Opinión

Nueva praxis diplomática

Melitón Cardona. Ex embajador en Dinamarca/The Diplomat

El artículo 9 de la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas establece que “el Estado receptor podrá en cualquier momento y sin tener que exponer los motivos de su decisión, comunicar al Estado acreditante que el jefe u otro miembro del personal diplomático de la misión es persona “non grata” o que cualquier otro miembro del personal de la misión no es aceptable. El Estado acreditante retirará entonces a esa persona o pondrá término a sus funciones en la misión, según proceda …”.

Pese a la generalidad de dicho artículo, siempre había sido interpretado como aplicable a las relaciones diplomáticas bilaterales, pero últimamente se ha producido una utilización, a mi juicio, espúrea del mismo, porque varios países europeos han expulsado de su territorio a diplomáticos rusos en solidaridad con el Reino Unido a raíz de determinados incidentes de envenenamiento por agentes químicos ocurridos en su territorio.

Conviene advertir que el tratamiento de dichos incidentes está regulado en la Organización para la prohibición de las armas químicas (OPAQ), que prevé que cualquier duda en la observancia del dicho tratado se resuelva mediante intercambio de información y consultas bilaterales, algo que el Reino Unido ha rechazado de plano, lo que da qué pensar.

“Expulsar a diplomáticos sin que conste que hayan cometido actos incompatibles con su status es un precedente peligroso”

Expulsar a diplomáticos acreditados en un país en el que no consta hayan cometido actos incompatibles con su status me parece un precedente insólito y peligroso y por eso me ha parecido ejemplar la actitud de Portugal, que se ha limitado a expresar su preocupación y solidaridad con el Reino Unido, su aliado ancestral, por los incidentes señalados pero ha rechazado expulsar a diplomáticos rusos acreditados en su país porque no le consta que ninguno de ellos haya llevado a cabo actividades incompatibles con su status.

Se es satélite de alguien cuando se responde automáticamente a sus exigencias y se es soberano cuando se es capaz de rechazarlas. Portugal es un país pequeño en territorio, población, volumen económico e influencia global, pero es muy grande en seriedad, dignidad y coherencia.