Libia no consigue levantar cabeza tres años después de la muerte de Gadafi

Por Mohamed Sahli
Foto: Un grupo de milicianos armados en Trípoli.
 
Hace tres años, el 20 de octubre de 2011, el dictador libio Muamar Gadafi fue detenido por unos milicianos contrarios a su régimen y ejecutado sin juicio previo. Se sigue sin saber quién fue el autor intelectual de este asesinato. ¿Los servicios secretos franceses? ¿Los británicos? ¿Los estadounidenses? ¿Fue el acto de un exaltado? Algún día se sabrá. De momento, sólo hay especulaciones para todos los gustos. Pero  no hay duda de que tres años después de la caída del régimen de Gadafi, Libia no consigue levantar cabeza. Este país norteafricano rico en hidrocarburos es prisionero del caos político y social, las pugnas tribales, las tensiones territoriales y la violencia yihadista, islamista y anti-islamista. La seguridad es prácticamente inexistente en un país donde los ajustes de cuenta entre milicias rivales son moneda corriente. Francia es partidario de intervenir militarmente en Libia para acabar con la inestabilidad. España, que se juega mucho en Libia desde el punto de vista económico, rechaza la solución militar francesa y  apuesta por una solución negociada y política  entre las partes en conflicto. Es la postura oficial de la ONU y en esta línea trabaja el  español Bernardino León, enviado especial de Naciones Unidas para Libia. Estados Unidos, desde lejos, observa la situación y adoptará una postura pragmática que coincida con sus intereses geopolíticos. Muchos libios y extranjeros que vivían en Libia han abandonado el país. Los que se han quedado, se las apañan como pueden para sobrevivir. Libia vive actualmente con dos gobiernos rivales. El primero, fruto de las últimas elecciones generales, está en la ciudad de Tobrouk (este del país) desde que Trípoli cayó en manos de las milicias salafistas de Misrata, y es el único que tiene reconocimiento internacional. Los gobernantes paralelos tienen a su disposición el Congreso General Nacional (CGN), antiguo Parlamento dominado por los islamistas. 
 
Parlamento legal
El pasado 4 de agosto, arrancó en la ciudad de Tobrouk la primera sesión oficial del Parlamento libio, elegido el pasado 25 de junio, para recibir el relevo del antiguo CGN. Bernardino León dejó claro que para la ONU la Cámara de Tobrouk es el “único órgano legal del país”. La violencia en la ciudad oriental de Bengasi -segunda urbe del país- es cotidiana. Los últimos enfrentamientos armados entre grupos salafistas y las tropas del general rebelde Khalifa Hafter  causaron al menos 75 muertos. La ofensiva lanzada por este militar que se sublevó el pasado mes de mayo para acabar con la violencia salafista tiene el apoyo de las autoridades oficiales. Muchos civiles y algunos militares del Ejército regular han tomado las armas para combatir con los soldados de Hafter contra las milicias salafistas de Ansar al Sharia y otros grupos extremistas que se han atrincherado en Bengasi. El Parlamento de Tobrouk anunció oficialmente su alianza con el general Hafter y su apoyo a la denominada ‘Operación Dignidad’ que impulsó este militar en mayo. “La ‘Operación Dignidad’ es una operación del Ejército libio”, afirmó el portavoz de la Cámara, Farradj Hachem. Los salafistas y los islamistas consideran que el general Hafter, que tiene el apoyo de Estados Unidos, es un nostálgico del régimen de Gadafi, porque en 1969 ayudó al difunto dictador a tomar el poder, aunque luego se enemistó con él en los años 80. 
 
Recuperar Trípoli
Las autoridades reconocidas internacionalmente lanzaron hace varias semanas una contraofensiva para recuperar Trípoli y Bengasi y seguirán golpeando a los grupos armados salafistas hasta que lo consigan, según aseguró el primer ministro, Abdallah al-Theni. “Todas las fuerzas militares están bajo  mando del Ejército para liberar  pronto Trípoli y Bengazi”, recalcó Al-Theni.  Después de varias semanas de combates muy duros, Fajr Libya, una coalición heteróclita de milicias islamistas de la ciudad de Misrata, logró expulsar de Trípoli a las milicias pro-gubernamentales de Zintan. En esta ciudad y en la región, los anti-salafistas llevan más de una semana de combates en varios frentes, sobre todo en lugares montañosas del oeste de Libia, con un solo objetivo: recuperar la capital del país. El Gobierno y el Parlamento legales no pueden seguir eternamente en Tobrouk por una cuestión política e institucional pero también de imagen. El hijo más político de Gadafi, Seif el Islam, está procesado por un tribunal de Zintan por atentar contra la seguridad nacional. Su juicio fue retrasado hasta el 2 de noviembre por culpa de la inestabilidad y el caos que han invadido el país, pero no está claro que pueda celebrarse ese día. La Corte Penal Internacional (CPI) pidió a las autoridades libias que el juicio se celebre fuera del país porque la Justicia local no ofrece suficientes garantías legales.  Así las cosas, el primer ministro Al-Theni y su Gobierno piensan viajar a Rusia a finales de octubre, según informó la agencia de noticias rusa ‘RIA Novosti’. Rusia es el principal aliado militar de Libia y Moscú ayuda al país norteafricano a reorganizar sus fuerzas armadas, y también podría participar en la modernización de las envejecidas infraestructuras. “El 80% de nuestras armas provienen de Rusia”, y es por eso que “privilegiamos el desarrollo de nuestras relaciones con Moscú”, explicó el jefe del Gobierno libio. 
 
Turquía, solidaria 
Por otra parte, Turquía permitirá que soldados kurdos iraquíes -conocidos como peshmerga- puedan acceder a Kobane, ciudad siria de mayoría kurda que fue asediada por el Estado Islámico (EI) hace un mes,  desde suelo turco, según  publicó el medio kurdo 'Rudaw', usando fuentes anónimas “bien situadas”. Este medio, próximo al presidente del Gobierno Regional Kurdo de Irak Masud Barzani, explicó que este cambio de parecer turco es fruto de negociaciones entre las autoridades de Erbil - capital kurda iraquí -, el Partido de la Unión Democrática (PYD) - principal grupo kurdo sirio - de Salih Muslim y mandos de las milicias YPG. El ministro de los peshmerga, Mustafá Sayid Qader, actuó de coordinador.  Muslim y Barzani, quienes han mantenido hasta hace poco profundas divergencias políticas, se reunieron la semana pasada  en la ciudad kurda iraquí de Duhok para tratar diferentes asuntos regionales. La decisión de Ankara podría dar una mejor imagen de Turquía, porque este país, que durante mucho años combatió a los kurdos del PKK en territorio turco, fue acusado de inacción frente al asedio yihadista de Kobane. Estados Unidos se niega a enviar tropas terrestres a Siria, pero esta semana decidió apoyar a los combatientes kurdos de Kobane lanzando desde aviones armas y material médico. En otro orden de cosas, según la agencia tunecina TAP, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, mostró su disposición a colaborar con Túnez en materia  antiterrorista y diplomática. Así se lo transmitió al ministro tunecino de Asuntos Exteriores, Mongi Hamdi, que visitó Ankara esta semana. Turquía ofrecerá apoyo logístico a las Fuerzas Armadas y a la Policía tunecinas para que mejoren su lucha contra el terrorismo de los grupos yihadistas que actúan en el país norteafricano. Además, Erdogan expresó su apoyo al proceso de transición democrática en Túnez y su disposición a contribuir a la construcción de la sede de la Academia Diplomática de Túnez.
 

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