Abdelaziz Tribak: 'Marruecos tiene la intención de ser un verdadero Estado de derecho y democrático'

Paco Soto

Pie de foto: Abdelaziz Tribak, expreso político marroquí y protagonista de la entrevista con Atalayar.

Abdelaziz Tribak nació y el 6 de junio de 1951 en Tetuán, en el Noreste de Marruecos. Vive en la actualidad en esta ciudad. Licenciado en Sociología, consiguió un Diplôme d´Etudes Supérieures de Journalisme. Tenía 20 años y en Marruecos mandaba el Rey Hasan II. Se integró en la organización opositora marxista leninista ‘Ilal Aman’ (Adelante) en Tetuán. Tribak entró en la clandestinidad de agosto de 1974 a finales de enero de 1976. Era responsable del área de institutos de enseñanza media en la ciudad de Casablanca. Fue detenido por la Policía y condenado a 32 años de prisión en el proceso que se celebró en Casablanca contra militantes de ‘Ilal Amam’. Pasó 11 años de su vida en la cárcel, y durante siete meses fue “desaparecido” -o secuestrado, si se quiere-, por la Policía política del régimen de Hasan II en el centro de detención clandestino de Derb Moulay Chrif, en Casablanca. Muchos opositores a Hasan II fueron secuestrado en esta siniestra dependencia policial y sometido a brutales torturas.

Abdelaziz Tribak, que sacrificó parte de su juventud por un Marruecos más justo, recuerda que aquella época era “un período de grandes luchas políticas por el poder entre los partidos de la oposición al régimen, y de luchas feroces por este mismo poder entre las diferentes corrientes que constituían el régimen: guerrilla urbana y rural, golpes militares, huelgas obreras y estudiantiles… El movimiento marxista leninista de extrema izquierda al que pertenecía Tribak tenía unos “sueños estratégicos” exagerados y ninguna implantación popular”. “Pagamos un precio muy alto”, lamenta Tribak, quien es autor del libro ‘Ilal Amam, autopsia de un calvario’, publicado en 2009.

El libro recoge la experiencia opositora de aquel joven idealista que soñaba con un país distinto y la propia historia de ‘Ilal Amam’. En esta entrevista en exclusiva con Atalayar, Tribak analiza la actual situación política, social y económica de su país. El antiguo represaliado político ha superado sus posiciones dogmáticas de juventud, mantiene una mirada crítica pero constructiva sobre Marruecos, y sigue comprometido con vivir en un país más justo, democrático y equilibrado, donde la alternativa a los problemas no sea el islamismo político, al que considera un movimiento esencialmente reaccionario.

Pregunta: Hasan II murió el 23 de julio de 1999. Su hijo, Mohamed VI, llegó al Trono prometiendo grandes reformas políticas, sociales y económicas. El ministro del Interior del anterior Rey y su eminencia gris, el siniestro Driss Basri, fue destituido. Muchos exiliados pudieron regresar al país y numerosos presos políticos fueron liberados. Hay que recordar, no obstante, que el proceso de cambio empezó en los últimos años del reinado de Hasan II. ¿Qué balance hace usted de esta época (1999-2000) llena de ilusiones?

Respuesta: “Como usted bien dice, el proceso de reformas empezó mucho antes de la llegada al Trono de Mohamed VI. Me atrevería a decir que es un proceso que dio su primer paso a principios de los años setenta, cuando Hasan II aprendió a gestionar las situaciones posteriores a los golpes de Estado. Es un proceso que puede parecer lento desde el exterior, pero que obedece a las reglas interiores del desarrollo del conjunto marroquí. Con lo que se ha llamado la ‘Nueva Era’, ha habido una especie de aceleración. Para mí, que soy un veterano y vengo de otra época, el balance es ampliación positivo. Creo que los riesgos no se sitúan en las intenciones de ir hacia adelante [de Mohamed VI], que son reales”.

P: En el marco de este proceso de cambios y reformas, a pesar de todas sus contradicciones, ¿cómo ve la situación de Marruecos desde el puno de vista sociopolítico y económico?

R: “Empecemos por la economía. Marruecos ha impulsado grandes reformas en lo legal y en la práctica para darse una oportunidad de desarrollo económico conforme a sus posibilidades. Marruecos no es un país petrolero. Marruecos ha optado por más apertura hacia el mundo de los capitales, ha iniciado un intento de implantarse en el continente africano, ha optado por una puesta en valor de los potenciales naturales (energía solar…). Pero como usted ya sabe, el mundo conoce una crisis económica que dura más de 10 años y ningún país está al margen de esta crisis. Los marroquíes esperan mucho, el crecimiento demográfica es muy elevado; y el cambio de la antigua configuración del país (Marruecos ha dejado de ser un país rural, el desarrollo de las ciudades es un problema…) es complicado.

