El futuro del Mediterráneo: retos, desafíos y estrategias

Carmen Chato

En este 2015, se cumplen 20 años de la primera Conferencia Interministerial Euromediterránea, que marcó un hito en las relaciones entre la Unión Europea y sus vecinos de la Cuenca Mediterránea. Una tendencia que se inició pocos años antes, con el Proceso de Barcelona de 1991 y en el que España, de recién ingreso en las Comunidades Europeas, jugó un papel decisivo en la configuración de la agenda comunitaria.

Para hacer balance del camino recorrido desde aquel entonces, el IEMed ha publicado, dentro de su colección Quaderns de la Mediterrània, el monográfico “Retos mediterráneos hoy”, presentado en Casa Árabe.

Una actualidad que se presenta con un cambio de paradigma respecto al existente en la época del Proceso de Barcelona, en palabras de Maria-Àngels Roque, directora de la publicación. Sociedades civiles que han avanzando a pesar de no ser, en su mayoría, los países del Norte de África y Oriente Medio laicos. Además, se han sumado nuevos elementos que no existían hace dos décadas y que son necesarios incorporar a cualquier análisis futuro como las cuestiones relacionadas con el cambio climático, los temas de género, el papel de los medios de comunicación o el uso de las nuevas tecnologías de las información.

Los retos actuales del Mediterráneo

Pero los países del Norte de África y de Oriente Medio, la región conocida en inglés como MENA, está configurada por un cóctel de factores que hace que la complejidad siempre latente en la región adquiera una nueva dimensión. A las fronteras difusas, los focos de inestabilidad y la creciente complejidad de las relaciones geopolíticas hay que sumar elementos como la destrucción de Siria e Irak, el malestar social o la expansión del yihadismo. Así lo quiso destacar Haizam Amirah Fernández, investigador para Mediterráneo y Mundo Árabe del Real Instituto Elcano, subrayando en su análisis cómo la política exterior de EE.UU, a la que definió como confusa, no ayuda a soliviantar los problemas endémicos de la región.

El investigar de Elcano realizó en su ponencia un recorrido por las tres últimas décadas, desde el Proceso de Barcelona hasta la actualidad, para así analizar en detalle cómo ha ido evolucionando el mundo árabe en los países de la Cuenca Mediterránea y de Oriente Medio.

Si bien en la década de los 90 se encontraba esta zona sumida en un juego de potencias internacionales, la guerra de desgaste se tornó en este escenario estrategia habitual para evitar que el oponente se impusiera en la región. La guerra civil en el Líbano, que finalizó en esos años, no fue más que una premonición a la que siguieron sobresaltos, guerras e invasiones como la de Kuwait por parte de Irak en 1990. Pero hubo en esos años momentos de esperanza materializados en los Acuerdos de Oslo, que si bien a la larga fue discutible su efectividad, sí dejaron ver un futuro más prometedor.

El cambio de década, y de siglo, se definió con el ataque del 11 de septiembre y con el comienzo de una cadena de errores de la que todavía se sienten las consecuencias a escala global. La guerra de Afganistán y la invasión de Irak, enmarcadas dentro de la llamada “guerra contra el terror” transformaron, una vez más, el delicado equilibrio geopolítico existente. Como consecuencia, los vacíos de poder se tradujeron en una puerta abierta a nuevos factores que, ya en la década actual, se ven complicados de gestionar.

Una situación, en palabras de Amirah, enmarañada, que inicia la década y cuya transformación regional se muestra en rápida transformación con el inicio de las revueltas en 2011. Unas demandas de cambio en las relaciones entre Estado y sociedad cuyos efectos son inesperados aunque no por ello, impredecibles: informes del PNUD ya advertían de la insostenibilidad de sociedades con escaso desarrollo pero con una población joven y cada vez mejor formada.

Una región con un futuro poco estable

Las revueltas árabes

Si bien una oleada de demandas de cambio barrieron la región, sólo Túnez parece haber reconducido sus revueltas en una auténtica revolución que ha propiciado un cambio institucional, social y político. Una revolución no concluida que contrasta con la situación de Siria, un drama humano y epicentro de muchos problemas que están llegando al corazón de la Unión Europea.

Daesh

El riesgo de implosión es elevado, desfigurando Oriente Medio con la desaparición de facto de sus fronteras. Estados, herencia del colonialismo, se desmoronan y descomponen sin que se sepa a ciencia cierta qué es lo que les va a sustituir. Una conflagración regional que se traduce en una guerra entre vecinos en las que las “proxy wars” o guerras por delegación han dejado de poder ser denominadas como tales.

EE.UU, Rusia y la Unión Europea

El acuerdo con Irán y las alianzas tradicionales son parte de su agenda pero la Administración Obama parece no  querer verse arrastrada a una nueva aventura bélica tras Afganistán e Irak. Por su parte, Rusia muestra una voluntad patente de volver a ser parte activa de la geopolítica internacional, con una escalada de tensión y de enfrentamientos con países como Turquía en relación a la guerra en Siria. En el medio, la Unión Europea deja constancia en cada medida de la escasa estrategia, falta de liderazgo y poca atención prestada a su vecindad mediterránea.

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