Fadila El Gadi, moda y arte en el Instituto francés de Rabat

Antonio Gallego Roca

Con los años, he aprendido que lo más importante en un vestido, es la mujer que lo lleva puesto

Yves Saint Laurent

Tras la catedral española de Rabat, donde el sol no se desliza, sino que queda aprisionado en sus altas e imponentes torres, encontramos al pasear el Instituto Francés, con sus grandes letras azules. Este alberga normalmente, entre sus actividades culturales, numerosas exposiciones en su pequeña y atractiva sala. En esta ocasión, podemos disfrutar de la magnífica selección de caftanes y otras prendas de la diseñadora y modelo marroquí Fadila El Gadi llamada “De una capital a otra”, que estará expuesta hasta 1 de julio. Nada más entrar, nos detenemos ante una maqueta de un `loable proyecto de El Gadi, y es la creación de la Escuela de Artes del bordado en la vecina ciudad de Salé, su ciudad natal, cuya inauguración, prevista para el mes de mayo, se hará finalmente en septiembre.

La escuela tiene como objetivo, según explica en el cartel de presentación el escritor francés Guillaume Gobin, acoger a “hombres y mujeres de barrios populares para enseñarles la materia del bordado tradicional marroquí, arte plurimilenario en vías de desaparición”.

El Gadi es otra de esas valientes mujeres marroquíes que se ha hecho a sí misma. Reconocida modelo que ha trabajado con diseñadores de alta costura como el francés Yves Saint Laurent, a quien encontró en Tánger por azar, ha conseguido tener su propia personalidad en el mundo de la moda no solo nacional sino también internacional.

Sus diseños, de una sobriedad y elegancia absolutos, parecen, en ocasiones, tocados por el delicado aire de Chanel y a su vez marcados de un fuerte carácter marroquí que fluye por los consistentes hilos de sus bordados. Una paleta de tonos cálidos con predominio de colores crudo y negro se vuelve una plácida contemplación ambientada por la música de fondo y las luces tenues, con que está concebida la muestra, creando una oscuridad deslumbrante.

Enhorabuena a la diseñadora, así como al equipo de esta exposición tan conseguida, que nos confirman, como tantas otras veces, que en Marruecos la creatividad y el buen hacer no cesan.