La voluntad de ir hacia adelante es real, pero Marruecos, como la mayoría del mundo contemporáneo, no detiene las llaves de su destino en sus manos. En el ámbito social, Marruecos es un país en plena mutación. Las antiguas claves están superadas, y no sabemos lo que pasará en el futuro. No lo podemos saber a ciencia cierta, porque la sociedad sufre presiones y tensiones de varias corrientes. Los estudios sociológicos que podrían detectar los cambios y ofrecer perspectivas no son suficientes. La lógica quiere que vayamos hacia una mayor apertura y ‘modernidad’. Pero me pregunto si existe una lógica en materia social en esta parte del mundo. En el terreno político, las reformas avanzan, pero Marruecos hace parte de una esfera histórico-cultural diferente. En Europa del Este, la dictadura comunista tenía una alternativa clara; la democracia impulsadas por fuerzas sociales, económicas y políticas bastante influyentes. Marruecos, en cambio, se enfrenta a muchas inercias de la esfera histórico-cultural diferente a la que pertenece. Hay ganas de ir hacia adelante y ha habido avances políticos, pero…”

Pie de foto: El presidio de Tazmamart, donde murieron muchos presos políticos marroquíes durante el reinado de Hasan II.

P: ¿Podemos afirmar que Marruecos se ha convertido en un Estado de derecho y democrático?

R: “Pienso que la intención de que Marrueco sea un verdadero Estado de derecho y democrático existe. En los últimos 40 años se han tomado múltiples iniciativas para ir en esta dirección. Y las reformas políticas desde la llegada al Trono de Mohamed VI lo confirman. Estas son las intenciones. En cuanto a la práctica, hay que tener en cuenta que es un largo aprendizaje. Estamos en una situación donde la gestión de la cosa pública está cada vez más repartida. Hasta el Rey ha cedido muchas prerrogativas al jefe del Gobierno. El Ejecutivo dispone de poderes más amplios. El Parlamento soluciona muchos ‘contenciosos’ a través del diálogo y el consenso. En las provincias, el poder de los cargos electos locales es inmenso. Ese poder puede ‘destruir’ una ciudad y no ‘desarrollarla’. El poder jurídico tiene una verdadera independencia respecto al Ejecutivo. Varias instancias de control, o de ‘contrapoder’, estatales o bien independientes, se han instalado. Claro que quedan cosas por hacer, como, por ejemplo, utilizar el nuevo poder de cara a la instauración de un verdadero Estado de derecho, y no para que fructifiquen los privilegios de castas. Es un largo aprendizaje y los ciudadanos tienen mucho que decir a través de sus instancias representativas. Esto siempre y cuando el contexto general económico, político y geopolítico, lo permita, porque Marruecos, como ya lo he dicho, hace parte de una región que tiene sus particularidades”.

P: En su opinión, ¿por qué motivos, la izquierda marroquí ha desaparecido prácticamente del paisaje político nacional, y la izquierda institucional (USFP, PPS…) se confunde en ideas y prácticas con la derecha y los liberales?

R: “Creo que las razones son múltiples. En primer lugar, el mundo ya no es el mismo desde la caída del Muro de Berlín. ¿Sigue siendo la misma la izquierda en Europa desde el final de la rivalidad Este-Oeste? ¿Dónde han pasado los partidos comunistas e incluso los partidos socialistas y socialdemócratas? Creo que a nivel mundial vivimos en un contexto que exige una especie de “aggiornamento” del pensamiento político, y creo que el proceso está en marcha en todas partes. Además, la crisis económica mundial persistente no mejora las cosas. Es difícil mantener la ‘fibra social’ cuando las cajas del Estado están vacías, de la misma forma que es difícil mantener las conquistas sociales posteriores a la Segunda Guerra Mundial cuando la economía no funciona. Esta situación está dando alas en muchas partes a fuerzas populistas o abiertamente fascistizantes y a la explosión del campo político con el surgimiento de otras fuerzas políticas ‘democráticas’ y alejadas del viejo esquema izquierda-derecha. En el caso de la esfera histórico-cultural donde se encuentra Marruecos, la caída del Muro de Berlín significó el principio del fin de los regímenes nacionalistas árabes, que eran unos regímenes dictatoriales y pseudo progresistas. Estos regímenes, ideológica y materialmente, le daban de comer a la izquierda de los países árabes. La caída de esos regímenes significó de cierta manera la caída política e intelectual de la izquierda. La alternativa en esta parte del mundo no podía ser, desgraciadamente, democrática y realmente progresista, porque la democracia no es una simple opción de sociedad ‘prêt-á-porter’; necesita de un contexto que no existe o que apenas está dando sus primeros movimientos”.

P: ¿Qué corrientes políticas sacan partido de esta situación?

