La globalización, el mayor desafío para la seguridad nacional

Alexandra Dumitrascu

El Gobierno ha hecho ya público el Informe Anual de Seguridad Nacional 2016, un documento que pone de manifiesto los riesgos y amenazas para la seguridad nacional de España, así como las acciones adoptadas para hacerles frente en un contexto marcado por dinámicas de continuo cambio.

En esta cuarta edición, el informe refleja una cada vez mayor relación entre la globalización y los retos a los que se deben enfrentar los Estados, en este caso España. Si bien presentadas como amenazas individuales, la tendencia hacia una cada vez mayor interconexión hace que estos ya no acontezcan como retos aislados sino como fenómenos que interactúan y se retroalimentan constantemente entre sí.

La amenaza del terrorismo yihadista, los flujos migratorios, los ciberataques, el crimen organizado, la inestabilidad política, son algunos ejemplos de cómo una amenaza, por muy lejana, traspasa las fronteras de origen, y puede ser a la vez desencadenante de otro desafío, desdibujando con ello la línea que separa lo interior de lo exterior que obliga a los Estados a mantener un sistema de vigilancia y alerta permanentes. La capacidad respuesta es clave para que una amenaza una vez hecha realidad no desestabilice el sistema íntegro del Estado.

La ubicación estratégica de España expone al país en un entorno de múltiples desafíos a la seguridad, en donde la creciente inestabilidad de las zonas consideradas vitales representa una amenaza real y factible.  Así, la región euroatlántica, la región de Sahel y el Magreb, el golfo de Guinea y el Cuerno de África conforma  el escenario internacional inmediato con el que tiene que lidiar el país. Para dar respuesta a ello, durante el periodo 2016, más de 2.000 efectivos han sido desplegados en diecisiete misiones en el exterior a lo largo de cuatro continentes y en un total de 14 países.

Libia, el Sahel, la República Centroafricana, Afganistán, Yemen, Europa oriental, Somalia, Siria e Irak, conforman el escenario conflictivo y con más potencial para desestabilizar el orden mundial, en su conjunto.

En Libia, la falta de seguridad y la inestabilidad política aún persisten a pesar de haberse establecido un Gobierno de Acuerdo Nacional. Debido al vacío de poder y el perpetuo conflicto gestado en el país tras la caída de Muamar El Gadafi, organizaciones terroristas como el Daesh se han apoderado del país, lo que hace que una posible reestabilización del país se haga aún más complicado.

La situación en el Sahel, sigue siendo complicada y se ha visto agravada con el incremento de las actividades terroristas, al igual que en el Cuerno de África, especialmente en Somalia, bajo la presencia del grupo terrorista Al Shabab. El Golfo de Guinea, por su parte, ha experimentado un repunte de los ataques piratas.

En Oriente Medio, Yemen, Siria, Irak, Afganistán siguen siendo los países más conflictivos, en donde la confluencia de varios factores como el sectarismo, entre otros, y actores estatales y no estatales, impide alcanzar una paz a corto o medio plazo.

Dentro de Europa, el conflicto de Ucrania ha seguido siendo un foco de inestabilidad en la región euroatlántica, que se ha sumado a los conflictos ya abiertos de Nagorno-Karabaj; Georgia-Abjasia y Osetia del Sur; y Moldavia-Transnistria. 

Todos estos conflictos y la inestabilidad gestada en el seno de estas regiones y estados, han contribuido a la aparición de nuevos desafíos tal como el terrorismo yihadista, los flujos de refugiados y migrantes, los ciberataques, el crimen organizado, entre otras amenazas transnacionales.

El terrorismo yihadista es, una vez más, una de las mayores amenazas a la seguridad y estabilidad de España, así como a nivel internacional. Los ataques en Occidente perpetrados durante 2015 y 2016 han obligado a España a elevar el nivel de alerta a 4, de un máximo de 5, que supone un nivel de riesgo alto, en línea con la actuación de los demás países europeos. A pesar de que, desde 2004 no se ha perpetrado ningún atentado terrorista en suelo español, las crecientes referencias al país por parte de las organizaciones terroristas, la proximidad a las zonas de conflicto e inestabilidad, así como la amenaza por parte de los combatientes retornados, hace que España mantenga un sistema de alerta elevado en orden a prevenir posibles ataques en suelo español.  

