Francia y Argelia lideran dos visiones opuestas para resolver la crisis en Libia

España se acerca más a la propuesta argelina de una solución política negociada
 
Por Pedro Canales 
Foto: El presidente francés, François Hollande, abraza a su homólogo argelino, Abdelaziz Buteflika.
 
La Conferencia internacional de Madrid destinada a alcanzar una posición común para abordar la cuestión libia, supone un intento in extremis de la diplomacia española para acercar posiciones inconciliables lideradas respectivamente por Francia y Argelia. Mientras el primero privilegia la intervención militar para imponer “desde fuera” un cese de hostilidades entre islamistas y liberales y salvar así los intereses económicos y geopolíticos de París, el segundo insiste en que la solución es interna en Libia y propone un acuerdo negociado entre las partes. Francia tiene mala conciencia acerca de la crisis libia. Fue la instigadora de la coalición internacional en contra del régimen de Gadafi y responsable en cierta medida del caos y la guerra civil subsiguiente a la liquidación del autócrata. París ha intentado recientemente buscar apoyos entre los países árabes, particularmente del Magreb, para lanzar una nueva intervención militar, con la excusa de frenar el avance del Estado Islámico. El Jefe de Estado Mayor del Ejército francés, el general Pierre de Villiers, estuvo en Argel, pero no consiguió convencer a sus interlocutores civiles y militares para que apoyen sus planes guerreros. París sabe que para intervenir en la región norteafricana no puede ningunear al régimen de Abdelaziz Buteflika. Hace cuatro meses, el ministro de Defensa galo, Jean Yves Le Drian, también se personó en Argel, esta vez buscando apoyo logístico para su ejército expedicionario en el Sahel. Se fue sin conseguirlo.
 
Armas versus diplomacia
Francia está convencida de que “es necesario intervenir en Libia”, para cortar de raíz el crecimiento y la organización de los grupos yihadistas, que acuden allí “para aprovisionarse en armas y reorganizar sus fuerzas”. Según el diario conservador francés, ‘Le Figaro’, los presidentes de Túnez y Chad, Moncef Marzuky e Idriss Deby, respectivamente, han solicitado a París que intervenga militarmente en Libia. Excusa o no, París privilegia las armas frente a la diplomacia, ya que no está segura de que una solución política le garantice una posición de liderazgo. Mientras que para Argel, desde el comienzo de la crisis, la posición ha sido siempre la misma: ayudar a una negociación entre las partes en conflicto para buscar un acuerdo político. El gobierno de Abdelmalek Sellal ha anunciado que en breve se organizará un encuentro en Argel entre representantes islamistas del “nuevo gobierno” instalado en la capital Trípoli bajo su control, y el “gobierno reconocido por la ONU” instalado en Tobruk. 
El ministro español de Exteriores, José Manuel García-Margallo, en un intento de acercar posiciones, ha convocado una reunión extraordinaria euro-magrebí con presencia de altos representantes internacionales (ONU, Liga Árabe, Unión Europea), para “buscar una solución política”, decantándose de esta manera más por la posición argelina que por la francesa. 

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