R: “Las únicas fuerzas políticas preparadas son las que pertenecen al islamismo político, que, lógicamente, suelen ser reaccionarias y fascistizantes, porque se reclaman de lo ‘Sagrado’, es decir de lo inmutable para facilitar su asalto al poder. Estas fuerzas tienen el apoyo ricos e influyentes ‘sponsors’ desde la invasión soviética de Afganistán y la aparición de la resistencia islamista a partir de 1979”.

P: Volvamos a la izquierda…

R: “En Marruecos, la izquierda ha mostrado que no está madura para participar del reparto del poder ofrecido por lo que se ha llamado la ‘Alternancia Consensual’. No se ha desplegado ningún esfuerzo intelectual para explicar la realidad a las bases. Han jugado en contra las ambiciones personales divergentes, que han desembocado en escisiones de partidos y sindicatos de izquierda, y ha habido una incapacidad increíble para lograr alianzas necesarias con las diferentes fuerzas que constituyen el poder. La izquierda ha creído, y sigue creyendo, que ‘todo estaba en manos del Rey’, y la realidad es más matizable. La extrema izquierda ha fracasado en toda la línea, al negarse en la práctica a adherirse al proceso de la ‘nueva era’. La izquierda marroquí está muy tocado, y necesita de una verdadera refundación intelectual y política”.

P: ¿A qué se debe el hecho de que los islamistas del PJD lleven tanto tiempo gobernando en Marruecos y hayan conseguido formar gobiernos de coalición con partidos de ideología diversa?

R: “Los islamistas del PJD quizá estén consiguiendo los objetivos donde la izquierda ha fracasado. Hay que tener en cuenta que existen dos grandes tendencias en el PJD. Ellos empezaron su acercamiento [a otras fuerzas] en los años ochenta. Después de un periodo claramente fascista, donde asesinaron al líder socialista Omar Benjelloun, en 1975, rectificaron y decidieron enmascarar sus diseños estratégicos: instaurar la ‘Khalifa’, un nuevo emir de los creyentes a escala de la Ouma Islámica, es decir en todos los países islámicos. Defendieron un discurso de participación y apoyo político-religioso al poder. Llegó la gran mentira de la ‘Primavera Árabe’, apoyada por los países reaccionarios del Golfo. Los islamistas se dedicaron a controlar las masas a base de sus redes de beneficencia financiadas generosamente por los petrodólares durante muchos años. Esta estrategia les llevó a la primera línea de la escena política marroquí. Pero tuvieron que adaptarse a la realidad específica de Marruecos, que es un país pluralista. Apoyado por la corriente más reaccionaria del poder, el PJD ha jugado la carta del liberalismo salvaje, defendiendo reformas económicas drásticas que ninguna corriente del poder había podido aprobar anteriormente. El error de Benkirane fue de creer que su partido era irremplazable, y entonces pretendió ser hegemónico. Fue temerario por su parte. Esto acabó con su destitución y la llegada de los pragmáticos del PJD. El PJD no tiene ninguna sensibilidad económica especial; ni son socialistas ni son socialdemócratas. Este partido durará y se integrará en el establishment mientras la actual dirección consiga controlar las bases alentadas por Benkirane, que intenta regresar a la primera línea política a través del populismo. El PJD ha mostrado su capacidad para adaptarse a sus socios en el escenario político, teniendo en cuenta que los grandes imperativos del país son el empleo y la mejora de las condiciones de vida de la gente”.

P: A su juicio, ¿con o sin Benkirane, el PJD es un partido moderado o una formación reaccionaria y ultraconservadora?

R: “Al principio, yo diría que era un partido fascistizante. Actualmente, es un partido reaccionario que pretende transformarse en partido normalmente conservador. Está en fase de transición, y es difícil prever si las sirenas del poder lo transformaran en un simple partido de derecha conservadora o harán de él una fuerza con las visiones ideológicas extremistas de la ‘Khalifa’. Apuesto por la primera hipótesis, porque el ejercicio del poder ayuda a moderar las cosas. También hay que tener en cuenta que el auge del islamismo durante la ‘Primavera Árabe’ sufrió muchas derrotas”.

P: ¿De qué manera se puede acabar con la hegemonía ideológica, política y social del islamismo en Marruecos?

R: “Ja, ja, ja… Pienso que la mejor receta sería 10 años de prosperidad económica para que la gente pudiera vivir bien. Más seriamente, pienso que las circunstancias políticas de los últimos años han mostrado la vacuidad de la proposición política islamista bajo todas sus formas, ya fuera la más radical o la moderada. Es una corriente que va a verse en la obligación de renovarse. Ha tardado menos años que el movimiento comunista internacional para demostrar la imposibilidad de su proyecto de sociedad. El debate es activo en Marruecos como en otras partes, y la gente ya no tiene miedo de afrontarlo, sobre todo porque la gestión de la cosa pública no ha sabido coincidir con el nivel de las falsas declaraciones al principio. Los islamistas trabajan su base social a través de la red de beneficencia y ayuda material de proximidad, lo que vale más que un discurso”.

