Opinión

Periodistas autónomos sin autonomía

Carlos Penedo

Pie de foto: Ilustración tomada de la revista Periodistas, número de febrero de 2017, editada por la FAPE

El año 2017 ha transcurrido marcado en muchos aspectos por la comunicación: por las supuestas noticias falsas y, según nos quieren hacer creer, la guerra que hoy se desarrolla a golpe de tuit (bienvenida incluso en el caso de que existiera, recientemente escucho que Japón movilizó a 200.000 esclavas sexuales coreanas en la segunda guerra mundial, ésas son las cosas que pasan en las guerras de verdad), redes que emplean con generosidad los protagonistas de las dos mayores potencias nucleares, que acompañaron a Trump a la Casa Blanca y a Putin camino de su enésima reelección; en tierras cercanas, el desafío independentista en Cataluña ha sido pura comunicación, ni sus actores se acaban de creer que pueda ser una realidad cercana, todo un montaje mediático del que habría mucho que aprender.
En los tres casos se trata de utilizar las dinámicas de las redes sociales para la circulación de información, normalmente al margen de los medios de comunicación tradicionales.
Y el final del año tiene una cita de interés en este campo que es la difusión por parte de la Asociación de la Prensa de Madrid, que ha conseguido sobrevivir al cierre de su servicio médico, del Informe de la Profesión Periodística, radiografía anual del gremio en todo el país.
Una primera conclusión del informe: los autónomos siguen creciendo en la profesión en su momento de mayor precariedad laboral, por tanto, periodistas autónomos nada autónomos, que recuerda a aquello de la abundancia de independentistas con escasa independencia, abundancia de constitucionalistas con la Constitución algo oxidada o contra la que se pronunciaron incluso en sus años mozos o gobiernos autoritarios en tiempos de escasa soberanía real. Sobreactuaciones.
Por tanto, creciente número de periodistas que trabajan en régimen de autónomos, la cuarta parte al menos de la profesión, en muchos casos forzados por las circunstancias (80%) y siempre teniendo en cuenta que una parte de ellos, uno de cada cinco, son falsos autónomos (trabajan para un único cliente o incluso están en sus dependencias).
Casi la mitad de los periodistas autónomos cobra menos de 1.000 euros al mes, con lo que aquel mileurismo que en tiempos de ZP era una condena hoy se ha convertido en una aspiración.
Con sentido de la actualidad, este Informe 2017 pone el foco en la situación de la mujer, con resultados que refuerzan anteriores estudios: la profesión está muy feminizada, mayoría de dos tercios entre estudiantes de la cosa, se iguala el número en ejercicio laboral y vuelven los dos tercios a favor de la mujer en el paro; y de media cobran menos porque hay más mujeres que hombres en los niveles salariales más bajos. Sorprende en sentido contrario conocer que entre los profesionales de la comunicación que no trabajan en medios la igualdad es mayor y mayor la presencia de mujeres en puestos de gestión o directivos que en medios tradicionales.

Pie de foto: Presentación del ‘Informe de la Profesión Periodística 2017’. En la imagen, de izq. a dcha.: Luis Palacio, Victoria Prego y Nemesio Rodríguez. Foto: Pablo Vázquez / APM

Afortunadamente la APM y su informe han superado la ya pasada distinción radical entre periodista en medio y profesional de la comunicación en una empresa o institución, son dos ramas del mismo oficio -así lo piensa el 74% delos encuestados por la APM-, que en muchos casos se alterna en el ejercicio profesional y con distintas opciones de futuro en favor del segundo destino.
Principales problemas que destacamos quienes nos dedicamos a esto: paro, precariedad laboral y mala retribución. La combinación de la transformación digital más las reformas laborales han precarizado claramente la profesión, aunque no todo es negativo.
Los profesionales del periodismo continúan encontrando algunos aspectos positivos en el desarrollo de su trabajo. Si más de la mitad señalan que les resulta fácil acceder a las fuentes de información, aún son más los que afirman que ahora existen más medios para llegar a los usuarios y más posibilidades profesionales para los periodistas y que, gracias a la tecnología, se puede hacer mejor información. Están por debajo del 6% quienes sostienen no encontrar ningún aspecto positivo al ejercicio del periodismo hoy en día. Todo lo anterior prueba que la vocación te encuentra trabajando, no en sexto de Primaria.
"Poco a poco, el mercado laboral, la formación, las condiciones de trabajo... se van estabilizando, si bien es verdad que en unos niveles, por lo general, inferiores a los vigentes antes de la crisis", se puede leer.
Nada de lo apuntado sobre la salud de la profesión periodística es exclusivo, pero tiene peculiaridades.

Varias crisis han confluido en la profesión: la económica general, más la digitalización de la sociedad que ha fulminado el modelo de negocio tradicional de las empresas periodísticas (sin recambio en perspectiva, aunque en otras tierras los ingresos digitales son mayores) que ha traído a su vez nuevas formas de comunicación e información.
Con todo, nunca ha circulado y se ha consumido más información, por lo que la continuidad de la profesión está asegurada, adaptada al momento y buscando el equilibrio siempre inestable entre el ciudadano o el anunciante-financiador de la empresa como destinatario final de su labor.
La valoración que los periodistas realizan de los servicios prestados por las asociaciones sitúa en primer lugar la expedición de los carnés de prensa (identidad profesional), seguido por los pronunciamientos en favor de la profesión; y merecen un aprobado también los de formación, defensa jurídica y publicaciones, como ésta excelente de la APM, con sólo dos críticas.
El informe se elabora con datos estadísticos más una gran encuesta que se realiza entre periodistas miembros de alguna asociación, por tanto se queda fuera la opinión quizá diferente de muchos profesionales no colegiados.
En segundo lugar, este informe anual de la profesión sigue sin prestar atención a la figura del becario, que llena las redacciones acumulando una experiencia laboral inversamente proporcional a sus ingresos.
Como conclusión, el periodista barra profesional de la comunicación es cada vez más autónomo, lo que no le quita ni una sola de las numerosas dependencias que imponen el mercado de trabajo y las circunstancias; está más solo.