Irán y Estados Unidos, ¿nuevos aliados en Oriente Medio?

Por Cristina Casabón /Baabalshams    http://baabalshams.com/?p=4549

Pie de foto: El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, y el presidente de Irán, Hasan Rohani.

El escenario de guerra contra el Daesh que se libra en Iraq y Siria puede resolverse con una  nueva propuesta que puede parecer increíble: la cooperación entre EEUU e Irán en materia antiterrorista. ¿Podría Estados Unidos comenzar a construir un marco de seguridad regional que, por primera vez, incluya a Irán, sin que sus relaciones con otros aliados sunníes se vean afectadas?

Oriente Medio se ha visto envuelto en nuevas dinámicas regionales: con un Irán más proclive a la negociación, el reciente relevo de Salman bin Abdelaziz en Riad, el caprichoso Qatar, la creación de un estado policial en Egipto y el sultanato de Erdogán, un Israel que vive de espaldas a la región… Cada uno tratando de moldear las relaciones con los americanos para adaptarlas a sus propios intereses.

Las rivalidades entre los propios socios tradicionales de Estados Unidos y entre éstos e Irán se manifiestan en toda la región. Irán y Arabia Saudí son rivales desde la revolución iraní de 1979 y compiten por ampliar su influencia en el Golfo Pérsico y en el Levante, más especialmente en Irak, Siria, Yemen, Libia y Líbano, estados más vulnerables que a su vez se han visto afectados por la emergencia de nuevos actores terroristas como el Daesh.

Ante este desorden regional, en un reciente artículo en Brookings, Martin Indyk argumentó que Estados Unidos tiene dos opciones, ambas imperfectas: una alianza con Irán, o la reconstrucción de la vieja relación con sus aliados tradicionales: Arabia Saudi, Egipto e Israel. ¿Es necesario que que Estados Unidos se plantee las relaciones exteriores en Oriente Medio de forma disyuntiva? Como garante de seguridad de la región, Washington, más que cualquier otra parte – Iran o los aliados suníes- posee la clave para inspirar un nuevo enfoque en sus alianzas. Este enfoque puede ser apoyar a varios aliados en distintos frentes.

En primer lugar, Estados Unidos tiene que sopesar la idea de cooperación con Irán. La realidad es que Irán y Estados Unidos se necesitan mutuamente, ambos tienen que reconocer la capacidad del otro para jugar un papel estabilizador en la región, y pueden trabajar juntos para garantizar esta estabilidad en Siria e Iraq. Sin embargo, la cuestión nuclear debe ser resuelta antes de que las dos partes puedan explorar a fondo otras áreas regionales de interés común.

Ahora, con un más que probable acuerdo nuclear a finales de junio, la colaboración conjunta contra el Daesh es una hipótesis más plausible. John Kerry, recientemente sintetizó en una frase el estado de la relación de EEUU con Irán: “Tenemos un interés común, pero no cooperamos” dijo el Secretario de Estado. Como señaló Le Monde, esta es la primera vez que estos términos son utilizados por un diplomático estadounidense de alto rango en este ámbito.

Muchos consideran “peligrosa” una alianza con Irán, ya sea en forma de acuerdo nuclear o de cualquier índole, debido a su falta de viabilidad y a los altos costos asociados. Estos “rivales” de Irán probablemente piensan que Estados Unidos no puede restaurar el orden sin fuertes aliados regionales que compartan con él una visión clara del orden que colectivamente pretenden imponer. Desafortunadamente, no existen tales aliados.

De hecho, “los costes de mantener alianzas con los socios tradicionales – estados Sunníes e Israel – son mayores que los beneficios percibidos”, señala Tamara Cofman Wittes en Brookings.

Las relaciones de EEUU con el Golfo Pérsico

Miremos a Arabia Saudi, Qatar, Kuwait, y los Emiratos Árabes Unidos. Estados Unidos provee a estos regímenes con apoyo económico y militar, incluso sabiendo que ellos persiguen políticas que a veces van en contra de los intereses americanos.

EEUU espera de estas alianzas y apoyos una cooperación más fuerte frente al terrorismo.  Los aliados de Estados Unidos en el Golfo Pérsico tienen un historial de apoyo directo, o al menos de permitir que los fondos privados fluyan a grupos terroristas de la región. Este fenómeno tiene sus raíces en el respaldo saudí contra la Unión Soviética en Afganistán, que incluía la ayuda a los llamados “árabes afganos”.