En la actualidad, la mayor amenaza de terrorismo procede de organizaciones islamistas internacionales, como el Daesh o Al Qaeda. Durante 2016 han aumentado las referencias por parte del Daesh a Al Ándalus (la España del imaginario islámico) y a ciudades de España, así como los comunicados en español, a lo que se suma el lanzada en el verano de 2016 para contratar traductores de español y portugués, lo que pone de manifiesto el creciente interés por parte de esta organización terrorista de reclutar a combatientes hispanohablantes.

Si bien España no destaca por número de combatientes extranjeros que han viajado en algún momento a Siria o Irak, la labor de reclutamiento y los esfuerzos de difundir material yihadista a través de las redes sociales son las actividades más comunes para el público potencial del interior del país. En este sentido, Cataluña es la región con más procesos de radicalización del país. Durante el año pasado han sido detenidas 69 personas vinculadas con el terrorismo yihadista, y una célula que pretendía atentar en España ha sido desarticulada en colaboración con los cuerpos de seguridad marroquíes. 

El fenómeno de los retornados es una consecuencia directa de la libertad de movimiento que pone en peligro la seguridad de los países que se confrontan con esta realidad, y España no está exenta de ello. A los retornados de origen español, se suman los combatientes extranjeros de terceros países que aprovechando el territorio Schengen pueden acabar en España. El debilitamiento del Daesh en sus territorios de Irak y Siria gracias a la presión mantenida por la coalición global contra el terrorismo liderada por Estados Unidos, podría conllevar a un aumento de las actividades terroristas fuera de las zonas de conflicto, en Occidente en particular, como muestra de fortaleza, y los retornados pueden jugar un papel esencial en este sentido, al recibir durante su estancia en Irak o Siria adiestramiento e instrucciones precisas en este sentido. 

La contribución de España a nivel internacional en la lucha contra el terrorismo internacional se refleja a través de la participación en la Coalición Global contra el Daesh con más de 300 efectivos militares que tienen la misión de adiestrar a las fuerzas de seguridad iraquíes.

Si bien el Daesh es la organización terrorista con mayor potencial terrorista, no hay que menospreciar o ignorar la todavía amenaza que supone Al Qaeda, que puede aprovechar este desvío de interés de la sociedad internacional para reforzarse y recobrar así su protagonismo y liderazgo perdidos frente al Daesh. En este sentido, tal como refleja el Informe Anual de Seguridad Nacional, esta voluntad es ya un hecho en el Magreb y el Sahel, y una potencialidad en Yemen.

En el ámbito interno y en cuanto al terrorismo autóctono, el informe destaca el éxito alcanzado para la desarticulación de la organización terrorista ETA, a base del debilitamiento progresivo de sus capacidades organizativa y operativa, si bien mantiene un nivel de alerta moderado en el caso de Resistencia Galega cuya voluntad de seguir con las acciones terroristas sigue vigente, así como la posibilidad de reactivación de los ataques por parte de grupos anarquistas violentos.

Los principales retos y desafíos a la seguridad

Una de las consecuencias de la crisis de las zonas en conflicto en África y Oriente Medio, como hemos visto, es el desplazamiento involuntario de millones de civiles, bien en busca de refugio o por razones económicas. El control y gestión del flujo de migrantes se presenta como uno de los principales desafío para la Unión Europea en conjunto. Las dos rutas más empleadas por los migrantes en 2016 han sido la del Mediterráneo central y la que transcurre desde Turquía a Grecia y continúa por los Balcanes occidentales, si bien la mayor parte de los migrantes que llegan a Europa desean alcanzar los países del centro y el norte de Europa. En cuanto a España, tal como destaca el Informe Anual de Seguridad Nacional, la presión migratoria por vía marítima durante el año pasado se ha incrementado un 54% con respecto a 2015, a lo que se ha sumado la llegada de inmigrantes ilegales a través de los asaltos a los perímetros fronterizos con Ceuta y Melilla.

Este flujo inmigratorio a su vez favorece a las redes criminales que aprovechan la situación de los migrantes para “ampliar sus actividades delictivas en todo el espectro de actividades relacionadas con el tráfico de seres humanos”.

