Opinión

Una historia no prescrita

Miguel A. Ortiz Asín/Ignacio Ortíz Palacio/ La Provincia-Diario de Las Palmas

Pie de foto: Vista parcial de los campamentos de refugiados de Tinduf, el desierto argelino. | LP / DLP

Crímenes de lesa humanidad del Polisario contra su propio pueblo. Con objeto de que resulte una tarea poco ardua para el lector menos avezado en las cuestiones relacionadas con la última etapa de la ex colonia española, desconocedor en buena medida de muchas de las espinosas situaciones que allí se dirimieron, y que marcaron el acontecer del diferendo, sería imprescindible hacer una aproximación histórica a estos sucesos, no por más desconocidos, menos importantes en lo que fue el devenir de la cuestión del Sáhara.

En los últimos años de administración española en el Sahara Occidental, fundamentalmente a partir del año 1973, se produjeron cambios sustanciales en los puestos de vigilancia en el interior del territorio, en cuanto a los sistemas de seguridad y protección de los mismos, en función principalmente de la entidad de su población nativa —tanto flotante como estática—, circunstancia que determinaba la cantidad de la guarnición de Policía Territorial o la base de asentamiento de la Agrupación de Tropas Nómadas, unidades que ejercían dicha labor de seguridad. Estas agrupaciones de Tropas Nómadas se organizaban en patrullas.

La captura de las patrullas con denominación "Pedro" y "Domingo", y los diversos ataques del Polisario a los puestos del interior que se encontraban más próximos a la frontera mauritana, los cuales a su vez servían de mejor objetivo para un posterior repliegue y refugio en su "santuario" de la zona mauritana, movieron al Estado Mayor del Gobierno General, a proponer al Gobernador el desalojo de las bases militares de dichos Puestos, propuesta que se llevó a cabo de forma generalizada.

Fue entonces cuando surgió la discrepancia en la jefatura de dicho Gobierno General, al enterarse de dicha disposición Luis Rodríguez de Viguri, Secretario General del territorio, ya que afirmó que dicho desalojo dejaría tales puestos al arbitrio del primero que llegase y, en todo caso, se interpretaría como una dejación de soberanía. Fue autorizado entonces a cubrirlos con personal nativo de la Policía Territorial.

En el verano de 1975 un equipo de funcionarios del gobierno realizó un amplio periplo por el territorio, partiendo desde Aaiún hacia el sur, controlando los puestos que estaban cubiertos por fuerzas de seguridad, de la Policía Territorial en todos los casos, tal y como a continuación se relacionan:

Al puesto deBojadorse asignó un oficial español, por otra parte en Guelta Zemmur,se estableció tan solo un puesto de Policía Territorial, así como otro de Tropas Nómadas bajo el mando de un suboficial español. Asimismo en Gleibat el Fulase designó un Alférez nativo y en Auserd un oficial europeo, al igual que en Güera. En Agüenit se destinóun suboficial nativo.Finalmente a Tichlafue propuesto un suboficial nativo y en Bir Nzaran tan solo la Policía territorial, presente en todos los casos como antes mencionábamos. 

Por otra parte, en la línea de lo expuesto en párrafos anteriores, los puestos que fueron atacados por el Polisario —algunos en reiteradas ocasiones—estaban ya sin guarnición ni protección policial. Dichos ataques fueron sucediéndose gradualmente, siendo el primero el 20 de mayo de 1973 en Janquet Quesat, en la que es considerada la primera acción armada del Frente Polisario, prolongándose hasta finales de 1975 en distintos ataques a Ait Ben TiliMahbesLa GüeraTah, causando diversos muertos y heridos en decenas de ataques, tanto nativos como españoles.

Como consecuencia del desalojo de las fuerzas militares que tenían sus bases en los puestos del interior, quedando estos desguarnecidos y en algunos casos solo protegidos por fuerzas de Policía Territorial también a su vez atacadas por guerrillas del Polisario, la población civil saharaui, asentada alrededor de los mismos como punto de apoyo en función de su actividad nómada, se vio en este último año de colonia española abandonada a la suerte de las incursiones del Polisario.

Todo ello con fines de saqueo y captura, obligándoles en sus redadas a trasladarles forzosamente a los campamentos de Tinduf, con el estudiado fin de engrosar a una población que pudiera dar soporte a las pretensiones de constituir un gobierno en el exilio, como así se demostró posteriormente al autoproclamar la supuesta República Árabe Saharaui Democrática.

Esto se fue produciendo mediante una población, en su gran mayoría, capturada en las zonas antes referidas cercanas a los puestos del interior, fracturándolas así del resto de ramas familiares que pudieron evitar aquella incursión hostil, por encontrarse en la franja costera o en las capitales en las que habían permanecido hasta la salida de España, con objeto de desarrollarse en el marco del posterior gobierno de Marruecos.

