Los intereses de Estados Unidos detrás del acuerdo millonario con Israel

Ramiro José Berraz

Pie de foto: Barack Obama y Benjamín Netanyahu

Después de diez meses de negociaciones, el 14 de septiembre, el presidente estadounidense Barack Obama y el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, firmaron un acuerdo por el cual  Estados Unidos se compromete a entregar a Israel un paquete de ayuda por valor de 38 mil millones de dólares para los próximos diez años. Este acuerdo supera ampliamente al firmado por su predecesor, George W. Bush, que había sido de 30 mil millones, y pasa a ser el mayor acuerdo que se haya firmado en la historia de Estados Unidos. Al inicio de las negociaciones, el primer ministro israelí propuso una cifra de 45 mil millones, cifra que no obtuvo el visto bueno por parte del gobierno estadounidense. Así todo, las partes llegaron a un acuerdo firmando el Memorándum en el cual se especifica que de los 38 mil millones acordados, 33 mil millones serán destinados a la financiación militar extranjera y 500 millones al famoso escudo antimisiles de Israel. De esta manera, el país de Oriente Medio podría tener control sobre sus territorios con el aval de los Estados Unidos.

Una relación ya cargada

A Barack Obama se lo conoce como un “presidente híbrido” en materia de política exterior, debido a que se aproxima al mundo desde una perspectiva de pragmatismo realista con algunos elementos de idealismo progresista. Durante su presidencia ha apostado por la diplomacia y el diálogo como herramientas para defender los intereses del país en diferentes ámbitos, y como manera de contribuir a la paz en el mundo.

Uno de los principales objetivos que se propuso al asumir su primer mandato, en 2008, fue estrechar las relaciones con el mundo árabe, por las insurgencias que  habían surgido en Oriente Medio, y seguir profundizando en las relaciones con Israel. Sin embargo, algunos gestos de Obama no fueron bien interpretados por los judíos. Es así que, al asumir su presidencia, dio un discurso en El Cairo, donde indicó que los Estados Unidos no iban a legitimar los asentamientos israelíes en territorios supuestamente palestinos.

 El conflicto de los asentamientos comenzó en 1969, cuando Palestina comenzó a acusar de que esos eran ilegales debido a que Israel instalaba a sus ciudadanos en los territorios que había conquistado en la Guerra de los Seis días, y por tanto, sostenía que debían de volver a los territorios originales. De esta manera, el presidente estadounidense empezó con el pie izquierdo en las relaciones con Israel, y durante su primera administración, con Hillary Clinton como Secretaria de Estado, no logró que ambas partes pudieran llegar a un acuerdo por la cuestión de los asentamientos.

En el segundo periodo del presidente estadounidense también hubo algunos puntos de fricción. Tal es así que, en agosto de 2014, se suspendieron los cargamentos de armas hacia Israel. El climax de la, aparentemente, “relación con diferencias”, fue alcanzado cuando el Congreso de los Estados Unidos, de mayoría conservadora, invitó al presidente israelí a dar su discurso sobre el acuerdo que se estaba negociando con Irán, invitación que debería haber sido hecha por el presidente norteamericano y no por el órgano legislativo del gobierno. De esa manera, Netanyhu intentó convencer a los legisladores estadounidenses de que el convenio con Irán no se lleve a cabo; Israel e Irán son enemigos desde que el Sha fue derrocado en 1979 y su líder Supremo declaró que “los amigos de sus enemigos, son sus enemigos”.

Así, con la firma del mayor acuerdo de la historia de Estados Unidos en materia de defensa, Obama dejaría la presidencia aplicando, por un lado, un pragmatismo realista mediante la firma del Memorándum con Israel, y por otro, un idealismo progresista, fortaleciendo las relaciones con el mundo árabe en la región. 

Futuras consecuencias “no intentadas”

El Memorándum firmado por Estados Unidos con Israel supone un compromiso por diez años, que va a condicionar fuertemente al próximo inquilino de la Casa Blanca. La candidata por el partido demócrata, Hillary Clinton, fue Secretaria de Estado del presidente Barack Obama durante el conflicto de los asentamientos, hecho que ya podría comenzar a condicionar la futura relación por no haber podido llegar a un acuerdo. Por otro lado, Clinton, está de acuerdo con una solución de dos estados para el conflicto palestino-israelí, con lo cual esto, sumado a lo anterior, puede ser un factor clave de análisis para el futuro de las relaciones. Se podría especular, por tanto, que Israel ya no será tan condescendiente con alguien del que conoce sus objetivos e intereses.

Por otra parte, el candidato a presidente por el partido Republicano,  Donald Trump,  ya se ha manifestado pro-israelí, y es conocida su xenofobia hacia el mundo musulmán. Todo esto hace pensar en que el acuerdo firmado por Obama lo vea como algo positivo y que, el candidato, utilice este recurso para fortalecer la presencia estadounidense en la región para combatir al extremismo islámico.

Otro de los hechos importantes a destacar es que el Memorándum fue firmado justo después de que se haya alcanzado un acuerdo de alto el fuego en Siria, el 12 de septiembre. Si bien es necesario destacar que el Memorándum se venía negociando desde hace diez meses, el hecho de que se haya firmado en ese momento es relevante. A Israel no le interesaría que haya una solución al conflicto de Siria debido a que le convendría hasta cierto punto, que la región esté desestabilizada, para seguir manteniendo su poder; y que, de alguna manera haya enfrentamientos entre los propios musulmanes.

El régimen de Bashar al-Ásad es de naturaleza chií, lo que implica que es un aliado del gobierno iraní; hecho que marca la enemistad entre ambos. Tal es así que, hace unos días, resurgió la tensión entre ambos países, debido a los bombardeos llevados a cabo por Israel cerca de Damasco con unos proyectiles que fueron disparados hacia la zona del Golán – región que ambos países se disputan desde la guerra del Yom Kippur-.

Por último, es importante mencionar que Estados Unidos, después de 15 años de una fuerte presencia armada, está teniendo un repliegue militar en la región. Es probable que este hecho sea debido a la confianza en que Obama le tiene al diálogo y a la diplomacia. Así, el país norteamericano está dejando un vacío en la región que algún otro actor podría ocuparlo. Bajo esta perspectiva, el Memorándum toma un nuevo carácter: Estados Unidos necesita que Israel ocupe ese lugar como principal aliado en la región de Oriente Medio. Al firmarse este Memorándum, la relación entre ambos queda blindada, por lo menos de aquí a diez años.

La región es un dinamismo constante que nunca acaba. El 21 de septiembre, el gobierno iraní ha mostrado su capacidad militar y ha indicado que la ayuda que Estados Unidos está proporcionando a Israel “dará mayor determinación para reforzar la capacidad defensiva del país”. Todos estos hechos parecen un tanto confusos, aunque es importante analizar las consecuencias no intentadas de los acuerdos alcanzados. Es posible que el futuro de la relación entre Israel y Estados Unidos vaya a depender exclusivamente de las políticas que el próximo presidente norteamericano aplique en materia de política exterior hacia la región. Por el momento, parece haber una escalada de conflictos en la que Israel participa con el apoyo millonario de Estados Unidos, quien no se quiere quedar fuera de los beneficios que el “divide y reinarás” pueda traer. 

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