Opinión

Los retos desde y hacia Trump

F. Javier Blasco, Coronel en la Reserva

Donald Trump, un hombre que siempre se ha dedicado a los negocios de todo tipo con mayor o menor éxito o acierto y que, por sistema, había permanecido alejado de la política activa y de sus consecuencias e implicaciones, se ha convertido de pronto en el presidente de EEUU.

La cosa, que parecía imposible, recientemente se hizo realidad. Nadie apostaba por él, ni siquiera dentro de su partido; pero diversos aciertos de campaña, los malos recuerdos de su antecesor en las mentes de muchos de sus conciudadanos, la escasa talla de su principal opositora, algunos rumores de corruptelas y la necesidad del pueblo norteamericano de darle un giro a su creciente desprestigio internacional para recobrar el papel que ellos entienden que deben ostentar como árbitros del mundo, lo hicieron posible. Además, según parece, todo esto se ha llevado a cabo con un escaso costo de campaña; cosa esta última, bastante inédita en su país, donde los candidatos gastan ingentes sumas de dinero que provienen de sus seguidores y valedores.

Acostumbrado a pelear a cara de perro, como se suele decir, para el establecimiento, expansión o conservación de su imperio económico y empresarial, sabe cómo enfrentarse a retos, amenazas y puñaladas de la competencia y, por lo tanto, pensaba, al menos así lo creo yo, que en política la cosa variaría muy poco. Todo es un tira y afloja y, generalmente el que tiene un mayor respaldo y capacidad de resistencia o resiliencia, suele ganar. Con buenas cartas y temple frente al adversario, se suele alcanzar la victoria u obligarle a apartarse a un lado.

No iba muy desencaminado, pero en mi humilde entender, valoró en poco los verdaderos retos de la política interna y externa. Buscó rodearse de un equipo de asesores, no todos muy bien valorados, pero capaces de seguirle la cuerda, más o menos cercanos o conversos a sus políticas excéntricas y llenas de exabruptos y, con dichos mimbres, comenzó a trazar su plan hace más de un año. Fijó unas metas y objetivos y, al parecer, sin mucha capacidad de análisis los comenzó a proclamar y repetir allá donde se le escuchara.

En el mundo de la empresa casi todo vale, la seguridad empresarial es una de las más difíciles tareas a las que estas se enfrentan, porque la llegada e importancia de nuevos métodos basados en la ciberguerra, la tendencia a dejarse llevar por la corrupción y la compra de voluntades de todo tipo, florecen por doquier. Muchos empresarios ni siquiera lo perciben y, casi sin darse cuenta, se encuentran en bancarrota tras extraños y ágiles movimientos de la competencia que le ha ganado el mercado o superado en sus propios productos en los que, hasta hace poco, eran líderes indiscutibles.

Quejarse de ello ante la sociedad no es un arma de gran valor, porque generalmente, a su vez, el perjudicado, también ha encontrado en dicho filón la forma de supervivencia o la manera de vencer al que ahora le ha abatido. Si no lo emplea, raramente es por honradez; es por falta de visión empresarial, un mal planeamiento de posibilidades y un no saber adelantarse a las necesidades y exigencias del futuro. Es más, en estos casos, la gente no valora negativamente este tipo de artimañas, se ve hasta normal. Es su problema y al igual que se justifican cosas injustificables, basta con un simple “algo habrá hecho mal” para que entendamos al que gana y casi despreciemos al sufre el descalabro por su falta de previsión y por la escasa calidad de su política empresarial.

Pero en Política, con mayúscula, y sobre todo en EEUU, la cosa no es tan sencilla. El seguidor, votante y contribuyente, exige algo más de claridad, honestidad y sinceridad en sus dirigentes; algo así como lo que en el mundo del deporte se entiende y conoce como “fair play”. Frase que se emplea para denominar y exigir un comportamiento leal y sincero además de correcto en la preparación y desarrollo del mismo. Aunque los norteamericanos saben que sus dirigentes les engañan, al menos les piden, que no se les note mucho.

