Calma tensa en las localidades argelinas donde estallaron violentos disturbios

Paco Soto

Pie de foto: Enfrentamientos entre manifestantes y policías en la localidad de Akbou.

Una calma tensa ha vuelto a muchas poblaciones argelinas donde esta semana estallaron violentos disturbios callejeros contra la carestía de la vida y las duras condiciones de vida de amplios sectores de la población del país potencialmente más rico del Magreb: Bejaïa (capital de la Pequeña Cabilia), Tizi Ouzou (capital de la Gran Cabilia), Akbou, Seddouk, Tazmalt, Tiaret, Chorfa, Saharidj, Bouira, Boumerdes… A las protestas se unieron muchas personas de buena fe que quisieron expresar su descontento a las autoridades por la grave situación social de Argelia, pero también provocadores, saqueadores y delincuentes de todo tipo que utilizaron las manifestaciones para cometer actos vandálicos y vulnerar la ley. Ha ocurrido muchas veces en Argelia y otros países de la región. Durante varios días, los municipios afectados vieron como manifestantes radicalizados cortaron carreteras nacionales, se enfrentaron a la Policía y la Gendarmería, levantaron barricadas, quemaron neumáticos y maderas; y algunos, los más violentos y provocadores, asaltaron edificios públicos, sucursales bancarias y empresas, saquearon comercios y destrozaron mobiliario urbano. “Esta situación suscitó la indignación y el descontento general” de la población de los municipios afectados por la violencia, destacó un medio digital argelino.

Protesta manipulada

El alcalde de Chorfa, Zoubir Khellal, hizo un llamamiento a la calma a los habitantes del municipio, especialmente a los jóvenes que participaron directamente en los disturbios callejeros. El descontento popular “está siendo manipulado. Esto nos recuerda lo que ocurrió en la Cabilia en 2001”, cuando un levantamiento popular acabó con varios muertos y numerosos heridos y detenidos. Así se expresó Hocine Mahrez, presidente de la oficina regional del partido berberista y laico Agrupación por la Cultura y la Democracia (RCD) en Bouira. Políticos, activistas de la sociedad civil y medios críticos con el Gobierno también están convencidos de que las protestas populares han sido manipuladas por fuerzas que quieren sembrar el caos en el país para después desprestigiar las legítimas reivindicaciones sociales y justificar la represión de los aparatos coercitivos del Estado. El ministro del Interior, Noureddine Bedoui, dejó claro que las autoridades gobernantes no tolerarán actos violentos y la vulneración de la ley. En muchos municipios, los comerciantes cerraron sus tiendas para evitar que sus negocios fueran saqueados por delincuentes. Aunque las puertas de los comercios fueron abriendo poco a poco, el movimiento de protesta se extendió a municipios como Bechloul, El Adjiba, El Asnam, Aïn El Hadjar… En bastantes casos, los propios manifestantes pidieron a los comerciantes que cerraran sus negocios.

Pie de foto: Un joven detenido por la Policía en una protesta callejera en Argelia.

Comerciantes amenazados

“Unos jóvenes me pidieron que cerrara mi tienda. Lo tengo que hacer”, declaró a un medio un librero de la wilaya de Bouira. “He leído en las redes sociales que los comerciantes tienen que hacer huelga. Es lo que he hecho”, manifestó un tendero de M´chedallah. La Unión General de Comerciantes y Artesanos Argelinos (UGCAA) de la wilaya de Bouira denunció las presiones, provocaciones y actos violentos cometidos por algunos manifestantes contra los propietarios de negocios. La UGCAA denunció el lunes de esta semana “las amenazas” contra los propietarios de negocios privados en algunas ciudades del país para obligarlos a cerrar sus locales, informó la agencia APS. En Bejaïa y otras poblaciones de la provincia, los disturbios callejeros fueron especialmente violentos. El jueves, la capital de la Pequeña Cabilia recuperó la calma, aunque las fuerzas de seguridad seguían en pie de guerra.  En Bejaïa y otras localidades, los agentes antidisturbios de los cuerpos policiales se vieron desbordados por los manifestantes. Algunos jóvenes aprovecharon los disturbios para saquear tiendas de electrodomésticos.

