“Las elecciones legislativas en Túnez no tienen que ser la victoria de unos contra otros”

Por Paco Soto
Foto: El politólogo e investigador tunecino Choukri Hmed.
 
Choukri Hmed es un politólogo y profesor de Ciencias Políticas de origen tunecino. Investigador en el Instituto de Investigaciones Interdisciplinarias (IRISSO) de Francia y en el Laboratorio Diraset de la Universidad de Túnez, trabaja también en la Universidad  Paris Dauphine. En esta entrevista con Atalayar, Choukri Hmed analiza la naturaleza de las elecciones legislativas que se celebran este domingo 26 de octubre en Túnez y la situación política y social en el país norteafricano. 
 
Pregunta: ¿Qué representan para Túnez las elecciones legislativas del 26 de octubre?
Respuesta: “Estas elecciones se celebran en un momento muy importante para Túnez tanto desde el punto de vista político como social. La primera etapa, la que nace con las elecciones generales del 23 de octubre de 2011 y la formación de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), nos permitió salir de la dictadura e iniciar un proceso de transición. Las elecciones del 26 de octubre marcan una nueva etapa en la transición política. Tienen que ser unas elecciones libres y transparentes que den vida a unas instituciones democráticas y un mayor poder a la sociedad civil”.
 
P: Usted habla de transición política y no de transición democrática.
R: “Lo que he querido decir es que la transición democrática no está acabada. En 2011 celebramos las primeras elecciones libres tras 55 años de régimen autoritario. Estas nuevas  elecciones marcan el inicio de una nueva etapa en la transición democrática. Vamos a tener un Parlamento democrático, porque en la primera etapa sólo tuvimos  una Asamblea Constituyente. Tenemos una nueva Constitución democrática, pero esto no significa que vivamos en una situación plenamente democrática. Tenemos que solucionar muchos problemas, por ejemplo,  en el ámbito de la Justicia transicional. Nos tenemos que dotar de instituciones verdaderamente democráticas. En algunos aspectos Túnez ha cambiado poco. En el ámbito internacional, Túnez sigue siendo un país dependiente del Hemisferio Norte, de Occidente y de Europa en particular. En el nuevo orden mundial,  nuestro país sigue siendo dependiente como en la dictadura”. 
 
P: ¿En esta nueva etapa de la transición el Parlamento tendrá que consolidar su papel de representante de la voluntad popular y de legislador democrático?
R: “Efectivamente. Tenemos la nueva Constitución que aprobamos el 26 de enero en una situación bastante caótica. Afortunadamente, ahora tenemos instituciones donde se puede debatir y resolver los conflictos a través del diálogo  y la lucha política y no a través de la violencia, pero esto no significa que hayamos resuelto todos los problemas. Hay que aplicar la Constitución y convertir el nuevo Parlamento en una verdadera Cámara de representación popular”.
 
P: ¿La estructura social de Túnez, que es el país   más avanzado, más culto y más laico del Magreb, es un punto a favor de la consolidación de la transición democrática?
R: “Vamos a ver, durante mucho tiempo, sobre todo durante la dictadura de Zine El Abidine Ben Ali, se habló de la excepción tunecina. Eso era pura propaganda del régimen y de sus aliados occidentales. Ahora bien, a pesar de haber tenido durante 55 años un régimen autoritario y represivo, la sociedad tunecina estuvo más politizada y hubo más conciencia social que en otros países de la región. Somos una sociedad bastante homogénea desde el punto de vista étnico y religioso. El sindicalismo, incluso durante la dictadura, ha sido un factor muy importante en el desarrollo social y político tunecino”.
 