La inestabilidad generalizada del continente africano y de Oriente Medio también tiene un impacto en la seguridad marítima, que se refleja en el aumento de las actividades de piratería, la pesca ilegal o el tráfico de personas, armas y drogas, y que peligran las rutas de navegación marítima de España.

En relación con el crimen organizado, las actividades que representan una amenaza real para la seguridad de España son el tráfico de drogas, el contrabando, la trata de seres humanos, el tráfico de armas y el blanqueo de capitales, los delitos contra el patrimonio, y los delitos contra la propiedad industrial e intelectual, crímenes que siguen más o menos la misma tendencia que en años anteriores. No obstante, un fenómeno especialmente destacado en el Informe Anual de Seguridad Nacional es el relacionado con las bandas latinas, cuya actividad ha incrementado a lo largo de 2016, incluidos los incidente de carácter violento protagonizados entre los miembros de estas bandas.

En materia de ciberseguridad, España ha registrado un incremento asimismo de los ataques cibernéticos, especialmente contra los sistemas de información de las Administraciones Públicas, y contra el sector de las infraestructuras consideradas críticas, sector este último en el que durante 2016 se ha triplicado la cifra con respecto a años anteriores. El creciente empleo de la así llamada web profunda, empleada asimismo por las organizaciones terroristas y las bandas de crimen organizado, dificultan la labor de detección y las acciones para hacer frente a las actividades delictivas que se originan a través de la misma. 

A esta problemática se suma la contrainteligencia ejercida por algunos gobiernos extranjeros y el ciberespionaje. En el primer caso se han detectado un aumento de las actividades en orden a reclutar y capacitar a ciudadanos españoles, acceder a personas e instituciones relacionados con diferentes organismos internacionales, y tratar de llevar un exhaustivo control de los sus ciudadanos residentes en España, las organizaciones o las iniciativas en la que participan, lo que supone una clara violación de derechos y libertades, y una evidente injerencia en la propia sociedad española.

Por otra parte, en lo relativo a la proliferación y el uso potencial del armamento nuclear, durante 2016 la principal amenaza ha procedido de Corea del Norte que ha acelerado su programa nuclear y ha intensificado las pruebas nucleares, de lanzamiento de misiles y de producción de materia nuclear, tal como plutonio y uranio enriquecido, habiendo adquirido  en este sentido el control del ciclo completo de producción. Sin embargo, los esfuerzos de modernización de los arsenales nucleares, y la constante voluntad de adquirir y producir armamento nuclear, es una tónica generalizada a nivel internacional. 

En cuanto a Irán, si bien la adopción del Plan de Acción Integral Conjunto a principios de 2016 ha limitado las dimensiones militares del programa nuclear de la República islámica, los recientes ensayos armamentísticas, así como las tensiones con el presidente estadounidense, Donald Trump, ponen en riesgo el futuro del acuerdo, y en duda las intenciones de Irán en esta materia. 

Riesgos y amenazas intrínsecas

Aunque el cambio climático no es considerado en el informe como un factor de riesgo por sí mismo, tal como está representado por diversas organizaciones internacionales, las emergencias y catástrofes derivadas de fenómenos naturales si están contempladas como “uno de los riesgos más importantes para la seguridad Nacional de España”, a pesar de que el país es considerado poco vulnerable a los desastres naturales  en el Informe sobre Riesgo Mundial 2016 (World Risk Report 2016). Las inundaciones, los terremotos, la actividad volcánica en las islas Canarias, y los incendios forestales, son las calamidades con más potencial destructor y desestabilizador en España.

Por último, en cuanto a la seguridad económica y financiera, todavía persiste la volatilidad de los mercados financieros internacionales, caracterizados asimismo por una fuerte interdependencia con respecto a los acontecimientos a nivel global.

Uno de los mayores retos en cuanto al sector exterior lo representa el déficit de la balanza comercial en cuanto que la dependencia energética de España que hace que la balanza comercial se incline hacia valores negativos.

En lo que tiene que ver con la situación económica del país, España destaca por la consolidación de la recuperación, siendo la economía española la que más crecimiento ha experimentado entre todas las grandes economías avanzadas, con 3,2% en 2016, gracias especialmente a la demanda nacional, impulsado por la mejora del mercado laboral –reducción del paro hasta el 18,91%-, y de las condiciones de financiación y de la confianza de los consumidores. 

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