En esos últimos años de presencia española en el Sahara, el Polisario atacó y desvalijó puestos indefensos, asaltó y capturó patrullas de vigilancia, cometió actos de sabotaje y terroristas,como por ejemplo los cometidos contra Fosbucraa, que ellos consideraban como acciones de lucha armada bajo el paraguas ideológico de los movimientos de liberación nacional de la época. Pero no se puede obviar lo innegable, losgraves delitos de violaciones de Derechos Humanos, cometidos contra gran parte de la población civil, obligada a la fuerza a su deportación y traslado a los campamentos de Argelia bajo los pretextos antes referidos.

En ese sentido, estos actos de violación de los Derechos Humanos por el Polisario a los saharauis en sus orígenes como pretendida república, se ejecutan por sus responsables a través de la siguiente clasificación, desde un punto de vista conceptual, definida en tres apartados: el territorio, el conflicto y el contencioso.

El territorio, aprovechándose de una amplia franja del territorio de noreste a sureste, en la zona próxima a la frontera con Mauritania, ya que los puestos existentes en la misma habían quedado desguarnecidos de protección militar, manteniendo solamente algunos destacamentos de policía territorial de nativos saharauis.

El conflicto,por su iniciación en los ataques hacia esos puestos por parte de las guerrillas del Polisario y el rearme de las mismas, en sus bases de partida por parte del gobierno de Argelia y Libia, así como el armamento y material capturado en los destacamentos españoles a las unidades nativas.

El contencioso, iniciando en 1975 la ausencia de libertades en dichas poblaciones, comenzando por la deportación forzosade sus habitantes que, entre otros motivos, no eran conscientes de sus derechos por su intrínseca y noble formación nómada y por la falta de información sobre la situación, tanto política como administrativa, en la que se encontraban.

Con este destierro masivo a los campamentos, la recluta de dicha población fue enrolada "manus militari" en los grupos armados del Polisario. Los altos responsables de esta milicia, que utilizaron tácticas similares a sus ideológicamente coetáneos de otros países donde este tipo de movimientos estaban en boga, eran fundamentalmente Bachir Mustafa Siyed y el fallecido Mahafud uld Ali Beiba.

Precisamente el citado Bachir, hermano de El Uali Mustafa Siyed, primer presidente de la autoproclamada RASD fallecido el 9 de junio de 1976 durante un ataque de la milicia del Polisario en Mauritania, estuvo en fechas recientes en estas Islas Canarias, en sendos actos en Lanzarote y Gran Canaria, para conmemorar el 45 aniversario de la creación del Frente Polisario. Como es de sobra conocido, el citado Bachir Mustafa tiene pendiente una querella admitida a trámite en la Audiencia Nacional, por graves violaciones de Derechos Humanos contra disidentes saharauis en los campamentos de Tinduf, sobre la que aún tiene que rendir cuentas.

En definitiva, podríamos considerar estos delitos anteriormente expuestos como el primer delito grave de violación de Derechos Humanos, en el contexto de este conflicto, cometidos por el Frente Polisario y desconocidos por el gran público, motivo por el cual creemos esencial rescatarlos y arrojar luz sobre ellos. Especialmente dada la deformación actual de la realidad sobre esta cuestión debido a una persistente desinformación a todos los niveles a través de un falso relato arraigado en el imaginario colectivo, donde a unos se les presenta de manera recurrente como víctimas y a otros como verdugos.

Delitos estos cuya más palmaria herencia son los actuales campamentos de Tinduf: no se puede comprender la magnitud y cantidad de la población de dichos campamentos sin la consumación en ese momento histórico de las transgresiones antes referidas. Delitos igualmente comparables a las "razzias" que otrora tuvieron lugar en otras partes de África, pero con un componente si cabe mucho más grave, porque todo acto tipificado como "deportación o traslado forzoso de población, encarcelación u otra privación grave de la libertad física", actualmente sería considerado un"crimen de lesa humanidad", según la Corte Penal Internacional, y que tienen la especial característica de ser imprescriptibles, es decir que pueden —y deben— ser perseguidos permanentemente. Desgraciadamente en este caso no ha sido así, pero pese a que los hechos fuesen anteriores a la entrada en vigor del Estatuto de Roma, la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad tiene su fundamento en que las graves lesiones a los derechos humanos deban ser investigadas en cualquier momento. 

Estos casos que denunciamos están demostrados con las familias de las tribus que, en su mayor parte, fueron llevadas desde el sur del Sahara, como las Ulad Delim, Ulad Bousbaa, Ulad Musa, la confederación de tribus Tecnas, Arosien, Ulad Tidrarin, Izarguien, etc. Y que siguen mostrando su rechazo a la situación de ostracismo a la que se ven sometidas, debido a la actitud dictatorial de aquellos que rigen los destinos del Polisario. Pero que esperamos con este artículo tengan un pequeño altavoz al que asirse, y sus reclamaciones históricas lleguen y sean escuchadas más allá del desierto. Al menos que eso ocurra aquí en las islas, donde solo se escuchaba y comprendía a una parte, aquella que perpetró los terribles hechos que aquí denunciamos.