La República Islámica de Irán a los 40 años de su establecimiento

Alex Erquicia

Pie de foto: El presidente Iraní, Hassan Rouhani, pronuncia un discurso durante una ceremonia en la que se celebra el 40 aniversario de la Revolución Islámica iraní frente a la Torre Azadi en la Plaza Azadi. Foto: Ebrahim seydi / Presidencia iraní / dpa -

La celebración del 40 aniversario de la culminación de la revolución iraní de Ruhollah Jomeini, estableciendo la Republica Islámica, tiene al gobierno en un estado de júbilo y celebración. El actual presidente iraní, Hassan Rohaní, ha aprovechado la celebración del aniversario para lanzar un mensaje desafiante a Estados Unidos, al afirmar que nadie le va a condicionar a Irán su programa de misiles. Rohani reacciona ante el golpe que significan las sanciones impuestas por Donald Trump para la vida diaria de los iraníes y las perspectivas del Gobierno. Irán sigue desafiando a los países de la región con un nuevo misil balístico y pretende pugnar con Arabia Saudí y otros países del Golfo por la hegemonía en la región. 

La revolución de 1979 se produjo en plena Guerra Fría y fue encabezado por fundador de la república, el ayatolá Jomeini que derrocó a la monarquía del sha Mohammad Reza Pahlavi, líder absoluto y aliado importante de Estados Unidos, abriendo una nueva era política y religiosa en Oriente Medio. 

Jomeini había regresado del exilio días antes, tras quince años fuera del país, y su vuelta marcaría el cambio de rumbo del país. Él lideraría al país durante los próximos diez años hasta su muerte con un mensaje antiimperialista y antioccidental. En definitiva, el papel de Irán en el mundo, y la realidad de una gran parte de la población iraní, desde hace cuarenta años está marcado por las idiosincrasias de la República Islámica y por el poder político del clérigo. Ese regodeo oficial que sucede estos días no se traduce de manera clara en una sociedad civil que se enfrenta a dificultades económicas y que, sobre todo los jóvenes, creen que viven bajo una tiranía clerical y claman por mayores libertades. 

El antiguo impero persa, que terminó con la revolución, siempre ha tenido una identidad propia dentro del mundo islámico. Así, Irán conserva su propio idioma y su singular etnia persa, que se diferencia del árabe. El islam chiita es la religión que prevalece en el país desde el siglo XVI y del que Irán es su principal representante. Con el poder en manos del líder religioso, el ayatolá controla todos los aspectos de la vida religiosa y política del país, le sirve para hacer las labores de déspota que antes había llegado a desarrollar el sha. 

Pie de foto: Estudiantes ondean banderas iraníes durante una ceremonia que celebra el 40 aniversario de la Revolución Islámica, en Azadi, o Plaza de la Libertad, en Teherán, Irán. AP Photo/Vahid Salemi

Desde 1979, el país, la única república teocrática en el mundo, se ha definido por un sistema de gobierno representado en la ideología deVelayat-e-faqihque desarrolló Jomeini el cual dejaba el poder en manos de los juristas musulmanes que se adherían a la ley musulmana tradicional, la sharia. "El texto redactado por la Asamblea de Expertos para la nueva Constitución iraní creó para Jomeini el poderoso cargo de Líder Supremo, que, al mando del Ejército y de los servicios de seguridad, nombra también a importantes cargos del Gobierno y de la judicatura. Pero cada cuatro años, según esa misma Constitución, se elegiría un presidente mucho menos poderoso. Y a otro organismo teocrático, el Consejo de Guardianes, se le otorgó capacidad de veto sobre los candidatos a presidente, a diputado y a miembro del organismo que elige al Líder Supremo (la Asamblea de Expertos), así como sobre las leyes que aprobará el Parlamento", escribía Ramin Jahanbegloo. Por tanto la Constitución concede el grueso del poder al guía (o líder) supremo, que actualmente es el ayatolá Alí Jamenei, designado de forma vitalicia cuando relevó al fallecido ayatolá Jomeini en 1989. 

