Desafío en Mali: Acordar una paz definitiva y reforzar la seguridad

Teniente coronel Jesús Díez Alcalde/IEEE

Resumen de Alba Campillo Romo

En el 15 de mayo de 2016 se firmó en el Centro Internacional de Congresos de Bamako el Acuerdo de Paz y Reconciliación entre el Gobierno y los movimientos progubernamentales del norte del país, región conocida como Azawad. Por el contrario, la Coordinadora de Movimientos del Azawad exige más negociaciones para que se pueda ratificar. De esta manera, se vuelve a boicotear una posible salida a un conflicto iniciado hace más de tres años, en enero de 2012.

A pesar de los avances de estas últimas semanas, la violencia sectaria y terrorista se está incrementando ante la imposibilidad de las fuerzas militares de Naciones Unidas (MINUSMA) Y del Ejército de Mali para frenarla.

Acuerdos y obstáculos para una complicada paz.

El origen del conflicto de Mali comenzó en enero de 2012 cuando los rebeldes tuareg lanzaron una ofensiva contra unidades militares que regulaban el norte del país y proclamaron la república independiente de Azawad. Los grupos yihadistas de AQMI, MUYAO y Ansar Dine aprovecharon esta situación secuestrando la revolución y ocupando los principales enclaves septentrionales hasta que a principios de 2013 fueron expulsados por la Operación francesa de Serval. Una vez se desmanteló parcialmente el entramado yihadista, en junio de 2013, se firmó el Acuerdo de Ouagadougou (Burkina Faso) entre el gobierno y el MNLA en el cual se contemplaba la posibilidad de celebrar unos comicios electorales, afrontar unas conversaciones de paz y un redespliegue gradual del Ejército de Mali en el norte. En mayo de 2014, tras denunciar un retraso del diálogo político, el MNLA reaccionó violentamente atacando a la comitiva del primer ministro durante su primera visita a Kidal. Esta victoria rebelde hizo que se precipitaran las conversaciones de Argel en el mes de junio con Argelia, tradicional mediador en conflictos tuaregs.

El 1 de marzo se llegó a un acuerdo preliminar de paz y reconciliación entre el gobierno de Bamako, las milicias armadas tuaregs y árabes y representantes de la sociedad civil. Desde entonces, tanto el gobierno maliense como toda la comunidad internacional han estado presionando para que la Coordinadora aceptase firmar el acuerdo y como última medida de fuerza se fijó el 15 de mayo como fecha para la ratificación final en Bamako. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, los rebeldes tuaregs se negaron a firmarlo.

Las razones por las cuales la coordinadora se negó a firmarlo son diversas siendo la principal que los únicos representantes legítimos de los tuaregs son los del MNLA que fueron los que lideraron la revuelta del 2012. Otra razón por la que el proceso de paz no se está llevando a cabo es que no se está teniendo en cuenta los vínculos entre organizaciones rebeldes, crimen organizado, terrorismo y tráfico de drogas.

Con este marco, lo único que puede hacer el gobierno de Mali es reforzar la seguridad en el norte para desarticular el entramado yihadista, evitar el conflicto y obstaculizar el tráfico ilícito de todo tipo de mercancías. Para conseguirlo, es necesario aumentar la cooperación internacional y la operatividad de Minusma.

Los aspectos del Acuerdo para la paz se encuentran divididos en siete secciones que abarcan todos los aspectos para la reconstrucción nacional, la principal justificación de los rebeldes tuaregs del MNLA y los líderes árabes para negarse a firmarlo se ha centrado en que no se recoge ninguna referencia a una posible administración federal del Estado y menos una posible secesión del norte. El documento establece unas líneas rojas innegociables en las que se establece el respeto absoluto a la unidad nacional, integridad territorial y a una república laica. En él tan sólo se reconoce que Azawad es una realidad cultural en las regiones septentrionales.

Con el consenso y determinación de todas las partes el acuerdo se concluirá con la constitución de un ‘’ nuevo Estado de Mali’’. Sin embargo, mientras se retrase el proceso político y la reconciliación nacional, los yihadistas que atentan en el país (AQMI, MUJAO, Ansar Dine o Al Mourabitoun) seguirán sacando rédito de la inestabilidad para extender su violencia.

Aunque el Acuerdo haya sido boicoteado por el MNLA, toda la comunidad internacional ha valorado positivamente la reunión de Bamako comprometiéndose por ello a seguir auspiciando y mediando en la consolidación de la paz y así alcanzar la estabilidad y seguridad en todo el país. La Unión Europea reitera su compromiso de movilizar todos los instrumentos a su alcance para ayudar a restaurar la paz y el desarrollo en Mali. En el caso de España, el embajador en Misión Especial para el Sahel, Ángel Losada Fernández, también reconoció la importancia del acto celebrado en Bamako e instó a firmar el acuerdo.

Conclusión: Frenar un conflicto sectario criminal y terrorista.

El cese de violencia en el país sigue siendo un desafío complicado y hasta que todas las partes enfrentadas no muestren la voluntad de deponer la lucha armada de nada servirán los acuerdos de paz como el que tuvo lugar el 15 de mayo. A pesar de la oposición de la Coordinadora de los Movimientos de Azawad, el Gobierno de Mali debe seguir tratando de encontrar una salida negociada al conflicto y esto no será posible si los grupos rebeldes no abandonan sus intereses y demuestren que sus reivindicaciones persiguen una mejora de la gobernabilidad.

Por el momento ante el complicado panorama político, la única opción es incrementar la eficacia y operatividad de las Fuerzas Armadas de Mali y reforzar la cooperación internacional y la misión de Naciones Unidas (MINUSMA). En el caso de que no se lleven a cabo estas medidas, el objetivo más damnificado seguirá siendo una población indefensa que lleva más de tres años soportando este conflicto.

Leer el artículo completo en  rhttp://www.ieee.es/Galerias/fichero/docs_analisis/2015/DIEEEA29-2015_Desafio_en_Mali_JDA.pdf

Más en Política