispas seguirán surgiendo en los próximos meses.

Acabarán, posiblemente besándose entre ellos –norma establecida en este partido de cara a la galería- pero; aunque Iñigo Errejón se ha puesto en manos de Iglesias, ya ha asegurado que no dará un paso atrás, por lo que las heridas quedan abiertas; el mal ya está hecho y los insultos y malos gestos del uno sobre el otro perdurarán no solo en sus oídos y retinas, sino en los de sus seguidores y detractores, según sea el caso.

Han acabado poniendo “orden” entre las masas, ideas y cúpulas, pero, sin embargo, con muy poco concierto y pocas ideas de verdadero peso específico para continuar la singladura hacia donde quieren llegar, dirigir los designios de España tras las siguientes y casi irremediables próximas elecciones generales anticipadas para dentro de algunos meses.

Espero y deseo, que el necesario éxito para que esto ocurra tarde o nunca llegue a suceder por el bien de España y el de todos los españoles; porque ya sabemos lo que ocurre donde estos políticos gobiernan o ponen su presión para que otros lo hagan con su apoyo pero siguiendo las directrices, políticas o exigencias marcadas por estos.

Acabo de citar las irremediables próximas elecciones, porque en esto hay un partido político que juega un papel muy importante, el PSOE. Un partido que tras el bochornoso y obligado acto de rebeldía contra su último Secretario General, Pedro Sánchez el pasado mes de octubre al entenderse por el resto de responsables que se estaba a punto de tomar una peligrosa deriva para España –aliarse en lo que se denominó “gobierno Frankenstein”- se han visto volcado a la constitución de una gestora que trate de calmar las tensiones creadas, aúne puntos de vista y le lleve a un congreso en breve donde no solo se elija a un nuevo Secretario General, sino que defina unas claras políticas a seguir pensando solo en el futuro de España y que eviten la posibilidad de nuevas y peligrosas derivas personalistas de muy incierto futuro.

En estos meses de impasse, las cosas en el PSOE parecían haberse calmado, Sánchez, herido de muerte aparecía como alguien que había perdido empuje y apoyos; y muy pocos, salvo los inquebrantables y escasos seguidores públicos, no daban ni un euro por él. La gestora siguiendo las “directrices” de la que todos suponen o ansían que será la nueva Secretaria General del partido, hizo posible la formación de un gobierno del PP y que este pudiera encarrilar determinados acuerdos vitales para España y los españoles; aunque, eso sí, guardando siempre ciertas apariencias y poniendo cara de perro.

De pronto, ante lo que aparece como un acto de traición hacia él, la presentación de candidatura de uno de sus guardias de corps, Patxi López, el “difunto” Sánchez aparece de nuevo en escena y se lanza, con bríos y ganas a optar otra vez a ocupar la silla de la que fue expulsado con mañas y trampas, según su opinión y para poner en práctica todo aquello que dejó a medio hacer a finales del año pasado: aliarse con Podemos y los nacionalistas e independentistas para derogar absolutamente todo lo hecho por el PP en la pasada legislatura, cambiar la Constitución, recomponer el orden institucional e incluso la geografía política de España.

Este fin de semana hemos visto a la conocida como “la lideresa” que ha cambiado su tibia postura de amagos y pocos golpes reales -salvo lingüísticos- tomar, aunque solo aparentemente, la decisión de presentarse a la silla en liza en el próximo congreso del partido. A pesar de haber sido clara en sus declamaciones y mensajes del sábado, no lo ha dicho con concreción pues, al parecer, son muchos los que aún la aconsejan que se tome las cosas con calma y tiento ya que el renacer del “muerto” es más que probable porque sigue “vivo” y tomando impulso y ciertos apoyos, al menos según determinadas encuestas. Además, los problemas en la comunidad andaluza bajo su mandato son grandes y de difícil embridamiento, lo que muy posiblemente, le reste apoyos y encantos dentro y fuera de su casi impenetrable feudo. 

No quiero dejar sin mencionar la deriva y el espectáculo circense que se ha producido esta semana en Cataluña en donde el ex president Artur Mas y dos de sus principales adláteres han sido sometidos a juicio por desobediencia al Tribunal Constitucional (TC) por llevar a cabo, a pesar de su prohibición, la mascarada de referéndum el 9 de noviembre de 2014, también conocido como la Consulta sobre el futuro político de Cataluña de 2014.

Su entrada triunfal, cual legionarios romanos volviendo de las grandes conquistas a las puertas de Roma, al Tribunal superior de Justicia de Cataluña el pasado lunes, rodeados de miles de seguidores movidos por intereses de todo tipo y arropados de banderas no reconocidas en la Constitución ni en el propio Estatuto de Cataluña, dejaron una imagen bochornosa para todos los españoles que dio vuelta al mundo como señal clara de una insumisión no compartida por ningún estamento ni jurisprudencia nacional ni europea.

Su intento de presión sobre el alto tribunal, así como las fallidas y falaces declaraciones de los encausados no hicieron cambiar ni una coma en las pretensiones y conclusiones de la Fiscalía.

El juicio quedó visto para sentencia y ya veremos en que se traduce todo este quilombo e intento de frustración de intenciones. Qué repercusiones reales tendrá para los encausados y si servirá de ejemplo para evitar sucesivas intentonas por el estilo; o si al contrario, será cuna de mártires por la causa y anime a muchos conversos a seguir su camino.

Pienso, que mientras estas hazañas no se juzguen en todos sus aspectos, sin olvidar u obviar juzgar ninguno de los potenciales presuntos delitos cometidos, tal y como ha sucedido en esta ocasión, y que por ello conlleven penas de cárcel; los responsables de estos actos seguirán animándose a desobedecer al TC en espera de ser rescatados de su inhabilitación en razón de posteriores acontecimientos.

Mientras tanto, los partidos tradicionales catalanes, siguen a lo suyo, perdiendo votos, escaños, peso y seguidores y abriendo enormes brechas por las que, con toda seguridad, penetrarán en fuerza aquellos otros partidos antisistema, que no se si llevarán a Cataluña a la ansiada y reiterada independencia no mayoritaria, pero, de lo que si estoy seguro es de que acabarán llevándola a una importante quiebra económica y a un trascendental y difícilmente recuperable desprestigio local, nacional e internacional. 

En fin, una semana en la que todos han movido ficha, mucho se esperaba de dichos movimientos, propuestas, enmiendas e intenciones de cambios; pero, a la vista de lo visto, poco ha variado. Mucho ruido, aunque muy pocas nueces. Podríamos decir que, a diferencia de la canción, titulo de este artículo, las cosas quedan, pero las gentes NO se van, aunque al final, la vida sigue igual. Para este camino, no hacían falta tamañas alforjas.