Desde la deposición del sha Mohammad Reza, terminando con la dinastía Pahlavi que reinó durante más de 50 años, los eventos que se han sucedido en el país, muchos de ellos de escala mundial, han forjado la idiosincrasia de Irán. El primer gran evento se produjo en noviembre de 1979 en la conocida como crisis de los rehenes, cuando estudiantes iraníes tomaron la Embajada de Estados Unidos en Terán y tomaron a 52 personas como rehenes durante 444 días. El secuestro oficializó la ruptura entre ambos países y supuso por primera vez la introducción de sanciones económicas por parte de EE UU hacia Irán. Hoy en día las sanciones económicas aplicadas golpean a Irán sin cesar. En septiembre de 1980 el vecino Iraq (también de mayoría chií pero con la minoría suní en el poder) invade Irán comenzando una guerra que duraría ocho años y sin un ganador claro (pese al apoyo estadounidense a Irak). Las consecuencias, y frustraciones, de este conflicto aún se sienten y evidencian la rivalidad legendaria entre árabes (Irak) y persas (Irán). 

La otra gran cuestión que ocupa gran parte de la política en Irán y que hace que el país sea percibido como una amenaza, y el motivo principal de las discrepancias por parte de EE UU, es su programa nuclear y los objetivos que con él persiguen. En el año 2003 Irán suspendió el programa de enriquecimiento de uranio y dio acceso al Organismo Internacional para la Agencia Atómica a sus instalaciones. Los inspectores concluyeron que “no hay evidencias” de que Teherán esté intentando construir una arma atómica. Esto llevó a que en 2015 se firmara el histórico acuerdo nuclear con Estados Unidos, Francia, China, Rusia, Alemania y Reino Unido y que supuso el levantamiento de sanciones internacionales al país. Pese a que EE UU abandonara el acuerdo en 2018 este sigue en pie con los demás firmantes. A pesar de ello Irán defiende que continúe el desarrollo de su arsenal armamentístico como demuestran las continuas muestras de fuerza

Uno de los desafíos más importantes para el país es el demográfico. Irán es el segundo país con mayor población de Oriente Medio después de Egipto. Con alrededor de 81 millones de personas, Irán ha visto su población más que duplicarse desde 1979 cuando había 36 millones de personas viviendo en el país. Hoy está entre los veinte países más poblados del mundo y según un estudio realizado en 2013 por las Naciones Unidas y la Universidad de Teherán, un tercio de la población de Irán tiene entre 15 y 29 años. 

Pie de foto: Una mujer iraní se sienta en el puesto de una ametralladora antiaérea en Teherán. AP Photo/Michel Lipchitz

La presión social ha logrado avances pero a gran escala las peticiones de reforma y de cambio son ninguneadas por el poder como quedó demostrado con la llamada Revolución Verde en 2009 cuando cientos de miles de ciudadanos protestaron contra lo que consideraron fue una manipulación de los resultados electorales de junio de ese año. Para limitar esas protestas las autoridades iraníes  llegaron a bloquear redes sociales como Instagram o la aplicación de mensajería Telegram con el fin de “mantener la paz”, una práctica que se repite con asiduidad. La Guardia Revolucionaria encabezó una ofensiva contra los manifestantes en 2009 que aplacó las protestas. En 2017 se produjo una nueva ola de manifestaciones antigubernamentales con cientos de personas levantándose en las calles contra las difíciles condiciones económicas del país. La sociedad es parte de un mundo conectado al internet y en el que las fronteras culturales son cada vez menores y son conscientes de que el régimen tiene un poder absoluto.  Prueba de ello fue en 2014 la detención a seis jóvenes por grabar y publicar en YouTube una versión de la canción 'Happy'. Mientras, la policía moral detiene a mujeres por no obedecer el código de vestimenta que obliga a las mujeres a llevar el hijab.

Moderados y reformistas piden más libertades. Creen que las promesas revolucionarias de mayor libertades no se han traducido en mayores derechos humanos pese a que el ayatolá Jomeini dijo en 1979 que en el país habría libertad de expresión. Hoy en día cientos de iraníes están en prisión por expresarse en las calles. El inmovilismo político parece que tiene fecha de caducidad. El choque entre moderados y conservadores, con sus respectivas y diferentes visiones del país, se verá cuando haya que reemplazar al ayatolá Alí Jamenei en los próximos años, lo que abrirá una transición. Las transformaciones sociales que se vienen produciendo continuarán y aunque los avances tecnológicos en Irán se sigan produciendo, como sus alegaciones de haber lanzado satélite al espacio, su verdadero desafío es en las fronteras que marcan su territorio. 

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