En Irak, los musulmanes ayudan a poner la cruz en su sitio

Susana Campo/lainformacion.com

Hace más de dos años, en agosto de 2014, la capital cristiana de Irak, Qaraqosh, cayó en manos de los yihadistas de Daesh. "Cristianos enterrados vivos, violaciones a mujeres y el éxodo de cientos de miles de persona”. Así relataron la crónicas el infierno que vivieron entonces cientos de miles de cristianos, de hombres y mujeres inocentes, que fueron víctimas de la barbarie yihadista.

Cuando entraron los yihadista, la ciudad se convirtió en un pueblo fantasma. Los pocos que se permanecieron allí fueron víctimas de atrocidades: lapidaciones, muertes y torturas. Han tenido que pasar dos años para que el infierno islamista haya sido derrotado y Qaraqosh vuelva a ser cristiana. Gracias a la labor del ejército del kurdistán iraquí y de las fuerzas iraquíes, la liberación nos ha dejado imágenes tan significativas como la de un soldado que limpia la imagen de una Virgen o cuatro peshmergas que colocan una cruz de madera sobre una Iglesia.

Antes de la llegada de Daesh, en Qaraqosh, situada en el norte de Irak, vivían unos 50.000 crisitianos. Muchos de ellos huyeron a Jordania. “Los cristianos están muy pendientes de la televisión y siguen al minuto las informaciones que llegan de Irak. Están muy contentos porque empiezan a oír que sus ciudades están siendo liberadas de los yihadistas”, asegura el Padre Carlos-Khalil Jaar, un sacerdote diocesano que ha fundado en Amán una escuela para niños cristianos iraquíes que tuvieron que huir de sus casas para escapar de Estado Islámico.

Su escuela es una escuela especial porque todos los alumnos tienen algo en común: son cristianos perseguidos. Daesh marcó sus casas, situadas en la planicie de Nínive, con la letra nun, y les dio cuatro opciones: renegar de su fe y convertirse al Islam, permanecer y pagar un impuesto, huir indocumentados y con lo puesto, o quedarse y morir. “Los niños están celebrando la liberación de sus casas”, explica a la www.lainformacion.com el Padre Khalil Jaar desde Jordania. “Quieren regresar pero están cansados de huir”, insiste. Quienes hoy miran la televisión para tener noticias de su país son los mismo que hace dos años huyeron, dejándolo todo atrás: de Mosul a Erbil y del Kurdistán iraquí a Aman.

Bartella y Qaraqosh, ciudades liberadas

Hace unos días las campanas de la iglesia asiria de San Mateo, en Bartella (Bartala), volvieron a repicar después de dos años. Las tropas iraquíes junto con los peshmergas reconquistaron la ciudad y alzaron la bandera nacional sobre su iglesia. Es una ciudad muy cercana a Mosul, bastión y capital del Estado Islámico en Irak. Las primeras casas del pueblo mostraban la destrucción causada por los bombardeos, igual que muchas de las aldeas situadas en los alrededores y que fueron liberadas en los últimos días. “Está todo quemado”, reconoce el Padre Zughair, por teléfono, que estuvo hace unos días en la región.

Este sacerdote asirio forma parte de la minoría cristiana que vive en Irak, en la región de Nínive cuya capital es la ciudad de Qaraqosh también conocida como Al Hamdaniya o Bajdida. Allí vivieron más de 50.000 habitantes y es el corazón de una comarca compuesta por unos cincuenta pueblos, la mayoría de los cuales ya han sido arrebatados al EI en los primeros dos días de operaciones militares para liberar la capital del califato.

En esta zona estaba el mayor núcleo cristiano de Nínive, con hasta un 80 por ciento de la población, en algunos pueblos. "Daesh quemó nuestros hospitales, nuestras escuelas, nuestros hogares. En algunos lugares sólo hay cenizas, las casas fueron saqueadas. Se llevaron todo de nuestras iglesias e izaron su bandera. Quemaron nuestras Biblias y hasta la imagen de Cristo”, explica el padre Zughair.

Muchos cristianos que vivían en la zona iraquí de Nínive, unos 120.000, tuvieron que irse de sus casas por la amenaza yihadista en junio de 2014. Sin embargo, esa es una cifra baja si se compara con los casi un millón y medio de cristianos que vivían durante la época de Sadam.

Hoy quedan en todo el país menos de 350.000, según la agencia asiria de noticias AINA . Antes de la ofensiva estadounidense de 2003 había más de 60.000 sólo en la ciudad de Mosul. En 2014 apenas quedaban unos miles en la ciudad. Un 80 por ciento de los cristianos de Irak se han ido del país desde 2003, según AINA.

Los musulmanes también huyeron

Pero no solo los cristianos han huido. “Los musulmanes también abandonaron Mosul hartos de vivir entre odio”, señala el padre Carlos. En Jordania acuden también a su escuela para los refugiados cristianos y allí “en solidaridad” comen juntos y discuten de la vida dos veces por semana. En un coffee shop para mayores cristianos y musulmanes toman café, fuman y echan una partida juntos, demostrando que la fe y las creencias religiosas no tienen por qué separar a la humanidad. Precisamente, en Mosul se encontraba un lugar venerado por judíos, cristianos y musulmanes, la tumba del profeta Jonás, ubicada en una mezquita y fue destruida por el Daesh en julio de 2014.

La alegría de los cristianos iraquíes contrasta con las cenizas a las que han sido reducidas los templos católicos. “esas piedras no son tan importantes porque nuestras casas son nuestras Iglesia” dice el Padre Carlos antes de subrayar que “los cristianos de Irak son los santos del Siglo XXI.

http://www.lainformacion.com/mundo/cristianos-Irak-inquietud-liberacion-Qaraqosh_0_965905131.html

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