Sin necesidad de citar nombres concretos, por otra parte ya conocidos por casi todos, Donald Trump se rodeó de personas cuyo pasado no estaba muy claro tanto en el mundo de las finanzas, políticas exteriores y seguridad. Él tenía su idea y sus, llamémosles sicarios, pusieron en marcha ciertas artimañas para lograr o asegurar dichos objetivos, en los primeros pasos de su mandato.

Así pues, estos no dudaron en lanzarse activamente a realizar determinados contactos y presentarle alternativas para descuartizar y volcar todo lo hecho por su antecesor. El campo de acción, como es natural, era doble. Un impactante plan interno para contentar a sus deseosos y exigentes seguidores y otro con repercusión exterior.

Empezando por el último de los aspectos,  podemos decir que además de negarle la sal y el agua a los mexicanos e iberoamericanos, se metió de forma inusitada contra uno de sus principales aliados, la UE. Nadie entiende el porqué de esta postura, su afán de apoyar el Brexit, el desprecio a los intercambios comerciales con el mercado más rico y seguro y donde tiene lazos históricos en seguridad y defensa como lo es la OTAN.

Organismo, que si bien es cierto que necesita de una clara vuelta y revisión, que debe ser equilibrado en los aspectos de contribuciones, compromisos y fidelidades, no podía ser atacado de la forma como lo hizo inicialmente. Parece, que el tono ha cambiado, aunque todo lo referente a este último tema, permanece inalterable y con mucha razón. La lección aprendida es clara y real: hay que despertar y ser congruentes con las reglas del club al que perteneces, pagar sus cuotas y mantener las normas de comportamiento exigidas en sus estatutos. Si no se hace así, abandona el club y dedícate a otra cosa. Ya veremos como se aplica todo esto.

Otro tanto ha hecho con sus vecinos del norte y parecía que lo iba a realizar, de forma igualmente inmisericorde con su flaco oeste, Asia- Pacífico; aunque pronto se ha dado cuenta, que aquella zona merece mucha más atención por el importante y creciente mercado que encierra y por las múltiples amenazas que surgen y se desarrollan en el mismo al igual que ocurre en la temporada de las setas en los buenos y frondosos bosques.

Igualmente le ha pasado en Oriente Medio, él pensaba o lo pensaban sus asesores, que aquella zona ya no les interesa. Con sus reformas y políticas energéticas y de infraestructuras, su problema energético está más que resuelto y, por tanto, no necesitaba tanto esfuerzo y costo material y humano en dicha zona. Iba a terminar con el acuerdo sobre el programa nuclear iraní de un plumazo. La lucha para erradicación del ISIS y del terrorismo en la zona era coser y cantar y sus perennes aliados en la zona, sobre todo Israel y Arabia Saudita, podrían valerse por sí mismos sin necesidad de grandes apoyos y con un gran incremento comercial basado en la venta de armamento sofisticado y algún apoyo puntual en los organismos oficiales como la ONU.

Otra vez se ha vuelto a equivocar, los problemas en Iraq, Siria, Libia y Yemen no son sencillos de resolver, dejarlos a su aire es darle alas a la expansión de la hegemonía de Irán en detrimento de otros, por ahora mucho más fiables y seguidores de su causa. Para vencer al ISIS se necesita cambiar de estrategia y pasar a una fuerte implicación militar en la zona; lo que por un lado contradice a sus simples planteamientos de campaña, “Primero América y no voy a gastar el dinero o la vida de mis contribuyentes en tierras lejanas” pero; por el otro le hace imposible cumplir su promesa estrella “Voy a erradicar el ISIS y el terrorismo del mundo”.

Tanto en Oriente Medio como en Asia- Pacífico, sus principales moscas borriqueras ya le han salido contestonas. Irán y Corea del Norte han realizado sendas pruebas de misiles que contradicen los mandatos del CSNU y, esta vez, lo han hecho con toda premeditación, en su cara y con mucho descaro; sobre todo el último lanzamiento del misil de medio alcance por Corea del Norte aprovechando las jornadas de descanso de fin de semana compartidas con el Primer Ministro japonés en EEUU.

