Egipto condena a penas de cárcel a 78 adolescentes islamistas

Por Mohamed Sahli
Foto: Una protesta  contra el presidente Abdelfatah al-Sisi en Egipto.
 
Un total de 78  menores de edad fueron condenados por un tribunal de Alejandría (norte de Egipto) a penas de cárcel de entre dos y cinco años de reclusión, por haberse manifestado en la calle para reclamar el regreso al poder del antiguo presidente islamista, Mohamed Mursi. Este dirigente fue derrocado en julio de 2013 por un golpe militar dirigido por el exmariscal y actual presidente de Egipto, Abdelfatah al-Sisi. Los condenados son chicos adolescentes de 13 a 17 años, y fueron sentenciados por “pertenencia a una organización terrorista”. Esta organización es la de  los Hermanos Musulmanes, que fue declarada ilegal tras el golpe de Estado de Al-Sisi. El nuevo régimen, que tiene el apoyo de Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y países árabes influyentes como Arabia Saudí, ha detenido a miles de militantes y simpatizantes de los Hermanos Musulmanes y unos 700 han sido condenados a muerte. ONGs como Amnistía Internacional (AI)  acusan al régimen de Al-Sisi  de pisotear los derechos humanos de los egipcios y la ONU calificó de situación “sin precedente en la historia reciente” las numerosas condenas a muerte dictadas en juicios sin garantías de ninguna clase. Unos 15.000 partidarios del depuesto presidente Mursi están encarcelados en todo el país. Algunas fuentes opositoras barajan la cifra de 45.000 detenidos. Los adolescentes condenados en Alejandría son “78 menores, miembros de los Hermanos Musulmanes, que fueron detenidos por haber participado en manifestaciones en los últimos tres meses para reclamar la caída del régimen y en las que bloquearon carreteras y transportes, y asustaron a ciudadanos pacíficos”, según informó la agencia gubernamental Mena.
 
Hermanos Musulmanes
Los Hermanos Musulmanes, que pertenecen a la corriente más antigua del islam político,  la que fundó  el egipcio Hasan al-Banna en 1928, ganaron todas las elecciones desde la caída del régimen dictatorial de Hosni Mubarak, a principios del año 2011. Mursi fue elegido presidente un año más tarde, pero fue destituido y detenido por los militares el 3 de julio de 2013, tras masivas manifestaciones de egipcios que pedían que abandonara  el poder. Los opositores a Mursi lo acusaron que querer islamizar Egipto y acabar con el incipiente proceso de transición a la democracia. Desde el golpe de Estado militar de julio de 2013, unos 1.400 partidarios  de Mursi han muerto en manos de la Policía o del Ejército. La mayoría de los islamistas murieron en protestas duramente reprimidas por las fuerzas de seguridad. Mientras miles de islamistas egipcios se pudren en las cárceles del país, el régimen estrecha el cerco a los campus universitarios, que se han convertido en reductos de oposición al presidente Al-Sisi. Según  colectivos de estudiantes opuestos al golpe militar, desde julio de 2013, 204 universitarios han muerto y 2.200 han sido detenidos por las fuerzas de seguridad. 
 
Universidad de Al Azhar
Los opositores se han atrincherado en la Universidad islámica de Al Azhar, a pesar del control policial y  la vigilancia de agentes de compañías  de seguridad vinculadas a exgenerales y empresarios simpatizantes del nuevo régimen. Las 15 universidades públicas del país están tomadas por guardias de seguridad y policías uniformados o de paisano. Muchos estudiantes críticos con Al-Sisi han sido expulsados o sancionados por las autoridades universitarias, que, según los opositores, “quieren frenar esta Intifada de la juventud universitaria”. Muchos de los expulsados y sancionados son militantes o simpatizantes de los Hermanos Musulmanes, pero también del grupo salafista Al Nur. La estrategia represiva del Gobierno de El Cairo es arriesgada. Según dice a un medio español Michele Dunne, politóloga estadounidense del Centro Carnegie, “al prohibir explícitamente todas las actividades políticas, Al Sisi  corre el riesgo de radicalizar a los estudiantes con conciencia política que no apoyan a Mursi pero que están escandalizados con las restricciones a la libertad de expresión y las violaciones de derechos humanos en los campus. Estas tácticas de mano dura podrían ser contraproducentes y profundizar la brecha entre el nuevo líder y los jóvenes egipcios que crecieron políticamente con la ‘Primavera Árabe’ y son aún una poderosa fuerza para modelar el futuro del país”.
 

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