Opinión

Qué pronto se olvidan las cosas...

F. Javier Blasco

‪Me animo a escribir un corto artículo sobre el tema ante la amplia proyección que ha tenido un breve post que colgaba ayer sobre las luchas intestinas en el seno de la mayoría de los partidos políticos en España. No es que quiera introducir nada nuevo, simplemente clarificar las cosas, ya que el espacio que permite LinkedIn para colgar un post sin adjuntarle un trabajo es más bien escaso y puede que no fuera lo suficientemente claro para algunos y no les haya llegado el mensaje que quise plasmar.

‪Llevamos varios años de duras críticas, dimes y diretes en contra del partido que sustenta el gobierno de la nación. El resto de partidos, al unísono, han empleado hasta la saciedad la misma cantinela. Su falta de trasparencia, poca democracia interna y cierto exacerbado caudillismo en torno de su jefe de filas.

‪No solo los partidos en la oposición, sino la inmensa mayoría de los medios de comunicación, la práctica totalidad de los incansables y sumamente repetitivos tertulianos y los manidos y cocinados resultados de muchas de las encuestas publicadas tenían como foco dicho punto decisivo. Ese era el talón de Aquiles de dicho partido y, con ello se le presentaba como dictatorial, poco claro y excluyente de todo aquel que osara discrepar dentro de sus propias filas.

‪Como contrapartida, estos otros se mostraban como la panacea democrática, unos partidos donde las listas abiertas y sus respectivas primarias daban claridad en contrapartida al oscurantismo del malvado jefe político del otro y hacían entender que solo en ellos todo era posible. Sus programas eran abiertos y la denominada militancia tenía un peso específico tan importante, que era en ella donde residía el poder para poner y quitar a sus dirigentes; marcar los programas; velar por buen funcionamiento de sus órganos directivos y evitar caudillajes por parte de los elegidos.

‪Hemos sufrido un año de idas y venidas, inmersos en un continuo proceso electoral y con cantidad, excesiva a mi entender, de mítines, encuentros y debates sobre los programas y en los que estos, en realidad, no resultaban tan atractivos al ser postergados a un segundo plano por pretender que nos fijáramos mucho más en su aparente forma de gobierno interno, que en lo que pretendían proponer para el buen funcionamiento de nuestra sociedad y economía.

‪De pronto, tras dicha larga y tensa acalorada calma, la tempestad empezó a tomar forma y ganar intensidad. El principal, de momento, partido de la oposición saltó por los aíres en una maniobra sin precedentes al entender que su máximo responsable, que no su líder, estaba jugando al escondite con sus integrantes y les podía llevar a una situación totalmente alejada de sus principios. Todo lo dicho y hecho hasta el momento, ya no valía porque para solucionarlo hubo que actuar de tal forma y manera que ya no importaban ni las listas abiertas, ni las primarias y ni siquiera lo que, al parecer, pretendía o apoyaba la militancia.

‪Gracias a este tsunami interno en dicho partido, se pudo desbloquear la situación de impasse que vivíamos los españoles durante un año y se consiguió nombrar un gobierno para que nos sacara del atolladero y pudiéramos cumplir con las exigencias que provienen de nuestros socios comunitarios.

‪Aunque en realidad, este movimiento de juegos de malabares que actualmente vivimos tiene un precio, no es gratis y puede que las exigencias dimanadas del mismo nos cuesten muchos quebraderos de cabeza, graves pérdidas económicas, alejamientos de inversiones y, si seguimos con este “juego intransigente”, varios cientos de miles de puestos de trabajo.

‪Tanto el gobierno como el partido que lo sustenta, se muestran “aparentemente” confiados en su capacidad de liderazgo, resistencia y en que el impuesto dialogo sea la panacea que enfríe todos los calentamientos ajenos y aplaque tempranas o inalcanzables pretensiones de hacerse con el poder por no sumar, según determinadas previsiones, ninguna alternativa que no fuera bastante contra natura.

‪Ahora, piensan que es el momento de presionar al gobierno que se encuentra en minoría parlamentaria y, mediante determinadas y ciertamente incomprensibles alianzas temporales, forzarle a que siga y aplique sus exigencias. Hay que decir que, en realidad, estos precipitados movimientos no tienen como objetivo buscar el bienestar común de los españoles sino dejar bien claro quién ha sido el que ha forzado la mano del gobierno para ceder en uno u otro sentido. Basta para corroborar lo dicho, las múltiples declaraciones al respecto de todos aquellos que de forma directa o indirecta recientemente han influido en esto o aquello.