Hay que rebobinar y ver la cara cara y actitud de Trump frente a estos dos acontecimientos, todo lo contrario a sus conocidas formas de soberbia y prepotencia cuando firmaba las mencionadas órdenes ejecutivas contra aquellos pobres infelices o países que él sabe nunca se le enfrentarán económica o militarmente. A Irán, lo puso “On notice” –cosa que no sabemos bien que significa-pero no ha vuelto a hablar de la revocación o cambios sustanciales en el citado acuerdo nuclear y tan solo aumentó en algunas personas la lista de los iraníes sancionados por EEUU.

Sobre Corea del Norte, ni siquiera eso; con cara de resignación y al lado de su colega japonés, afirmó durante una escueta rueda de prensa conjunta seguir apoyando a sus aliados en la zona y, a los pocos días, ha intentado mover el saco de los ratones del CSNU en busca de nuevas resoluciones y sanciones con el ruego a China de que deje de apoyar a los norcoreanos; como si los demás no supiéramos el poco recorrido que tiene todo esto.

Ni el más pacifista Obama hubiera reaccionado con menor intensidad en sus buenos tiempos de Premio Nobel de la Paz ante tales amenazas; pero aquel, al menos sabía que las cosas no son tan sencillas; que una cosa es predicar y otra dar trigo. Trump se encuentra en una diatriba muy importante frente a sus promesas y retos presentados y, al menos, debemos agradecerle que no haya tomado una postura militarista y ya estuviéramos inmersos en dos conflictos de calado mundial.

Hay otros dos colosos en la arena internacional con los que todavía no se ha enfrentado y poco se sabe del camino que va a marcar para el mantenimiento o no de su relación con ambos. Me refiero, claro está, a China y Rusia. China está desarrollando una fuerte política de expansión militar, política y económica no solo en su país, sino en su entorno. De momento, las capacidades chinas en todos los aspectos no son comparables con las norteamericanas; pero sus fuertes inversiones y el constantemente elevado tono de sus expansionismos y exigencias en su área de influencia, harán que, más tarde o temprano, Trump tome cartas en el asunto. Ni la salida ni las consecuencias de un posible grave encontronazo con el gigante chino son fáciles de prever y por lo tanto, imagino, que aquí deberá emplear una mesura y tiento de las que aún no ha hecho mucha gala.

Con respecto a Rusia y a su Presidente Putin, todo apunta a que Trump de forma directa o indirecta, con conocimiento o no de ello; haya podido emplear diversos “favores” del zorro Putin en su beneficio durante la campaña electoral. Favores, primariamente desmentidos y que ahora ya están en el ciclo de veremos o el del puede ser, pero...

Como ya veremos, las relaciones y conversaciones de uno de sus primeros espadas con el Embajador ruso en EEUU le han costado el puesto a este; pero, mucho me temo, que solo con este gesto no basta. Algo más seguirá apareciendo y pronto sabremos qué hay de cierto sobre las “propuestas” de eliminar determinadas sanciones a Rusia a cambio de los mencionados favores o de otros tejemanejes.

Por otro lado, Rusia acaba de ponerle en un aprieto con el famoso despliegue de baterías de misiles de crucero en ciertos territorios rusos cercanos a Europa y que ponen en peligro el equilibrio de los acuerdos alcanzados el 8 de diciembre de 1987 gracias a lo que se conoce como el Tratado INF (por las siglas en inglés de Intermediate-Range Nuclear Forces) acordado entre EEUU y la URSS por el que se eliminaron los misiles balísticos y de crucero nucleares o convencionales, cuyo rango estuviera entre 500 y 5.500 kilómetros (los denominados euromisiles). Tratado, que está en cuestión por parte rusa desde el famoso establecimiento del Escudo Antimisiles de la OTAN en Europa.

En campo interior, había prometido muchas cosas durante su dura campaña electoral. Sabe que lo peor que le puede pasar a un político es no cumplir lo prometido y por ello, casi de forma exhausta, se dedicó a firmar en sus primeros días de mandato lo que allí se conoce como órdenes ejecutivas para, con ellas contentar a sus exigentes seguidores y allanar el camino hacia lo que debe ser corroborado por otras instancias para poder lograr sus objetivos.

