Opinión

Protestas en Irán

Javier Fernández Arribas

Las protestas en las principales de ciudades de Irán con más de 20 muertos en los últimos días responden a un cúmulo de razones, algunas inconfesables para quien mece la cuna, nada es casual. Se ha producido una evolución contradictoria de las manifestaciones para el gran poder de los ayatolas, sobre todo para el líder supremo Ali Jamenei. Del descontento inicial en la ciudad de Mashdad apoyado por el que fuera adversario en la elección presidencial al reformista Hasan Rohaní, se ha pasado a una protesta generalizada en numerosas ciudades del país con reivindicaciones políticas, económicas y sociales, donde sorprende, por ejemplo, la pasividad de los antidisturbios ante las críticas al ayatola Jamenei y la rotura de pancartas con su imagen.

En 2009, las protestas duraron cuatro meses por la reelección fraudulenta del duro Mahmud Ahmadineyad, pero no se permitía poner en duda la legitimidad del régimen ni del líder supremo.  Ahora se mezcla la exigencia de democracia y libertad con la mala situación económica, el paro, la subida del precio de los alimentos y de la gasolina, la falta de calefacción, la inflación, la igualdad de la mujer y la corrupción rampante.  Años de todo tipo de agravios y frustraciones como las que provoca una realidad de escasez y sacrificios por que el levantamiento de algunas sanciones internacionales no se traduce en una mejora de la calidad de vida de los iraníes. Las luchas internas entre los sectores más radicales y más moderados han servido siempre para limitar cualquier política que pudiera cuestionar al régimen impuesto en 1979 por la revolución encabezada por Jomeini.

El acuerdo entre Irán y la comunidad internacional para el control del programa nuclear iraní es considerado por la Administración Trump como una argucia para levantar las sanciones y poder continuar con el régimen. Las acusaciones del ayatola Jamenei contra los enemigos de Irán como responsables de incitar las actuales protestas es un recurso habitual de las dictaduras para evadir la propia responsabilidad por el descontento de la población. No hay duda del cúmulo de intereses cruzados en un momento donde la influencia chií de Irán en Siria o Irak molesta a sus enemigos sunníes. A pesar de las restricciones de internet, las imágenes de las protestas salen de Irán para que se sepa lo que ocurre. Donald Trump azuza desde twitter pero ya veremos si eso ayuda o perjudica a un régimen muy complicado. Algo se nos escapa…