Saqueadores armados

Según informaciones periodísticas, algunos saqueadores estaban organizados en grupos e iban armados con cuchillos. Muchos habitantes de Bejaïa condenaron estos hechos y los calificaron de “escandalosos”. La ONG Centro de los Derechos del Hombre (CDDH) organizó una reunión con representantes de la sociedad civil para analizar la situación y hacer frente a la violencia. Argel, la capital del país, también se vio afectada por el descontento popular parcialmente manipulado por grupos de violentos y provocadores. Según informaron medios argelinos, en los barrios de Boushaki y Bab Ezzouar, en el este de Argel, los comerciantes chinos instalados en esta zona periférica fueron atacados por grupos de jóvenes armados con puñales y sus tiendas fueron saqueadas. Un comerciante chino resultó herido durante los saqueos. Por otra parte, la Policía informó de que unas 40 personas jóvenes fueron detenidas en la barriada popular de Aïn-Naâdja, en Argel. Los detenidos fueron acusados de haber intentado organizar disturbios callejeros la noche del martes al miércoles. La Policía requisó a los detenidos más de 70 cócteles molotov.

Pie de foto: La politóloga Louisa Aït Hamadouche/El Watan.

Banalización de la violencia

Las redes sociales desempeñaron un papel muy importante en la extensión de los disturbios callejeros. Según el diario ‘Liberté’, “la opinión [pública] se radicalizó a medida que iban difundiéndose hashtags y posts sin que se diera la posibilidad de verificar su veracidad, y también debido a la ausencia de toda comunicación oficial”. “Una vez más, es a través de Facebook que los argelinos comunican sus miedos, difunden rumores y rayan en la paranoia”, apuntó ‘Liberté’. Por su parte, en una entrevista en el diario ‘El Watan’, la politóloga Louisa Aït Hamadouche puso de manifiesto que los disturbios callejeros son “una consecuencia lógica de un sistema de gobernanza fundado sobre la violencia, la banalización y a veces la glorificación de la misma”. La politóloga denunció la existencia de “un sistema educativo que impide la reflexión autónoma y el diálogo, un gobierno que no cede a la presión de la calle, y por eso no hay que esperar que las manifestaciones se guíen a través del civismo y el interés general”.

“Un sistema híbrido y dual”

A juicio de Louisa Aït Hamadouche, Argelia es un país “bloqueado en un sistema híbrido y dual” y con “una sociedad treintañera y una clase política septuagenaria, un paro al alza y una mano de obra extranjera creciente, dificultades financieras y una corrupción protegida, un sistema educativo degradado”. La investigadora destacó: “Estas contradicciones son el resultado lógico de políticas que, aunque supuestamente buscan cambios, son fundamentalmente garantes del statu quo”. Abundando en la misma línea crítica, en el influyente diario ‘Le Quotidien d´Oran’, Kharroubi Habib, aunque condenó el vandalismo y el saqueo en las manifestaciones callejeras, se preguntó sobre los motivos que provocaron que “una huelga de protesta que sus organizadores querían que fuera pacífica desembocó en el disturbio y la destrucción”.

Según el periodista, los actos violentos no son “espontáneos” sino consecuencia de una “manipulación”. “Actores políticos y de la sociedad civil sospechan que el poder ha querido crear una situación para acabar con el movimiento de contestación” contra la Ley de Finanzas de 2017, aseguró el periodista de ‘Le Quotidien d´Oran’. Según la agencia Efe, el Gobierno argelino quiere frenar la inflación y paliar los efectos negativos que ha causado el abrupto desplome de los precios del petróleo y gas, que representan el 97 % de las exportaciones argelinas. La inquietud y el malestar de la población se extienden por el país desde que el Ejecutivo aprobó recientemente el presupuesto para 2017, que incluye subidas en el precio de los carburantes, del IVA y de la electricidad, así como nuevos impuestos a productos básicos como los medicamentos.

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