Pero, en EEUU los poderes son muy independientes, fuertes y no tiemblan a la hora de, con bases jurídicas y la verdad, enfrentarse a quien sea necesario, aunque este sea el mismísimo Presidente.

Pronto llegaron los procedimientos y actuaciones judiciales para tumbar alguna de sus propuestas estrella y sobre todo la de mayor caldo, el cierre de sus fronteras a determinados países en función de su pobreza, raza o religión. La cosa está parada y ya se sabe, que sus asesores están buscando la forma de darle la vuelta, mediante la publicación de otro tipo de medidas que palien en algo este revolcón inicial.

Volviendo al tema anteriormente tratado, ha retado a los medios de comunicación calificándoles de lo peor y lo más rastrero que existe; grave error en un país en el que dichos elementos cuentan con una gran capacidad de investigación, mucha libertad de movimientos y un grado de credibilidad suficiente para llevar al paro hasta sus “buenos” presidentes. El Washington Post ya se ha cobrado su primera víctima en el equipo cercano de Trump, el asesor de Seguridad Michael Flynn. Dadas las características, de bastantes del resto de asesores, mucho me temo, que no será la última tal y como apunta hoy el New York Times.

Mentir o decir medias verdades suele o debería ser penalizado por la opinión pública en todos los lares; pero en EEUU es un Pecado Mortal Grave. Nadie te lo perdona y casi todo el electorado favorable es capaz de abandonarte en cuestión de horas, si se demuestra que se les estás mintiendo y, puede que por ahí le vengan las flaquezas al todopoderoso, que no invencible Trump.

Habló de América Primero y de que penalizaría a las empresas que construyan, compren o monten sus productos en el extranjero para luego venderlos en EEUU. Todo muy bonito y tremendamente aplaudido. Muchas e importantes empresas se pusieron a temblar ante tales amenazas. Más tarde, tras ciertas reuniones de alto nivel con el mundo de la tecnología y del automóvil, la cosa se calmó un poco, aunque yo no acierto a saber el real alcance y efecto de lo acordado en dicha reunión.

Pero en este tema ha cometido otra vez un error de bulto, la inusitada reacción de Trump y de su equipo más cercano, empleando además medios oficiales del gobierno, para manchar la decisión de una cadena de grandes almacenes sobre suprimir la venta de la marca de unos productos de ropa y bisutería propiedad de la hija del Presidente ha sido letal para la opinión pública. No solo por el hecho en sí mismo, sino porque, además, es fácilmente demostrable que dichos productos se fabricaban en diversos países asiáticos.

Del “America first” se ha pasado a “My Douhgter first”. Mal camino y una muesca más hacia la pérdida de credibilidad. Una credibilidad, que, aunque según algunas encuestas, aún se mantiene [1], en mi opinión, puede sufrir graves cambios, si no varía de actitud paternalista e interesada y no mantiene a ultranza sus promesas.

Por otro lado y hablando de su hija, podemos decir que le está dando un protagonismo inusitado en el país al convertirla de facto en la Primera Dama por acompañarle en muchos e importantes actos oficiales e incluso se fotografía con ella sentada en el sillón presidencial del despacho oval de la Casa Blanca, privilegio este del que, salvo el hijo pequeño de J. F. Kennedy, nadie ha hecho gala y se mantiene como el símbolo de algo intocable y solo reservado para los elegidos a dirigir los designios del país y del mundo entero.

El papel de la Primera Dama y su relación con el Presidente son piezas fundamentales en la vida de los estadounidenses; por ello, sus públicos enfados o las prolongadas ausencias de estas, aunque aparentemente sean por causas familiares, siempre dan origen a bulos y pábulos de difícil explicación y que causan un cierto desasosiego entre los ciudadanos que no perdonan infidelidades o graves problemas personales entre ambos personajes. 

