Catorce millones de paquetes al día

Yiwu, China. Javier Triana. EFE

Como hilo musical, pitidos ininterrumpidos, y como paisaje, un río de cajas de cartón y envoltorios de plástico que fluye por las instalaciones de la empresa de mensajería urgente STO Express, encargada de repartir 14 millones de paquetes al día en todo el planeta.

En los 200.000 metros cuadrados de la planta de su rama local en la ciudad comercial de Yiwu, en el este de China, empleados que actúan casi como robots clasifican dos de esos catorce millones, una cifra que se eleva a cien millones diarios en el cómputo total del país asiático.

Los camiones, con remolques llenos de sacos llenos de paquetes, se amontonan en el aparcamiento del recinto, y se van turnando para entrar a descargar a la nave principal.

Ésta (un mamotreto de cemento con unas pocas persianas metálicas levantadas por las que no penetra la luz del sol) es una mermelada de pitidos de máquinas registradoras, cascadas de paquetes por repartir que inundan las cintas transportadoras y trabajadores que operan a ritmo frenético y no paran un segundo de clasificar envíos.

Les va el jornal en ello: por cada paquete escaneado y clasificado -cuentan en la empresa- su sueldo base se incrementa en... el equivalente a diez céntimos de euro u once centavos de dólar.

Deng Degeng, presidente de Shanghái X-Tong Group -la empresa propietaria de la rama local de STO Express- asegura a Efe que sus aparentemente desbordados empleados están bien pagados en comparación con otras empresas del sector.

Deng habla de salarios de hasta 7.000 yuanes al mes (unos 1.030 dólares o 920 euros) en su empresa, cuando el salario mínimo en la cercana Shanghái, ciudad mucho más cara, era tres veces menor a mediados del pasado año.

Aunque a renglón seguido Deng suelta otra declaración que haría mucha menos gracia a cualquier sindicato independiente (si tal cosa existiera en China): "Usamos robots de manera habitual porque nos solucionan el problema del personal. Se tarda mucho en preparar a los humanos. Así que utilizamos robots para aumentar nuestra eficiencia".

"Por ejemplo -ilustra Deng-, si necesitamos clasificar 20.000 paquetes en una hora, nos harían falta cien empleados, mientras que solo requerimos 20 o 30 robots".

Y ahí están, en efecto, unos robots que constan de poco más que una bandeja amarilla y ruedas, y que parecen saber a la perfección en qué agujero volcar qué paquete para que caiga a un determinado saco con destino prefijado.

El número de robots supera con creces al de las empleadas que les colocan encima los cargamentos.

¿Qué reparten? Según Deng, bragas y sujetadores.

"Nuestros productos más populares son los de uso diario, porque Yiwu tiene un sector textil potente, como por ejemplo en el caso de la ropa interior de mujer. Y esos son los productos que más distribuimos", explica.

No solo en China. Desde esta planta salen 100.000 paquetes al día con destino, sobre todo, al sudeste asiático.

Y a Sudamérica, cuenta el empresario: "Ahora Sudamérica nos compra directamente a nosotros. Antes EEUU compraba a China y lo revendía en Sudamérica, pero ahora no. Por eso la guerra comercial no nos ha afectado tanto".

Por eso y porque su empresa recibe los polémicos subsidios estatales.

Entre un 10 y un 15 % de sus pedidos proviene de compras por internet, una tendencia que aumenta sin parar en el gigante asiático, donde el frenesí consumista (el propio Gobierno alienta un paso de la economía de manufactura a la economía de consumo) está teniendo consecuencias medioambientales catastróficas.

Desde la filial china de la organización ecologista Break Free From Plastic (algo así como "Líbrate del Plástico"), aseveran que el reparto exprés tiene un impacto ambiental mucho mayor al reparto normal, y alertan del exagerado uso de embalaje, cuyos materiales no suelen reciclarse de manera adecuada en China.

"El papel y el cartón de los paquetes de mensajería urgente contienen policloruro de vinilo, en su mayor parte por las cintas adhesivas", explica un informe facilitado por la organización.

"Mientras que muchos materiales de embalaje como las cajas de cartón ondulado se pueden reciclar o volverse a utilizar -advierten desde Break Free From Plastic-, la mayoría de los desechos del embalaje exprés terminan en vertederos municipales de residuos sólidos o incinerados o sin tratamiento adecuado".

Así, todos esos materiales no biodegradables procedentes de los 7,8 millones de toneladas de basura derivada de la mensajería urgente generada en China solo en 2017 "pueden conllevar importantes implicaciones medioambientales", como la contaminación de los suelos.

"Además, los materiales plásticos de embalaje (de los que solo se recicla un 2 %) se producen sobre todo a partir de película de uso agrario reciclada y contiene residuos químicos de pesticidas que podría tener gran impacto en la salud de los empleados y consumidores de mensajería exprés", apuntan.

Pero mientras desde Break Free From Plastic intentan concienciar al consumidor y hacer que Pekín ajuste sus normativas medioambientales, las proyecciones a apuntan a que, el próximo año, el negocio de la mensajería urgente en China repartirá 70.000 millones de paquetes por todo el mundo.

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