El partido gobernante de Túnez se desmorona

Paco Soto

Pie de foto: Beji Caïd Essebsi, presidente de la República y fundador del movimiento Nidaa Tounes.

El partido clave en la gobernación de Túnez, Nidaa Tounes (La llamada por Túnez), se desmorona y está al borde de la implosión interna. Las peleas entre los partidarios del secretario general, Mohsen Marzouk, y los seguidores del hijo del presidente del país y líder de la formación, Hafedh Caïd Essebsi, han llevado a Nidaa Tounes a un callejón sin salida. Esta situación compromete los equilibrios internos y perjudica la estabilidad política de Túnez, un pequeño país norteafricano de 10 millones de habitantes que hace cinco años inició la denominada ‘Primavera Árabe’ que acabó con el régimen dictatorial de Zine El Abidine Ben Ali.

Túnez se encuentra en una fase de transición democrática ejemplar para los países de la región, y se ha dotado de una Constitución que reconoce las libertades públicas y las bases del Estado de derecho. Pero el país magrebí tiene graves problemas económicos y sociales y se enfrenta a la violencia del terrorismo yihadista, que intenta frenar el proceso de democratización. Nidaa Tounes fue fundado en 2012 por Beji Caïd Essebsi, actual presidente de la República. Es un movimiento transversal que agrupa a sectores políticos y sindicales laicos, conservadores y liberales, a corrientes de izquierda, a personalidades del mundo empresarial y a antiguos partidarios de Ben Ali que militaron en el partido del exdictador, la Agrupación Constitucional Democrática (RCD).

Nidaa Tounes reivindica la herencia de Habib Bourguiba, el déspota ilustrado que logró la independencia de Túnez, en 1957, y dirigió con mano de hierro los destinos de su país hasta 1987, cuando Ben Ali lo apartó del poder y asumió el mando de la gobernación. Nidaa Tounes ganó las elecciones generales y presidenciales de 2014. Pero estas victorias no consiguieron detener las luchas entre los dos clanes del partido. Los partidarios de Caïd Essebsi apoyan la política del jefe del Gobierno, Habib Essid, de alianza con los islamistas de Ennahda. A principios de año, Essid decidió remodelar el Gobierno incorporando a varios miembros de Ennahda. Essid maniobró para que el nuevo Ejecutivo también estuviera formado por los liberales de Afek Tounes (Horizonte por Túnez) y los populistas de la Unión de Patriotas Libres (UPL), una formación liderada por el multimillonario Slim Riahi, al que algunos llaman el ‘Berlusconi tunecino’. A pesar de la victoria en las legislativas del 26 de octubre de 2014 y las presidenciales del 21 de diciembre del mismo año por parte de Nidaa Tounes, el cambio gubernamental cosechó críticas internas en el movimiento fundado por Beji Caïd Essebsi y no gustó a la oposición.

Dos rivales en liza

Mohsen Marzouk y Hafedh Caïd Essebsi son los dos rivales en liza. Marzouk, exconsejero de Estado de Cartago, de 50 años, fue un político decisivo en las dos últimas victorias electorales de su partido. Es un dirigente que perteneció a la izquierda moderada y es bien visto por Estados Unidos, pero ya no controla las riendas de Nidaa Tounes, aunque sea el secretario general. Hafedh Caïd Essebsi, de 53 años, tiene el apoyo de su padre y de buena parte del partido, sobre todo de políticos vinculados al antiguo régimen y de poderosos hombres de negocios como Chafik Jerraya.

En abril de 2014, intentó apoderarse de la dirección del partido, pero tuvo que dar marcha atrás. Ahora, hace todo lo posible por marginar el ala más izquierdista de Nidaa Tounes e imponer la alianza con los islamistas moderados, y quiere convertirse en el hombre fuerte de este movimiento ideológicamente heterogéneo. Muchos comentaristas creen que, en la práctica, ya ha conseguido este objetivo. Las peleas internas por el control del partido y la sucesión se han manifestado violentamente en algunos casos, como, por ejemplo, el pasado 1 de noviembre, cuando un grupo de hombres armados partidarios de Hafedh Caïd Essebsi impidieron que se celebrara una reunión del comité ejecutivo de Nidaa Tounes en la ciudad de Hammamet. Todo indica que el congreso del partido, que debería celebrarse el mes que viene, será un escenario de peleas políticas y personales muy duras.

Dimisión en bloque

Mientras tanto, 31 diputados de los 86 que tiene Nidaa Tounes en el Parlamento anunciaron hace unos días su dimisión en bloque del partido fundado por Beji Caïd Essebsi. Los diputados díscolos pertenecen a la corriente favorable a Mohsen Marzouk. “Nos vemos obligados a dimitir del bloque parlamentario como un primer paso en nuestra defensa de la democracia y la credibilidad del trabajo parlamentario”, explicó a los medios el diputado crítico Hajer Laaroussi.

A pesar de esta dimisión, los 31 diputados seguirán “defendiendo el proyecto de Nidaa Tounes”, según declaró a la agencia AFP la diputada Bochra Belhaj Hmida. Así las cosas, la guerra de clanes ha debilitado considerablemente a Nidaa Tounes. Beji Caïd Essebsi, de 88 años, ha intentado sin éxito frenar las disputas y rivalidades internas, pero algunas voces críticas le acusan de no haber sido capaz de acabar a tiempo con la crisis que sufre el partido y de apoyar tácitamente a su hijo. Con 31 diputados menos en la Cámara, Nidaa Tounes tiene un futuro político a corto plazo muy comprometido. La división de Nidaa Tounes, teóricamente, podría dar la posibilidad a los islamistas de Ennahda, que tienen 61 diputados, de regresar a la primera línea política. Este movimiento ya gobernó el país y generó descontento en las capas populares y la firme oposición de los sectores más laicos de la sociedad.

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