Los combates entre milicias armadas por el control del aeropuerto de Trípoli se recrudecen

Por Mohamed Sahli
Foto: La violencia armada en el aeropuerto internacional de Trípoli podría arrastrar a Libia hacia la guerra civil. 
 
El aeropuerto internacional de Trípoli es desde hace más de una semana el escenario de violentos combates entre milicias armadas de Misrata y de Zintan que han causado la muerte de al menos 50 personas, además de numerosos heridos y cuantiosos daños materiales. Los grupos armados enfrentados son pro-islamistas y anti-islamistas. Los dramáticos acontecimientos del aeropuerto tripolitano podrían arrastrar a Libia hacia una guerra civil. El Gobierno es incapaz de restablecer el orden y ha pedido ayuda a la ONU para que envíe al país norteafricano fuerzas de seguridad que asesoren a la Policía y al Ejército libios en el control de instalaciones estratégicas como aeropuertos y plantas petrolíferas. Uno de los responsables de la seguridad  del aeropuerto de Trípoli, Al-Jilani al-Dahech, explicó a la AFP que el recinto aéreo había sido atacado violentamente por grupos armados que utilizaron carros de combate, obuses de mortero y roquetas. El conflicto empezó el pasado 13 de julio, cuando grupos yihadistas y milicias de la ciudad de Misrata (200 kilómetros al este de Trípoli) sellaron un acuerdo para atacar a las brigadas armadas de Zintan (170 kilómetros del suroeste de Trípoli), que controlaban el aeropuerto desde 2011. La mayoría de las víctimas son civiles del barrio de Qasr Ben Ghachir, que está muy cerca del aeropuerto. Estos combates tienen lugar en un contexto político donde los conflictos entre islamistas y liberales y las pugnas regionales socavan la estabilidad de Libia y debilitan las instituciones. Mientras una ciudad como Misrata apoya a las  milicias islamistas, Zintan se opone y Trípoli hace lo que puede para controlar la situación. La ONU se vio en la obligación de evacuar a su personal en Libia y la delegación de la Unión Europea (UE) en este país no oculta su preocupación por las consecuencias que podría provocar un “conflicto prolongado”. El pasado mes de mayo, el general disidente Khalifa Hafter se sublevó con sus tropas en Bengasi (este del país) para acabar con los grupos yihadistas. Bengazi es hoy un escenario de enfrentamientos cotidianos entre grupos yihadistas y militares afines a Hafter. Las elecciones legislativas del pasado 25 de junio no acabaron con la debilidad política, las divisiones y la violencia armada. Las autoridades intentaron este lunes comunicar los datos oficiales de los comicios generales, y se espera que este jueves se reúnan los partidos más representativos para ver si pueden constituir el nuevo Parlamento. Muchos observadores políticos creen que será imposible. 
 
Numerosos muertos
La semana pasada, una diputada liberal, Fareha al-Barqawi, fue asesinada en Derna, un bastión yihadista en el este de Libia. En lo que va de año, han muerto cerca de 500 personas en Libia por culpa de la violencia armada y miles de libios han optado por abandonar el país e intentar llegar a Europa a través de Italia. Los Estados más cercanos a Libia, Argelia, Túnez y Egipto, temen el efecto contagio e intentan controlar sus fronteras con el país norteafricano. Son fronteras que cruzan sin demasiados problemas los contrabandistas y los traficantes de arnas y de seres humanos, y también lo hacen los terroristas. Argelia,  Túnez y Egipto ya tienen muchos problemas con el terrorismo yihadista y no quieren un empeoramiento de la situación por culpa del conflicto libio. Los jefes de las diplomacias de los países vecinos a Libia se reunieron hace unos días en Túnez para coordinar acciones de  control de las fronteras y de los grupos yihadistas, y Estados Unidos vigila lo que ocurre en territorio libio desde una base militar que tiene en Sicilia. Argelia coordina la parte más técnica del acuerdo de países vecinos a Libia y Egipto se encarga de la faceta política del conflicto. Mientras tanto,  multinacionales tan importantes como Repsol, Total y Eni esperan volver a hacer negocios en el sector de los hidrocarburos como antes de que estallara el conflicto armado. Además, se han alzado algunas voces, como la del ministro de Asuntos Exteriores, Mohamed Abdelaziz, que plantean el restablecimiento de la monarquía de los Senussi, que fue derrocada por el golpe de Estado de Muamar Gadafi en 1969. El rey Idriss al-Senussi murió a los 94 años en el exilio en Egipto, pero sus descendientes aún viven en el Reino Unido.
 
Lucha antiterrorista
Por otra parte, en Túnez, donde la semana pasada murieron  15 militares en un ataque terrorista en el monte Chaâmbi, cerca de la frontera con Argelia, las autoridades decidieron reclutar a más agentes de seguridad y soldados para combatir a los grupos armados. En este sentido, 500 gendarmes y 3.250 militares se incorporarán a la lucha antiterrorista. La célula de crisis creada por el primer ministro del país, Mehdi Jomaâ, y  ministerios como los de Defensa, Interior, Justicia, Exteriores y Asuntos Religiosos, según informó la agencia TAP, se plantea prohibir  las asociaciones que estén relacionadas o apoyen a grupos yihadistas, así como las radios y cadenas de televisión “no autorizadas” y que simpaticen con los postulados ideológicos del salafismo combatiente. Así las cosas, “Túnez dispone de competencias en el terreno de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) capaces de proteger el espacio cibernético del país contra la cibercriminalidad, el terrorismo y la violencia”, según declaró el  ministro de Enseñanza Superior, Taufik Jelassi.
 

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