P: ¿Cómo analiza los pactos políticos y sindicales entre la extrema izquierda marroquí de origen marxista leninista (La Vía Democrática y otros grupos) con el islamismo radical de Justicia y Espiritualidad?

R: “En Marruecos hacemos un chiste. Decimos que un ‘chaouch’ un poco chulo (el que menos gana en la escala salarial de la administración marroquí) y el director ganan 20.000 dirhams al mes. De hecho, el director gana 19.000 y el ‘chaouch’, 1.000. Es lo que le pasa a esta extrema izquierda microscópica. Al haberse aliado a los islamistas de Justicia y Espiritualidad, busca tener más visibilidad. Para los islamistas esto no tiene la menor importancia, a ellos solo les interesa esperar; no tienen estrategia, no hacen nada para tomar el poder, están esperando que el fruto madure y se caiga solo. Mientras, reclutan mucha gente y han construido un pequeño Estado dentro del Estado. Los más radicales de sus tropas son utilizados para acciones puntuales”.

Pie de foto: Una revuelta popular contra la carestía del pan en la época de Hasan II violentamente reprimida por la Policía.

P: ¿Qué opina usted sobre el conflicto del Sáhara Occidental. Se necesita un referéndum de autodeterminación, una autonomía marroquí, la negociación directa entre Rabat y el Frente Polisario, y quizá también Argelia?

R: “Durante mi juventud marxista leninista, estaba a favor de una “Unión sobre bases democráticas después del paréntesis colonialista entre Marruecos y el Sáhara. Un principio que incluyera la autodeterminación. Era la posición oficial de ‘Ilal Amam’. Después de las detenciones de 1974-75-76, adherí a esta tesis sin esfuerzo personal de reflexión. Pero para los marxistas leninistas este principio solo tenía un sentido táctico: destruir todo poder centralizado, reaccionario y burgués a partir de reivindicaciones de minorías periféricas. Pero no hay que olvidar que después de la llegada al poder de los soviets, todas las reivindicaciones nacionalistas particulares fueron derrotadas. Después, reflexioné sobre muchas cosas, y para mí el Sáhara no es occidental sino totalmente marroquí, después de que se lo quitaran a Marrueco en los siglos XIX y XX. Pero de todo esto no se habla, y no sabemos si los europeos tienen mala conciencia. Marruecos es amazigh, hassani (saharaui), y árabe y musulmán. Es cierto que une parte de los saharauis viven con los Polisario, y algunos elementos los apoyan en el Sáhara marroquí. Pero la gran parte de los saharauis están en su casa en las provincias saharianas marroquíes. Para mí, la solución de la autonomía me parece viable, entre otros motivos, porque Marruecos necesita cierta dosis de regionalización. Es imposible una solución sin hablar con Argelia, porque el Polisario no existiría sin Argelia”.

P: ¿Cómo interpreta las nuevas y buenas relaciones entre Rabat y Madrid?

R: “Me alegro mucho que mejoren cada vez más. Se han iniciado sobre las mejores bases posibles, las de los intereses comunes. Las fuerzas políticas españolas tienen una relación respecto a Marruecos cada vez más serena. Las gesticulaciones de los izquierdistas atrasados no cambian nada. Claro que quedan los famosos “perjuicios históricos”, e incluso contemporáneos, pero todo puede reconstruirse a partir de la serenidad actual”.

P: ¿Cuál es su opinión sobre la crisis del Rif y otros conflictos identitarios en Marruecos?

R: “No creo que la crisis del Rif sea una crisis identitaria. En su preámbulo, la nueva Constitución marroquí adoptada en 2011 estipula que Marruecos es: un “Estado musulmán soberano, defensor de su unidad nacional y de su integridad territorial. El Reino de Marruecos quiere preservar, en su plenitud y diversidad, su identidad nacional una e indivisible”. Además, el Rif no es solo Alhucemas, está el resto del país, es mucho más vasto- En los hechos, nunca la región del Rif ha estado tan integrada en la escena política central de Marruecos. Todavía no es suficiente, pero es que la demanda es fuerte, el déficit histórico enorme. A veces tengo la impresión que lo que ha ocurrido es un ajuste de cuentas entre personalidades de la región, que han utilizado a los jóvenes. En mi opinión, hay un déficit de malentendidos históricos con esta parte del Rif, consecuencia de algunos acontecimientos históricos como la ‘República del Rif’ y los acontecimientos sangrientos de Alhucemas en 1958-59. Generaciones enteras de jóvenes (estudiantes, entre otros) han vivido al ritmo de estos malentendidos”.

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