Daesh, una mirada retrospectiva para vislumbrar el futuro

TITULAR: 

Luis González/Baab Al Shams

“Si no quieres repetir el pasado, estúdialo”. Spinoza

En octubre de 2003, tras haberse materializado la ocupación de Irak, los batallones jihadis formaron Jamma ´al Tawhid Wal Yihad (Comunidad del Monoteísmo y la Yihad) a cuyo frente se encontraba el jordano Abu Musab al Zarkawi. Un año después, en octubre de 2004, la organización de Al Zarkawi pronunció el bayaat (juramento de lealtad) al Emir General de Al Qaeda, Osama Bin Laden, pasando a denominarse  Tandhim Qa ´idat al-Jihad fi Bilal ar- Rafidayn. (Organización de la Base de la Yihad en el País de los Dos Ríos). Paulatinamente se le fueron uniendo diversas facciones yihadistas y en enero de 2006 pasaron a denominarse Majlis Al Shura Al Mujahidin  (Consejo de la Shura de los Muyahidin ) a cuyo frente se situó el sheik (jeque) Abdullah Ibn Rashid Al Baghdadi.

Tras la eliminación de Al Zarkawi su puesto fue ocupado por el sheik Abu Hamza Al Muhajir. Antes de finalizar el año 2006, concretamente en el mes de junio, se escenificó la creación de Hilf Al Mutayyabin (Alianza de los Puros) que reunió al Majlis Al Shura Al Mujahidin, a tribus sunníes y a las denominadas “facciones puras”. Este conglomerado pronunció el bayaat a su nuevo líder, el Sheik Muyahid Abu Bakr- Al Husayni al –Qurashi Al Baghdadi y Abu Hamza Al Muhajir ocupó el cargo de  “ministro de la guerra”. 

El 15 de octubre de 2006 se anunció la creación del Estado Islámico de Irak (EII, ISI en inglés), que incluía las provincias de Bagdad, Anbar, Diyala, Kirkuk, Salahaddin, Ninewah, Babil y al Wassit, contando entre sus apoyos a varios líderes tribales y grupos  entre los que destacaron: el Ejército de la Secta Victoriosa; Ejército de Ahlus Sunnah wal Jamaah, Jamaat al-Murabitin, Fursan al-Tawheed, Ansar al-Tawheed wal-Sunnah, Jund al-Sahaba, Jund Millat al-Ibrahim, Al-Ghurabaa, Islamic Jihad, y la Brigada Al-Ahwaal. Otros como Ansar al-Sunna o la Brigada Dera Islam se le unieron pero manteniendo su autonomía.

El 9 de abril de 2013 fue distribuido a través de un foro yihadista una grabación atribuida a Abu Bakr al-Baghdadi en la que se afirmaba que Jabhat  Al-Nusra , la rama siria de Al Qaeda, era una parte del EII. Además Al-Baghdadi anunciaba la disolución de los dos grupos y su posterior conversión en uno bajo su única autoridad que pasaría a denominarse Estado Islámico de Irak y Levante  (EIIL, ISIS en inglés) . En menos de 24 horas se difundió un comunicado de Al-Nusra rechazando el sometimiento a al Baghdadi y pronunciando públicamente el bayaat al emir de al Qaeda, Ayman al-Zawahiri, quien a través de otro comunicado difundido por la cadena qatarí Al-Jazeera, ordenó el cese de los enfrentamientos entre ambas organizaciones, la disolución de EIIL y que este retornase a ser Estado Islámico de Irak sin contar con Jabhat al Nusra. El rechazo de Al Baghdadi a este requerimiento fue total poniendo de manifiesto que no cejaría en su objetivo de unificar ambas organizaciones en el EIIL aunque ello supusiese la insubordinación a la propia Al Qaeda..Finalmente en junio de 2014 la organización adoptó la denominación de Estado Islámico (EI, IS en inglés) y su líder adoptó el nombre de “Califa Ibrahim”.

Aún a riesgo de caer en la reiteración, una visión de conjunto del cúmulo de grupos que finalmente han desembocado en la creación y el afianzamiento del autodenominado “estado islámico” permite apreciar que este no ha surgido por generación espontánea. Desde sus albores en 2003 hasta la actualidad ha transcurrido más de una década en la que la organización en un desarrollo análogo al de un virus, ha ido mutando y contaminando regiones en las que acabó imponiéndose en las que, pese a que en la actualidad esté experimentando un claro retroceso, todavía mantiene un importante nivel de control .También es conveniente no perder de vista que la realización de una tarea de características nada desdeñables ha supuesto para Daesh un importante esfuerzo, entre otros, en labores de inteligencia, factor necesario tanto para la ejecución de sus campañas militares, que abarcan un espectro notablemente superior a las publicitadas y mediáticas “operaciones de martirio”, y para una labor que casi podría definirse como diplomática a la hora de establecer vínculos y alianzas tanto con otras  organizaciones armadas como con grupos tribales.

Tras la caída de Falluyah, Daesh, contrariamente a la imagen que de si mismo preconiza su potente aparato mediático permitió a sus combatientes abandonar la posición en lugar de combatir hasta perder el último hombre, en lo que podría considerarse un repliegue táctico para el reagrupamiento de efectivos . Tiempo atrás, cuando el control de la ciudad cayó en manos de los milicianos de Daesh estos fueron recibidos con alegría por una parte importante de la población que consideraba su llegada como “la conquista islámica”. También se estableció una Junta de Autoridad de la Sharia con el objetivo de buscar respuesta para los problemas locales.

