En Túnez, las protestas sociales bloquean la producción de fosfato

Paco Soto

Pie de foto: Una manifestación de protesta en Túnez.

Las protestas de trabajadores en paro, pero también la lluvia, están bloqueando la producción de fosfatos en Túnez, un país del Magreb que atraviesa desde hace años una profunda crisis económica y social. Las pérdidas financieras del Grupo Químico de la Compañía de Fosfatos de Gafsa (CPG) y de la Sociedad Nacional de Ferrocarriles Tunecinos (SNCFT), que transporta el mineral, son considerables, según fuentes de ambas empresas. La producción de fosfatos de la CFG quedó paralizada hace varios días, debido a las protestas llevadas a cabo por ciudadanos sin trabajo. El mal tiempo hizo el resto.

La diputada en la Asamblea de Representantes del Pueblo (ARP) por el partido conservador y laico Nida Tounes Asma Abou Hana confirmo a la agencia de prensa TAP la paralización de la producción de fosfatos. Las lluvias torrenciales que cayeron en varias zonas de la región de Gafsa provocaron la inundación del río Thalja y numerosos desperfectos en la línea de ferrocarril por donde se transporta el fosfato de Redaif, Metlaoui y Om Laarayes, informó la diputada tras la comparecencia del ministro de Industria en el Parlamento.

La diputada de Nida Tounes pidió a las autoridades tunecinas que tomen medidas urgentes para solucionar los problemas que paralizan la producción de fosfato en la región y sean más eficaces y equitativas en el reclutamiento de mano de obra. La región de Gafsa se encuentra en el centro del país. Es una región desértica que padece un alto nivel de desempleo y pobreza. El Ministerio de Industria pidió al Parlamento que adopte por la vía urgente un proyecto de ley para poder llevar a cabo nuevos proyectos de explotación de fosfato en Sraouirtene (Le Kef), Tozeur y Nafta. Estos proyectos industriales necesitan grandes inversiones, y el Ministerio de Industria y el conjunto del Gobierno están convencidos de que su puesta en marcha sería una buena solución contra el paro. A pesar de los cambios políticos democráticos, los tunecinos no viven mejor hoy en día que en la época de la dictadura. El desempleo es uno de los principales problemas.

Pie de foto: El tren que transporta el fosfato en la región de Gafsa.

Regiones conflictivas

 Las manifestaciones, enfrentamientos con las fuerzas de seguridad y ocupación de edificios públicos y vías de comunicación son frecuentes en amplias zonas subdesarrolladas donde el analfabetismo supera el 30%, mientras que es del 12% en el conjunto nacional. El centro del país es especialmente sensible, porque los problemas sociales como el paro y la falta de perspectivas para la juventud son importantes. Por esto mismo, los lugares más activos en cuanto a protestas populares son las regiones de Kairouan y Sidi Bouzid, zona donde prendió la llama de la denominada ‘Revolución de los Jazmines’ que derrocó la dictadura hace seis años. Solo en febrero de este año, el Foro Tunecino para los Derechos Económicos y Sociales (FTDES) cifró en un total de 830 las protestas de la población en el conjunto del país.

El Gobierno de Youssef Chahed no ha utilizado una represión brutal contra los contestatarios, aunque en algunos momentos ha tenido que usar la Policía y el Ejército para impedir que las manifestaciones bloquearan la actividad económica del país. Su táctica, según observadores locales, es la de esperar que poco a poco el descontento social se deshinche. “El país lo tiene difícil mientras no consiga un crecimiento económico sostenido y equilibrado que permita mejorar las políticas sociales. La táctica del Gobierno es arriesgada”, opina un sociólogo tunecino.

Caída del 18,5%

Según datos oficiales facilitados por la CPG, en los nueve primeros meses de 2017, la producción de fosfatos ha sido de 3,1 millones de toneladas, es decir 0,7 millones menos (18,5%) respecto al mismo periodo del año anterior. ‘Kapitalis’, medio digital tunecino, destaca en un artículo sobre esta cuestión: “Nada pone fin a la espiral descendiente de esta actividad minera desde 2011. La firmeza que demostró el pasado mes de mayo el presidente de la república, Beji Caïd Essebsi, cuando dio la orden a los militares de asegurar la protección de las instalaciones gasísticas, petrolíferas y mineras no ha cambiado nada”. Túnez está muy lejos de alcanzar los ocho millones de toneladas de producción de fosfato que consiguió en 2010, cuando aún estaba en el poder el dictador Zine El Abidine Ben Ali.

Entre 2010 y 2017, la producción de fosfato sufrió un bajón superior al 40%. Las causas son fundamentalmente de orden económico y técnico: problemas en el proceso de extracción del mineral y dificultades en el transporte y la transformación del fosfato. Las huelgas, manifestaciones y desórdenes sociales también han sido un serio problema para este sector industrial en declive. Túnez ha perdido a dos de sus principales clientes, Brasil e India, potencias emergentes en el Tercer Mundo. El mercado europeo no ha sido suficiente para paliar los daños provocados por la caída de la producción de fosfato. 

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