P: En este contexto sociopolítico y preelectoral, ¿cómo analiza el papel que desempeña el movimiento islamista Ennahda?
R: “Ennahda, que estuvo en el poder y supo abandonar a tiempo el gobierno, tiene una estrategia diferente a la que llevaron a cabo los Hermanos Musulmanes en Egipto. Es más, Ennahda ha tenido la inteligencia política de no repetir  los mismos errores que cometieron los Hermanos Musulmanes en Egipto, y por eso no se presentará a las elecciones presidenciales del próximo mes de noviembre. Los dirigentes de Ennahda son estrategas políticamente inteligentes. Han gobernado con fuerzas laicas el país y han dejado el poder para entregarlo a un gobierno de tecnócratas hasta las elecciones del 26 de octubre. Creo que Ennahda se dio cuenta que no es una fuerza hegemónica en Túnez. Tiene 89 de los 200 diputados. Ennahda se ha visto en la obligación de actuar políticamente en función de la correlación de fuerzas en Túnez. Y esta correlación de fuerzas demuestra que los islamistas no son hegemónicos”. 
 
P: ¿Pero cree que Ennahda, principal representante del islamismo político en Túnez,  ha aceptado el sistema democrático?
R: “Pienso que Ennahda es consciente de la correlación de fuerzas en Túnez y tiene muy presente la experiencia egipcia de hace más de un año, cuando los militares acabaron con el poder de los Hermanos Musulmanes e interrumpieron el proceso político. Hay en Túnez grupos muy radicales que quieren erradicar a Ennahda, porque aseguran que es un movimiento fascista,  y acusan de ‘traidores’  a los partidos que gobernaron con los islamistas. Los islamistas en Túnez se han visto obligados a aceptar el juego democrático. En este sentido, han sido inteligentes y sensibles a las presiones internacionales, a la correlación de fuerzas interna y a  la experiencia egipcia”. 
 
P: ¿Qué previsiones hace usted para las próximas elecciones generales?
R: “No quiero hacer previsiones, porque no me parece serio. Los sondeos que se publican no tienen ninguna base científica. No hay en Túnez en estos momentos ninguna empresa de sondeos seria y profesional. Ya veremos lo que ocurre. Una parte de la sociedad no quiere que ganen los islamistas o los partidarios del antiguo régimen. Probablemente, ningún partido conseguirá mayoría absoluta y esto obligará a las formaciones políticas a dialogar, negociar y pactar. Las elecciones legislativas en Túnez no tienen que ser la victoria de unos contra otros”. 
 
P: ¿Si las elecciones generales y presidenciales se desarrollan con normalidad, los grupos yihadistas que actúan en el país saldrán perdiendo? 
R: “Claro que sí. La normalización democrática es una victoria contra el salafismo combatiente. Estos grupos existen, cometen atentados, asesinan, e intentan debilitar el Estado. El Estado, lógicamente, salió debilitado del proceso revolucionario de 2011, pero sigue actuando. Lo que ocurre es que Túnez está situado en una región convulsa donde los salafistas van  y vienen de un país a otro. Hay tráfico de armas, Libia es un caos político y social… Pero aún así, el Estado funciona y los grupos yihadistas no han podido convertir a Túnez en un caos total ni cometer atentados sin parar durante el periodo preelectoral”. 
 
P: ¿Piensa que Europa ha entendido de verdad que la estabilidad en el Magreb debe pasar por un verdadero desarrollo económico y social y por la existencia de Estados democráticos y de derecho?
R: “No, francamente. Occidente, y Europa en particular, sigue sin entender cómo funcionan nuestras sociedades, su pluralidad y diversidad internas, sus anhelos… Durante mucho tiempo Europa apoyó  regímenes dictatoriales como el de Ben Ali en Túnez. Europa sigue pensando y actuando con viejas ideas del pasado. Esto no es bueno para nadie, ni para Europa ni para el Magreb. La falta de información y de conocimiento, la miopía política y el egoísmo caracterizan a Europa en su relación con el Magreb. Pero también quiero ser autocrítico y decir que nuestras propias sociedades se conocen poco y mal. Todos tendríamos que hacer grandes esfuerzos para conocernos mejor y establecer bases de diálogo y de cooperación más inteligentes, justas y equilibradas”.
 

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