Donald Trump hace del proteccionismo una mala práctica y aún peor estrategia

/CapitalMadrid.com

Pie de foto: Comercio internacional. Da un por­tazo a Europa y se niega a pro­rrogar las exen­ciones aran­ce­la­rias al acero y alu­minio

El Departamento de Comercio de los EEUU acaba de dar con la puerta en las na­rices a sus co­legas de la Unión Europea. No habrá pró­rroga para la exen­ción aran­ce­laria del acero y el alu­minio pro­ce­dente de Europa. Laurence Summer, ex-­mi­nistro del Tesoro y ahora pro­fesor en Harward, sub­raya como Trump ha hecho de su pro­tec­cio­nismo co­mer­cial el centro de su es­tra­tegia eco­nó­mica, una mala prác­tica a la lar­ga..

Históricamente el proteccionismo ha tenido escasa influencia en el crecimiento de la economía y el empleo mientras la libertad de comercio si ha contribuido a las riquezas de las naciones. El General Franco impuso una “autarquía” rigurosa que solo conseguiría ahogar la actividad y dejarnos sin divisas para importar la imprescindible cantidad de petróleo que España necesitaba.

Los aranceles al acero y el aluminio están encareciendo los costes de producción des sector manufacturero americano que emplea 55 veces más trabajadores que el siderúrgico. El arancel ha sido el primer disparo contra los aliados asiáticos firmantes del Acuerdo Transpacífico y los países europeos. Los amigos confiados empiezan a ser recelosos enemigos.

La extensión de las medidas proteccionistas al automóvil corre el riesgo de marcar un camino sin retorno. El valor de los automóviles y sus componentes importados por los EEUU en 2017 se elevó a 324.000 millones de dólares, más de 10 veces el valor de las importaciones de acero (29.000 millones de dólares).

Las medidas proteccionistas son una forma de salvaguardar la seguridad nacional. Un argumento inverosímil, ni europeos, japoneses o surcoreanos constituyen ningún tipo de amenaza. La Organización Mundial del Comercio (WTO) se convierte a su vez en su gran enemigo. Sus reglas saltan por los aires.

El ministro de Comercio norteamericano, Wilbur Ross, defiende la medida en base a que el arancel estadounidense para los coches es del 2,5% y el tipo que practica la UE es del 10%. Y, sin embargo, no hay una situación discriminatoria. Los automóviles estadounidenses no son competitivos mientras que los asiáticos si ponen el riesgo el mercado europeo.

El más perjudicado por la medida sería el consumidor americano. El automóvil es un instrumento imprescindible en las familias estadounidenses y cualquier subida de impuestos se convierte en una carga directa. Incluso la propia industria norteamericana del automóvil está dispuesta a vivir con ese arancel del 2,5% antes que relocalizar hacia territorio patrio las fases de acabado y montaje ubicadas en Méjico y Canadá.

El objetivo de la estrategia del presidente Trump está mal definido. ¿Se trata de penalizar a un grupo determinado de países o de mejorar la competitividad de su sector exterior? Los últimos datos publicados por la Oficina de Análisis Económicos correspondiente a marzo muestran un déficit comercial en el comercio estadounidense durante el primer trimestre del año un 17% superior al del mismo trimestre de 2017. En términos anuales las exportaciones crecen un 6,8% mientras las importaciones lo hacen en un 9,6%.

Una política comercial sin rumbo cuando la economía está creciendo y el empleo bate records: 223.000 nuevos puestos de trabajo en mayo. La tasa de paro desciende por segundo mes consecutivo hasta un 3,8%, el nivel más bajo desde el año 2000. El PIB ha crecido a una tasa interanual del 2,2% impulsado por un incremento de la inversión del 7% mientras el consumo sólo avanzaba el 1%.

La auténtica amenaza a la seguridad nacional es el déficit del sector público. En los primeros siete meses del año fiscal, que terminó en septiembre, alcanzó 382.000 millones de dólares, 37.000 millones más que en el mismo período del anterior año fiscal. Los ingresos públicos han crecido a una tasa del 4% y los gastos al 5%. El déficit público representa el 3,5% del PIB (EEUU no cumplía con el Pacto de Estabilidad de la UE).

Una política comercial proteccionista cuando la economía está en plena expansión y los dirigentes de las 500 mayores empresas entrevistados por la revista Fortune destacan la guerra comercial con China como su principal preocupación. No hay ninguna amenaza a la seguridad nacional sino una gran cortina para cubrir cualquier irregularidad del presidente.

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