Los intereses de su imperio empresarial, a pesar de haberlo dejado en manos de sus hijos, pueden ser otro grave riesgo a la hora de las alianzas y apoyos a aquellos países donde los ejerce y práctica. Es muy probable que en algún momento salte a la palestra algún problema de este tipo y no dudo en absoluto, que los “demonizados medios” están ávidos de conseguir cualquier pista en dicho sentido. 

En definitiva, nos encontramos en una situación que no se parece en nada a una campaña comercial ni significa en absoluto una pelea entre empresas por alcanzar un contrato o un nicho de ventas, contratos o clientes. La política nacional, pero sobre todo la internacional es algo mucho más complejo. No debe tomarse como la plasmación de una serie de ideas brillantes de su propietario o del consejo de dirección de la empresa. Las cosas tienen su peso y su curso y antes de proclamarse a los cuatro vientos y mucho menos de aplicarse, deben ser evaluadas y analizadas con inteligencia y tiento por aquellos que están capacitados para ello.

Los EEUU han mantenido y dirigido la hegemonía mundial en todos los aspectos durante muchos años. Esto no es un hecho casual; además de fuertes capacidades militares, económicas y diplomáticas, se precisa de equipos de planeamiento y desarrollo que sean capaces de prever con tiempo las acciones que pueden sobrevenir o las reacciones adversas a sus decisiones. Si han sido capaces de mantener este puesto y orgullo durante muchas décadas, será porque cuentan con los equipos precisos y suficientes para ello.

Sería loable, que el Presidente Trump, tenga en cuenta este punto básico o decisivo y los empiece a emplear y a creer en ellos; o al menos, que les pida un análisis en profundidad de las ideas propias y las de su equipo, quizá tomadas a la ligera o de forma precipitada, antes de lanzarlas a los cuatro vientos para luego no tener que recoger rápidamente las velas desplegadas. Sería mucho mejor para él y, de seguro para el resto de la gran mayoría de los mortales que pasamos el tiempo mirando los noticiarios en busca de la siguiente de sus originalidades u ocurrencias o de las populares reacciones a las mismas.

Jamás un Presidente de EEUU ha sido capaz de mantener en vilo la atención de todo el mundo por tanto y continuado tiempo y sobre todo, la de la mayoría de los medios de comunicación por mucho e importante que sea su peso y prestigio. Un fenómeno que, sin duda, pasará a ser objeto de muchas y diferentes tesis y tesinas de graduación o doctorado profesional en diferentes tipos de facultades de las universidades de todo el mundo. 

La prudencia, la paciencia y la mesura diplomática por parte de los “agraviados” serán también necesarias. Reaccionar al palo con el palo o enzarzarse en fútiles broncas, nunca ha sido nada constructivo y mucho menos productivo. Emplear con profusión los caminos de la diplomacia, darle tiempo al tiempo y presentar sopesados razonamientos y contrapropuestas, siempre atraen al que lo que quiere todo, pero o sabe cómo hacerlo. No es una forma de engaño, es simplemente Diplomacia.

Por todo esto me alarmo y apeno ante aquellos que insistentemente alzan su voz en defensa de formas y políticas de bronca, cuando todavía no se ha aplicado nada importante, de momento no nos concierne en algo personal y menos en aquello que mucho nos importa, el bolsillo; y, sobre todo, cuando tenemos mucho más que perder que ganar. Ya se sabe aquello que las cosas de palacio, van despacio. Ya veremos que ocurre y la mejor medicina para el resto de naciones es tomar las necesarias medidas individuales y colectivas para tratar de paliar los posibles contratiempos que se puedan avecinar.

Mostrar tu chulería a un chulo, no convence a este y puede que te cueste mucho más caro si él es más grande y poderoso que tú. Templanza y Prudencia; dos palabras que tienen mucho significado y un gran valor en situaciones difíciles, pero que muchos políticos no saben ni siquiera que están en nuestro diccionario porque jamás las aplican ya que solo se mantienen y de forma permanente en una cansina algarada. De pena. Miedo me da, que un día podamos estar en sus manos.

[1] http://www.theblaze.com/news/2017/02/13/gallup-poll-majority-of-americans-say-trump-is-a-strong-leader-who-keeps-his-promises/