Opinión

Túnez reactiva la coordinación magrebí

                                                                                                                             Por Pedro Canales           

Pie de foto: Mujer votando en Túnez

A pocos días del fin del ciclo electoral en Túnez, que elegirá salvo sorpresas de último momento, al candidato del movimiento Nida Tunes, Beji Caid Essebsi, para ocupar  la Presidencia de la República en el Palacio de Cartago,  dos conclusiones aparecen claras para los observadores políticos en la región.

En primer lugar se trata de la culminación de “la revolución de los jazmines”, como se ha conocido en Túnez la llamada “primavera árabe” que tuvo su punto crucial en enero de 2011 con el derrocamiento pacífico y multitudinario del general Zine Ben Ali y de su régimen policial. En segundo lugar, y no menos importante, es que el triunfo de esta primera fase de la transición política en Túnez, se ha debido al apoyo que ha recibido de los otros dos países del Magreb central: Marruecos y Argelia.

El hasta ahora presidente provisional de Túnez, Moncef Marzuky, que ha ocupado la jefatura del estado con el apoyo del movimiento islamista Enahda y del movimiento Ettakatol además de su propio partido, el Congreso por la República, intentó reactivar la Unión del Magreb Árabe, existente en el papel desde 1989 pero prácticamente en hibernación por los problemas políticos y diplomáticos bilaterales entre sus miembros, principalmente entre Marruecos y Argelia. Pero lo que el premier tunecino no consiguió con invitaciones improvisadas, lo ha permitido el proceso de cambios y evolución política que ha marcado la primavera tunecina. Argelia se ha volcado en el apoyo al actual gobierno tunecino presidido por el independiente Mehdi Jomaa en el plano de la seguridad y en la lucha antiterrorista.

Túnez ha tenido que hacer frente desde 2011 a una doble amenaza: la inestabilidad generada por la crisis en Libia y el crecimiento de los movimientos terroristas en su propio país, alimentados por los grupos armados libios y por el yihadismo en el Sahel. En ambos capítulos, Argelia ha socorrido a su vecino, prestándole apoyo logístico, securizando los casi mil kilómetros de frontera común, y cerrando el camino a la penetración de grupos terroristas exteriores que pretendían sumarse a los yihadistas tunecinos de Ansar Sharia, del Grupo Islámico Combatiente Tunecino, de Al Qaida del Magreb islámico y otros grupúsculos como el llamado “Los leones de Kairuán”. Argelia ha realizado un despliegue de cerca de 15 mil hombres a lo largo de sus fronteras con Túnez y Libia, lo que ha permitido al gobierno tunecino hacer frente a las tensiones internas generadas por los actos terroristas cometidos en el país desde 2011 con la finalidad de sepultar “la revolución de los jazmines”.

Por su parte Marruecos ha prestado una ayuda económica esencial para la sostenibilidad del proceso revolucionario en Túnez, con múltiples acuerdos comerciales e inversiones en el país, así como con la asociación de empresas tunecinas y marroquíes. Una ayuda plasmada en el viaje del rey Mohamed VI a Túnez en junio pasado. Los dos pilares fundamentales del proceso en Túnez, el económico y el de la seguridad, se han mantenido firmes gracias al apoyo der sus vecinos magrebíes. Lo que facilitará la reanudación del proceso de coordinación y unificación política de la Unión del Magreb Árabe en fechas próximas, estiman los analistas.