Horas bajas para la relación bilateral entre Estados Unidos y Turquía

Henar Hernández

Pie de foto: Horas bajas para la relación bilateral entre Estados Unidos y Turquía.

La Casa Blanca ha anunciado este viernes la retirada de Turquía del Sistema Generalizado de Preferencias estadounidenses (GSP, por sus siglas en inglés), el programa comercial más grande y antiguo de Estados Unidos que permite la dotación de oportunidades a los países más pobres del globo para el crecimiento de sus economías, a través de la eliminación de los impuestos a los productos que exportan los 120 países catalogados en esta categoría y que tienen como destino EEUU.

El presidente estadounidense Donald Trump justificó su decisión con una carta dirigida al Congreso el pasado 4 de marzo alegando que el país presidido por Tayyip Erdogan ostenta un nivel de desarrollo económico superior al requerido por el GSP. El 23 de agosto de 2018, la Oficina del Representante de Comercio de los Estados Unidos ya emitió un primer aviso sobre la revisión de las prácticas de Turquía, con el objetivo de verificar si el país otomano seguía cumpliendo las condiciones requeridas para beneficiarse del programa de comercio preferente.

Según Reuters, esta medida afectará al objetivo establecido por ambos países de alcanzar un comercio bilateral valorado en 75.000 millones de dólares. En contraposición, Washington también ha anunciado este viernes su decisión de reducir los aranceles sobre el acero turco del 50% actual al 25%, porcentaje que operaba en agosto de 2018.

Cabe recordar que Turquía ha entrado en recesión por primera vez en diez años, por motivos económicos como la devaluación de la lira turca – para finales de 2018, se había depreciado un 40% - o una inflación por encima del 20% también alcanzada en los últimos meses del año pasado.

En este escenario, han entrado en juego otros motivos de índole geopolítico, como el enfriamiento de las relaciones EEUU-Turquía, escenificada, por ejemplo, en la crisis diplomática entre Washington y Ankara acaecida en el año 2018 tras la negativa de ambos países de extraditar a nacionales del otro país detenidos en su territorio.

Las relaciones entre los dos Estados también se han visto debilitadas por el papel que desempeñan los kurdos y, especialmente, las Unidades de Protección Popular (YPG, por sus siglas en inglés), milicia armada del Partido de la Unión Democrática sirio, que es, a su vez, el brazo político del Partido turco de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, por sus siglas en kurdo). Mientras Turquía le ha declarado la guerra abierta a las milicias kurdo-sirias, a las que califica de “terroristas”, Estados Unidos le ha exigido al Gobierno de Erdogan que “no pusiera en peligro a las fuerzas de oposición sirias”, refiriéndose a las YPG, pues cabe recordar que las tropas estadounidenses entrenaron a los combatientes kurdos y lucharon en el mismo bando contra Daesh en Siria. Incluso, el 13 de enero de 2019, Trump amenazó de forma explícita a Turquía con “devastarla económicamente si golpeaban a los kurdos” en su cuenta oficial de Twitter.

Del mismo modo, el acercamiento entre Erdogan y su homólogo ruso, Vladimir Putin, en una reunión bilateral mantenida el pasado 8 de abril ha contribuido a tensar, aún más si cabe, las relaciones entre EEUU y Turquía. En dicho encuentro, ambos mandatarios negociaron la compra por parte de Turquía del sistema de misiles antiaéreos rusos S-400, en detrimento de los intereses de la Casa Blanca, pues pretendían vender a Ankara el sistema estadounidenses de misiles Patriot.

Otro motivo de enfrentamiento entre las dos naciones es la cuestión de la extradición del clérigo Fethullah Gülen, exiliado en territorio estadounidense, a cuya organización Erdogan acusa de haber orquestado el fallido ‘golpe de Estado’ en 2016 que devino en cerca de 300 personas muertas, la detención y/o la dimisión forzada de más de 100.000 ciudadanos y funcionarios públicos acusados de pertenencia a organización criminal, entre otros cargos, y la inauguración del sistema presidencialista turco tras la victoria de Erdogan en el resultado del referéndum de 2017.

Cabe subrayar que, desde dicho año, esta escalada de la tensión que asola el vínculo entre ambas naciones se ha manifestado en la sucesión de sanciones económicas estadounidenses aprobadas contra intereses turcos y las respectivas contramedidas del Gobierno de Erdogan contra determinados sectores del mercado de EEUU.

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