Bouteflika se muestra 'muy inquieto' por la situación de Argelia y quiere evitar una 'tragedia nacional'

Paco Soto

Pie de foto: El presidente de Argelia, Abdelaziz Bouteflika.

El presidente de Argelia, Abdelaziz Bouteflika, está “muy inquieto” por la situación que vive su país, y defiende la unidad de todos los argelinos para evitar una “tragedia nacional”. Bouteflika es de los pocos políticos argelinos que proceden de la época anterior a la independencia del país magrebí, y que una vez acabado el colonialismo francés en Argelia, en 1962, siguió desempeñando un papel importante en la vida pública nacional. Accedió a la presidencia de la República el 27 de abril de 1999, cargo que ha desempeñado hasta ahora. Es más, Bouteflika, a pesar de su mal estado de salud, quiere presentarse en las próximas presidenciales, lo que ha provocado el rechazo de muchos políticos argelinos.

Bouteflika es un político inteligente que ha superado todas las crisis políticas que ha sufrido el país desde 1962. En un mensaje institucional publicado este pasado sábado, el mandatario argelino, con motivo de la Jornada Nacional de la Abogacía, no ocultó su preocupación por los graves problemas económicos, sociales, políticos y de seguridad que sufre Argelia. El mensaje del presidente, contundente y un tanto angustioso, fue leído por el ministro de Justicia, Tayeb Louh. Para el presidente argelino, la situación del país es grave.

Mala coyuntura económica, política y de seguridad

Bouteflika admitió que la coyuntura económica, política y de seguridad no es buena y es un peligro para Argelia. “Es crucial también no perder de vista las problemáticas de la coyuntura, viendo que hay un recrudecimiento de los riesgos y los peligros que campan a sus anchas en nuestras fronteras; y no hay que olvidar la dura concurrencia internacional y el conflicto de intereses económicos entre países fuertes por acapararse los recursos disponibles sin importarles los [países] débiles”, dijo Bouteflika. Para hacer frente a tantos y graves problemas, Bouteflika hizo un llamamiento a la cohesión social y la unidad nacional, y pidió atenuar las tensiones que considera como “nocivas al consenso que tanto necesitamos en una coyuntura de esta naturaleza”.

Pie de foto: Unos sindicalistas protestan en Tizi-Ouzou, capital de la Gran Cabilia.

En su discurso, el presidente argelino hizo alusión a las huelgas en varios sectores que han paralizado el país durante semanas. Estos movimientos sociales son la consecuencia de una grave crisis económica sin precedente que atraviesa el país derivada de la caída del precio del petróleo y del gas. Argelia basa gran parte de su producción industrial en los hidrocarburos, y desde 1962 ha sido incapaz de diversificar la economía y no hacerla tan dependiente del petróleo y del gas. Esta situación hace de Argelia un país económicamente débil, pese a ser rico y potente.

No ocultar los problemas

La balanza comercial argelina siempre ha sido deficitaria (21,76 mil millones de dólares), a pesar de la reducción de las importaciones. Este déficit ha impactado en las reservas de cambios: de 114,14 mil millones de dólares a 97.000 millones de dólares en 2017. Bouteflika no pudo ocultar estos problemas. En el ámbito de la seguridad, Argel se ha negado a participar en el G5 en el Sahel y no desea colaborar con los servicios de información marroquíes en la lucha contra el terrorismo. El dirigente argelino pretende, en la medida de la posible, preservar los intereses de su país, que ya es un actor importante en la lucha antiterrorista.

Pie de foto: Un grupo de jóvenes participa en una huelga en Argelia.

Bouteflika señaló que “estas realidades son factores suplementarios que deben incitar a los hijos dela patria a la cohesión social”. Asimismo, abogó a favor de que “el espíritu positivo debe seguir siendo el leitmotiv y la palanca de diferentes fuerzas activas del país”. Recordó el jefe del Estado que “las disposiciones previstas por la nueva Constitución pretenden consolidar los componentes de nuestra identidad nacional, que son el islam, el arabismo y el amazigh”. En resumidas cuentas, el presidente argelino admitió la gravedad de la situación del país, y apeló a la unidad y la cohesión social y nacional.

No es frecuente que un político magrebí reconozca abiertamente los problemas y ponga el acento en la gravedad de los mismos. En parte -y esto lo dijo Bouteflika-, Argelia superó la tragedia del ‘decenio negro’ (años 90 del siglo XX, cuando murieron unas 200.000 personas en una guerra civil que empezó con un combate a muerte entre los aparatos del Estado y los grupos terroristas), y, según el presidente, tiene capacidad suficiente para resolver los nuevos problemas.

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