‪Pero la realidad es algo más dura, no es suficiente con presentar estos pequeños trofeos de “guerra” a sus votantes; las cabezas de todos los partidos se encuentran inquietas porque saben que en su seno empiezan a aparecer voces discrepantes sobre las políticas y pactos aplicados y por la forma de comportarse sus dirigentes.

‪Parece que se hayan puesto de acuerdo todos al unísono en los últimos días y semanas, quizá sea porque se hayan visto forzados a raíz del ejemplo cundido con el malogrado principal partido en la oposición y sus posteriores resacas o porque lo conseguido no basta para llevarles a la Moncloa; razones más que de peso para que hayan abierto sus ojos y crecido los temores de ser sufridores en cada uno de ellos de procesos similares al mencionado.

‪Así vemos, que últimamente, tanto por la derecha, el centro o por la izquierda, los dirigentes se han visto forzados a poner sobre la mesa profundos cambios sobre la normativa, políticas y la forma de ejercer sus liderazgos. Pero, como esto no resulta fácil en entidades no muy compactas y que presumen de ser abiertas, claras y democráticas; el camino a seguir para ello no supone uno de rosas sino más bien de duras espinas, enfrentamientos e imposiciones en los que muchos pelos se quedaran en la gatera y, ya veremos que ocurre con tanto cambio e improvisación.

‪Mucho me temo que, si nada lo remedia, al final de estos procesos, fácilmente se podría llegar a determinados cismas internos que normalmente, suelen ser el preludio de su debacle y la consiguiente desaparición de la arena política, tal y como ya le ocurrió recientemente al casi extinto e irrelevante UpD.

‪Las prisas son muy malas consejeras, los cambios de ciento ochenta grados en política solo llevan a crear una atmósfera de desorientación y pérdida de compresión e ilusión en los seguidores. Cuando se hace lo contrario de lo prometido, cuando se deja de ser asambleario de verdad o abierto a toda crítica o propuesta y además, alguien se blinda contra cualquier tipo de ataque o propuesta distinta a la suya despojando al resto de cualquier posibilidad de réplica, aquel dirigente que lo hace, se convierte en un caudillo rozando el despotismo y amparado solo por aquellos que en ciertas zonas de España se les conocen como los “Jesuseros”  porque van tras del jefe, esperando a que este estornude y poder decirle un “Jesús” bien fuerte para que este les oiga y entienda sus deseos de lo mejor para él[1].

‪Algún recientemente defenestrado dirigente político ya está sufriendo sobre sus carnes lo que acabo de mencionar; el número de Jesuseros y palmeros decrece en progresión geométrica en un breve espacio de tiempo y a medida que se prueban sus agendas ocultas y salen a la luz procedimientos y maneras empleadas que son contrarias a lo predicado hasta la fecha. Pero sobre todo, cuando huelen el penetrante y claro tufo que desprende todo potencial e inminente cadáver político.

‪Blindarse lo que se dice blindarse es totalmente inútil tanto en política como en la vida porque, sin duda, ello supondrá cambiar los principios y valores que entusiasmaron en su día a los seguidores e hicieron aparentar limpieza, claridad y rectitud de comportamiento. Serán estos mismos seguidores los que le arrastren a la tumba política a nada que se den cuenta de lo que está haciendo o tramando. La historia está llena de ejemplos de esto que relato; son muchos los reyes, dirigentes políticos, militares y caciques que siendo alabados por cohortes generalizadas o particulares llegaron a ser defenestrados por ellos mismos. Se hizo hasta con Jesús de Nazaret en Jerusalén, quien fue aclamado por una multitud exultante, días antes de su pasión, muerte y resurrección provocada por dichos seguidores, según testimonian los cuatro evangelios canónicos.

‪Por desgracia, las cosas se olvidan pronto y todo apunta a que cada vez más, nuestros dirigentes emulan y se acercan al famoso actor de cine Groucho Marx quien dijo aquello de “Estos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros”. Ahora todo apunta a que en casi todos los partidos políticos se tiende a instaurar todo aquello que en su día, encarecidamente se criticó y mostró como fuera de toda norma democrática. Ya veremos que ocurre con todas las purgas que serán necesarias para ello y si sus seguidores lo entienden o no.