Arabia Saudí ha comprometido fuerzas terrestres con asesores estadounidenses, lo que podría ayudar a proporcionar un elemento bastante importante en la campaña anti-Daesh, y desde el verano de 2013 ha sido el mayor contribuyente a la hora de financiar y armar a los rebeldes. Pero no todos los estados del Golfo reman en la misma dirección.

Algunos analistas, como Lori Plotkin Boghardt, de The Washington Institute, creen que Qatar puede haber apoyado directamente a algunos de los grupos más radicales que luchan en la guerra civil  siria. A pesar de las objeciones de Estados Unidos, Qatar “todavía promueve y tolera recaudación de fondos privados para Al Qaeda, ISIS, y otras organizaciones radicales”, según esta autora.

En cuanto a las negociaciones nucleares con Irán, como señala Bruce Riedel en Al Monitor, “los saudíes reconocen que un acuerdo exitoso entre Irán y el E3+3 [EEUU, Rusia, China, Gran Bretaña, Francia y Alemania] disfrutará de amplio respaldo internacional y de la aprobación de las Naciones Unidas. Riad no tiene ningún interés en verse aislado en una minoría disidente con Netanyahu en contra de un acuerdo respaldado por una mayoría global.

La monarquía saudí ha mostrado a Washington su preocupación sobre las negociaciones con Irán, y John Kerry se reunió con el nuevo monarca, Salman bin Abdelaziz, para transmitirle que las negociaciones no supondrían una interferencia en los intereses de los países del golfo, y no estaba buscando un “gran acuerdo” con Irán.

Parece que Arabia Saudí está atada de pies y manos; Bruce Riedel señalaba en este sentido que la única opción de KSA es fortalecer sus alianzas regionales y en primer lugar, con el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), para la confrontación a largo plazo con Teherán, aunque hay dos puntos débiles en la coalición del GCC contra Irán: Omán y Qatar.

Renovada cooperación con Irán

¿Puede el interés común de Estados Unidos e Irán – la lucha contra el Daesh- derivar en una cooperación entre ambos países? Ambos países comparten un interés común en Iraq, que es el de terminar con el terrorismo en ese país, pero chocan en la vecina Siria, dónde Estado Islámico domina parte del país, ya que Teherán apoya a Bashar Asad, mientras Obama entrena y financia a la oposición siria, con el objetivo de derrocar al régimen sirio.

Por otro lado, como indica Ramin Jahanbegloo en una entrevista reciente para Esglobal, “si se termina firmando el acuerdo nuclear, no se puede descartar que Irán llegue a negociar con Europa y Estados Unidos un acuerdo que no incluya mantener en el poder al actual Gobierno sirio.” El eje chií, liderado por Irán, sigue contando con adeptos en la región, no solo en Irán y Siria, sino también en Líbano (Hezbollah) y entra la población chií de Yemén y Bahréin, por lo que su alianza con EEUU, si bien puede sacar a Teherán del ostracismo internacional, no es “indispensable” a nivel regional.

El auge regional de la República Islámica de Irán y sus aspiraciones hegemónicas no se pueden entender sin la ayuda involuntaria de Estados Unidos, como bien señala Haizam Amirah Fernández, investigador principal del Real Instituto Elcano. “Por un lado, en 2001 acabó con el régimen talibán en Afganistán (enemigo de los ayatolás iraníes), lo que situó en el poder en Kabul a grupos aliados de Teherán. Por otro lado, en 2003 la Administración de George W. Bush derrocó a Saddam Husein, quien había actuado como barrera frente a las ambiciones iraníes en el vecindario árabe. Sin haberlo previsto, los neoconservadores estadounidenses entregaron el gobierno de Bagdad a unos líderes chiíes sobre los que Irán ejerce una gran influencia.”

Irán puede ser un aliado efectivo para acabar con el Estado Islámico en Siria e Irak, y quizás EEUU es capaz de comprometerse selectivamente con esta potencia regional una vez que se haya logrado llegar a un acuerdo nuclear. El riesgo de perder los intereses económicos y el control geoestratégico en manos del Daesh permite olvidar agravios e ideologías entre viejos rivales. Veremos probablemente nuevas muestras de un gran pragmatismo por parte de la Administración Obama, y todo apunta a que estos dos próximos años se va a reconfigurar el equilibrio de influencias entre las potencias de la región.

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