La guerra comercial y el descontrol de la deuda las grandes preocupaciones para la economía global

Atalayar/EFE

Pie de foto: La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, durante el Foro de París ‘Deuda sostenible para un crecimiento sostenible’ en el Ministerio de Economía de Bercy, en París, el martes 7 de mayo de 2019. AP PHOTO/FRANCOIS MORI

La directora ejecutiva del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, alertó en París sobre el repunte de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China que "claramente son la amenaza para la economía mundial".

"Teníamos la impresión de que esta amenaza se estaba alejando, que las relaciones mejoraban y que íbamos hacia un acuerdo", señaló Lagarde en París en alusión a los signos de fricciones de los últimos días entre Washington y Pekín.

"Esperemos que eso no ocurra -añadió-. Pero los rumores, los tuits y los comentarios no son muy favorables", añadió en declaraciones a la prensa durante su participación en una conferencia sobre el riesgo para la estabilidad financiera del creciente endeudamiento de los países en desarrollo. Para Lagarde, es "imperativo" que esas tensiones "se resuelvan de forma satisfactoria para todo el mundo".

El fuerte incremento de la deuda de muchos países de bajos ingresos, con nuevos acreedores poco transparentes como China, supone una amenaza para las crecientes necesidades de financiación del desarrollo y para la estabilidad global.

Se trata de dos mensajes inequívocos en un momento en que se constata una ralentización económica global, y repetidos en el Foro de París, que reunió a ministros y representantes de una cuarentena de países, de organizaciones internacionales, ONG y entidades financieras privadas para hablar de los retos de ese aumento del endeudamiento.

Lagarde, explicó que para cumplir los objetivos del desarrollo sostenible los países pobres necesitarán medio billón de dólares de aquí a 2030, lo que supone de media un 15% de su Producto Interior Bruto (PIB).

El "desafío" que representa para ellos captar todo ese dinero entraña el riesgo de una deuda que ya da signos de descontrol tanto por su volumen como por las condiciones -con mucha frecuencia opacas- que fijan los acreedores. Según Lagarde, actualmente un 43% de los países de bajos ingresos tienen un nivel peligroso de deuda, frente al 21% en 2013.

Se trata de contratos que, en caso de impagos, permiten al acreedor tomar el control de recursos naturales (en primer lugar, el petróleo) o infraestructuras críticas como puertos y aeropuertos.

Los países pobres muy endeudados que se beneficiaron en el pasado de operaciones de reestructuración del Club de París -organismo que reúne a los principales acreedores públicos- han visto aumentar su deuda pública del 45% de su PIB en 2007 al 72% en 2016.

Lagarde aplaudió el primer paso dado la semana pasada por el presidente chino, Xi Jinping, al comprometerse con mecanismos de transparencia y de sostenibilidad de la deuda en los proyectos de infraestructura que va a financiar en las llamadas Nuevas Rutas de la Seda.

El gran reto es que eso vaya seguido de efectos y que Pekín, además de otros países que están cobrando mayor importancia como prestamistas del desarrollo -como Turquía o Arabia Saudí-, se impliquen en el proceso de evaluación que ya tiene en marcha el FMI y el Banco Mundial (BM), y que se publicará en junio.

Lagarde reconoció que este ejercicio de mentalización se vería facilitado si se despejaran las tensiones comerciales que se han vuelto a avivar entre Estados Unidos y Pekín, países que no estuvieron representados en París por sus ministros.

Más en Economía y Empresas