El dividendo demográfico de las sociedades árabes

Carmen Chato

De los 350 millones de personas que en la actualidad viven en las sociedades árabes, 220 millones nacieron después de 1985. Un potencial enorme que transforma a estos jóvenes menores de treinta años en agentes de cambio decisivos. Con más alumnos matriculados en la universidad en los Territorios Palestinos que en Hong Kong o con emprendedoras en Líbano que suponen el tercio del total como ejemplo del cambio, lo cierto es que los jóvenes árabes son cada vez más cosmopolitas y cultos.

Respaldando esta tesis, y coincidiendo con el quinto aniversario de las revueltas de la Plaza Tahrir en El Cairo que desembocaron en el fin del régimen de Mubarak, se presentó en Casa Árabe (Madrid) el libro “Arab dawn” de Bessma Momani, analista especializada en Oriente Medio y economía global.

Momani defendió la tesis del dividendo de la juventud como catalizador del cambio. En el mundo árabe actual, la diferencia fundamental con la generación previa viene determinada por una característica propia: los jóvenes se perciben a sí mismos como una fusión de occidente con el mundo árabe. Un cambio intergeneracional que quedó patente con las Primaveras de 2011 y que, para la analista, éstas no son sólo revoluciones políticas sino unos cambios sociales y culturales que llegaron para quedarse.

Son tres las características que destaca de estas poblaciones jóvenes: su espíritu emprendedor, sus exigencias de libertad política y su carácter cosmopolita. Una juventud que, aderezada por estos tres componentes, se revela como esencial para hacer que la economía crezca. Y mientras que en occidente la población envejece año tras año, en el mundo árabe ocurre todo lo contrario. Además, la inversión en educación de este último ha crecido de una manera exponencial en los últimos años y en actualidad se contabilizan 398 universidades en esta región del mundo. La conexión entre esta situación y la exigencia de una mayor dignidad social es clara para la autora de “Arab Dawn”: nos encontramos ante una juventud altamente educada, que a su vez es un consumidor globalizado, que sabe que contribuye a su sociedad y que reclama, desde la autoconfianza, algo más.

La complejidad de las Primaveras Árabes

Leila Nachawati, profesora de la Universidad Carlos III, presente también en la presentación, contribuyó al debate resaltando la importancia de seguir en el tiempo procesos muy complejos como son las Primaveras Árabes. En 2011 se rompieron tabús y se derribaron muros,y en palabras de Nachawati, el norte empezó a mirar a la cuenca sur del Mediterráneo con respeto y empatía, aprendiendo el concepto de resistencia no violenta.

Pero recalcó que no hay que mirar a la región a través de los viejos filtros conocidos de la geoestratégica y las cuestiones identitarias y sectarias sino que hay que analizarlo desde otras perspectivas y prismas como los son las aspiraciones sociales, el papel de la mujer, las respuestas locales y sociales a la situación actual de violación de derechos humanes existente y a la gestión del conflicto.

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