Libia consigue un nuevo Gobierno de Unión Nacional

Paco Soto

Pie de foto: Una sesión en el Parlamento de Tobrouk reconocido internacionalmente.

Libia tiene un Gobierno de Unión Nacional desde el pasado 14 de febrero que tendrá que ser aprobado por el Parlamento de Tobrouk, la única Cámara del país norteafricano reconocida por la comunidad internacional. El anunció lo hizo el portavoz del Consejo Presidencial libio apoyado por la ONU, Fathi al-Mejebri. “Esperamos que esto sea el principio del fin del conflicto en Libia”, dijo Al-Mejebri. El nuevo Ejecutivo es fruto de las negociaciones entre diversas facciones exigidas por la comunidad internacional, que se celebraron en la ciudad marroquí de Shkirat. El Consejo Presidencial es un órgano institucional formado por nueve miembros que representan a diversas corrientes ideológicas y políticas, y está dirigido por Fayez al-Sarraj, un hombre de negocios que podría ser el nuevo primer ministro del país, según señala el acuerdo apoyado por Naciones Unidas. El derrocamiento y muerte del dictador Muamar Gadafi, en octubre de 2011, no trajo la paz y la democracia a Libia. La ‘cruzada democratizadora’ de Occidente en Libia, capitaneada por Francia y Reino Unido, acabó con Gadafi pero convirtió a Libia en un caos.

Más de cuatro años después de la caída del tirano, que en los últimos años de su vida fue mimado y apoyado por Estados Unidos y muchos países europeos, Libia es un Estado fallido, un país dividido étnica y territorialmente y hundido en la violencia. Libia, como Estado-nación, ha desaparecido, pero existen dos Gobiernos y dos Parlamentos, el oficial de Tobrouk, que tiene apoyo internacional, y los rebeldes de Trípoli, dominados por las milicias de Fajr Libia. Las dos fuerzas se disputan el poder, mientras que la industria petrolera, la gran riqueza de Libia, está en manos de multinacionales occidentales. Centenares de milicias armadas hasta los dientes y enfrentadas entre ellas intentan imponer su ley, y el progresivo desmoronamiento de Libia ha facilitado la expansión en su territorio de Daesh y otros grupos terroristas como Ansar al Sharia. La ciudad de Bengasi está controlado por grupos islamistas y Misrata es leal a las autoridades de Trípoli enfrentadas a las de Tobrouk. Miles de libios se enfrentan a diario a los robos, los saqueos y los asesinatos de grupos de fanáticos con ideas políticas o a simples delincuentes. 

¿Un acuerdo viable?

En este contexto tan sumamente delicado, cabe preguntarse si el acuerdo alcanzado en Marruecos tiene viabilidad o será un nuevo brindis al sol. La ONU ha hecho todo lo posible por alcanzar un acuerdo sólido y duradero, y durante tiempo este fue el objetivo de su emisario, el español Bernardino León. Pero las contradicciones, divergencias e intereses opuestos entre las distintas facciones son muy grandes, y algunos analistas creen que, hoy por hoy, son insalvables. Tanto es así que dos miembros del Consejo Presidencial no quisieron firmar el documento anunciando la formación de un nuevo ejecutivo de unidad, según fuentes periodísticas. Ambos miembros denunciaron la falta de transparencia en el nombramiento de los ministros. El Parlamento de Tobrouk, que tiene que ratificar o no el Gobierno, ya rechazó el pasado 25 de enero la formación de un gabinete de unión nacional propuesto por el Consejo Presidencial. Según la AFP, el nuevo Gobierno propuesto cuenta con 18 miembros, de los cuales cinco son ministros de Estado. Fuentes del Consejo Presidencial informaron de que el ministro de Defensa será el coronel Mahdi al-Barghati. Este ministerio ha generado muchas polémicas en el proceso de negociación.  El ejecutivo propuesto en enero contaba con 32 ministros. El Parlamento de Tobrouk lo rechazó porque consideró que el número de miembros era demasiado elevado. 

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