Hechos similares se reprodujeron después de que la ciudad de Mosul cayese en manos del “califato”. Una vez afianzada la conquista de la ciudad los componentes Daesh que pasaron a ejercer labores de gobierno pusieron en marcha una importante batería de medidas destinadas a reparar daños en las vías públicas y a la realización de tareas de limpieza. Alí al Zubai, uno de los miembros del Consejo de Gobernación de Nínive, cuya capitalidad corresponde precisamente a Mosul, hizo unas declaraciones desde Erbil, en el Kurdistán iraquí, reconociendo que después de que los yihadistas controlasen la ciudad la situación había mejorado y que estos se estaban centrando en proporcionar servicios que antes el gobierno no facilitaba considerando estas medidas como una de “las tácticas más peligrosas del Estado Islámico”.   

Uno de los principios creados por Colin Powell para la invasión de Irak, en base a una rearticulación de la Doctrina Weinberger (1984), política basada en seis principios destinados a que EE.UU. no se viese involucrado en otro Vietnam, incidía en la idea de fuerza: debe ser abrumadora y desproporcionada a la fuerza empleada por el enemigo. Este principio se sigue implementando por la vía de los hechos en las operaciones destinadas a la toma de Mosul metrópoli que camina lenta e inexorablemente hacia su reconquista por parte del enorme conjunto de fuerzas comprometidas en tal tarea. Este despliegue de medios supera ampliamente a las huestes de Al Baghdadi no solo en número de efectivos sino también en recursos y capacidades. Por ello es previsible que Daesh incida en el empleo de francotiradores, atentados suicidas y colocación de IEDs. combinados con otro tipo de acciones destinadas a ralentizar el avance de sus contrincantes.

Paralelamente, los tambores de guerra retumban cada vez con más intensidad a las puertas de Raqa, la “capital del califato”. El pasado mes de octubre el secretario de Defensa de EE.UU., Ashton Carter, declaraba:” Ya hemos empezado a sentar las bases para que nuestros socios empiecen a aislar Raqa“. Estas manifestaciones, realizadas en París, hacían referencia a  la toma de Manbij en agosto por parte de una coalición arabo-kurda apoyada por Estados Unidos y a la reconquista de Dabiq, a mediados del pasado mes de octubre por combatientes apoyados por Turquía.

Aún sin completarse la toma de Mosul, todavía resuenan los ecos de los “efectos secundarios” de la conquista Falluyah como torturas, violaciones y ejecuciones de civiles sunnies por parte de milicianos chiíes . Poco o nada parece haber disminuido el componente sectario que sigue floreciendo en un terreno que en su momento ya fue suficientemente abonado por, entre otros, el gobierno de Nuri al Maliki apoyado por los Estados Unidos. Durante su mandato fomentó la división entre chiíes y suníes dejando a estos últimos sin posibilidades reales de llevar a cabo una participación política efectiva y cuando estos intentaron reivindicar sus derechos de manera pacífica en los años 2012 y 2013 fueron reprimidos duramente por fuerzas gubernamentales. Se dieron casos de flagrantes abusos de poder como los bombardeos indiscriminados en la provincia de Al Anbar contra grupos armados chiíes en los que se llegaron a emplear barriles bomba similares a los que usan las fuerzas armadas del régimen sirio de Al Assad. Sólo a comienzos de 2014 debido a consecuencias derivadas del conflicto se produjo el desplazamiento de 500.000 civiles originarios de regiones suníes. Un desplazamiento de civiles que continúa como un goteo incesante desde el inicio de los combates para retomar el control de Mosul y para quienes no parece haber un plan efectivo de inversiones destinadas la recuperación de sus localidades toda vez que Daesh haya sido expulsado de las mismas.

Esta indefinición contrasta con la claridad del coste económico atribuido a la operación Inherent Resolve. Un informe del Congreso de EE.UU. estima su coste 11.5 millones de dólares diarios. Habida cuenta que la operación dio inicio el 08 marzo de 2014, un simple cálculo permite ver que aquí sí la inversión económica es de proporciones más que considerables.

Pese a la gran importancia que, por razones obvias, posee la actividad terrorista, y aún siendo esta un factor belígeno de primer orden, no es ni mucho menos el único. El sectarismo, la percepción de abandono, en unión de otros factores como la ingente abundancia de recursos naturales cuya riqueza está irregularmente distribuída lo que deriva en corrupción, nepotismo o en una combinación de ambas, constituyen un importante elemento de impulsión para que sectores de la población que vivan esa situación, sea esta real o en parte percibida, se unan a organizaciones terroristas de inspiración yihadista de las que Daesh, aún siendo su más reciente y más letal expresión, sólo será su enésima marca. Centrar todos los esfuerzos en soluciones puramente securitarias, obviando otros factores igualmente importantes, puede llegar a dar a corto plazo una falsa sensación de solución del problema en modo alguno eliminará el riesgo de que este fenómeno mute y vuelva reproducirse.

Durante la insurgencia Malaya (1948-1960) el mariscal de campo del ejército británico Gerald Templer afirmaba: …”la respuesta no está en introducir más tropas en la jungla, sino en los corazones y las mentes de la población”. Mucho más recientemente, un gran conocedor de panorama geoestratégico global, el Coronel D. Pedro Baños escribía:

…“el triunfo sobre Daesh en Mosul llegará, siendo sólo cuestión de tiempo. Pero al final, si no va a acompañado de otras más importantes medidas políticas y geopolíticas, algo que parece muy improbable, tan sólo se habrá convertido en una victoria pírrica de resultados impredecibles”.  Poco más se puede añadir.

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