Opinión

Trump y Bolsonaro cercan a Maduro, con el apoyo de Bogotá

Antonio Sánchez-Gijón/CapitalMadrid.com

Pie de foto: Advierten que in­cluso usarán la fuerza mi­litar para sa­carle del poder

El ré­gimen ve­ne­zo­lano se en­frenta a un doble desafío, en el que juegan un papel clave las pre­siones que puedan ejercer los go­biernos de los Estados Unidos, Colombia y Brasil para que el pre­si­dente Nicolás Maduro y sus prin­ci­pales co­la­bo­ra­dores se avengan a aban­donar el po­der. Se trata de dos desafíos: uno ‘blando’ y otro ‘duro’.

El blando puede interpretarse como una advertencia antes de tener que aplicar el duro. El pasado 25 de septiembre, once senadores de los Estados Unidos presentaron en el Senado la Venezuela Humanitarian Relief, Reconstruction and Rule of Law Act, que recoge demandas anteriores de la Casa Blanca, y que insta al gobierno de Maduro a iniciar un periodo de transición incondicional bajo la amenaza de perseguir los crímenes contra la humanidad que hayan cometido los líderes chavistas.

En la misma fecha, el Tesoro de los Estados Unidos prohibió a los ciudadanos norteamericanos realizar transacciones con cuatro de los más directos colaboradores del presidente Maduro, entre ellos su esposa, un claro mensaje que niega el disfrute de las ganancias corruptas que hayan podido cometer sus más directores colaboradores.

El secretario de Estado, Mike Pompeo ya había anunciado que los Estados Unidos se disponían a tomar medidas contra el gobierno venezolano. Esta advertencia fue portada verbalmente a Caracas, hace menos de una semana, por Tim Tull, un negociador profesional enviado por el presidente de la comisión de Asuntos Exteriores del Senado.

El mensaje plantea la exigencia de que se celebren elecciones generales en Venezuela, proposición que, de todas formas, tiene pocas posibilidades de ser aceptada por el régimen, pues sus beneficiarios se arriesgarían a perder las palancas y beneficios del poder, hoy en sus manos de forma incontestada, para ser perseguidos de inmediato por la justicia internacional.

“Todas las opciones están sobre la mesa…”, dijo el pasado día 29 el presidente Trump, para aclarar enseguida: “las duras y las menos duras, y Vds. ya saben lo que quiero decir por ‘duras’”. El presidente, además, prometió ‘cuidarse’ del pueblo venezolano.

También vaticinó que un golpe militar contra Maduro triunfaría rápidamente, aunque evitó insinuar que los Estados Unidos participarían. Un vicealmirante del cuarto militar del presidente, Craig Faller, declaró que se estaba planificando determinadas medidas, aunque añadió que no se ha ido más allá “de las medidas normales y prudentes que un mando de combate debe tener preparadas para un cierto número de contingencias”.

El senador Marco Rubio pidió que se diese ayuda y cooperación militar al gobierno colombiano, al objeto de contrarrestar la desestabilización previsible, causada por el régimen venezolano. El presidente lanzó además un mensaje de naturaleza ideológica contra el chavismo: “No hace mucho Venezuela era uno de los países más ricos del mundo. Hoy, el socialismo ha arruinado ese país rico en petróleo y arrojado a su pueblo a la pobreza más abyecta”.

Junto con Colombia, el otro pie de la amenaza militar al régimen procede del futuro gobierno brasileño. El vicepresidente electo, Hamilton Mourao, un antiguo jefe militar, ha predicho que el régimen venezolano llega a su fin. Mourao conoce bien Venezuela, pues fue agregado militar en Caracas a principios de siglo.

El diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del presidente electo, aboga por la estrecha colaboración de Brasil con el gobierno colombiano, para hacer frente al régimen bolivariano, y aunque no abogó por una intervención militar contra el chavismo, aclaró que ninguna opción estaba descartada, y pronosticó que el régimen caerá cuando pierda el apoyo interno de los militares. Un portavoz del departamento de Estado ha dejado claro que Mike Pompeo y el presidente Bolsonaro han hablado de los “asuntos prioritarios, incluyendo Venezuela”.

Bolsonaro y Nike Pompeo parecen haberse puesto de acuerdo en una estrategia común, aunque lo único a que se ha comprometido públicamente el brasileño es a apoyar a Colombia frente a Venezuela. Más explícito fue el presidente Trump en dar su apoyo al nuevo mandatario brasileño: “Acordamos – declaró - que Estados Unidos y Brasil trabajarán estrechamente en materia comercial, militar y todo lo demás”.

Hace pocos días el diario ABC de Madrid daba por cierto que ya existían planes de una intervención internacional contra el régimen chavista, aunque un portavoz del gobierno colombiano negó que Bogotá abrigara tales planes.

Las rápidas tomas de postura de Washington y Brasilia ante la crisis venezolana hacen prever que las mediaciones llevadas a cabo por el anterior presidente del gobierno español, J.L. Rodríguez Zapatero, a lo largo de muchos años, no llevarán a parte alguna. A no ser que, en el mejor de los casos, Zapatero se resigne a actuar de mero mensajero de decisiones que parecen a punto de materializarse.