Los lobbies condicionan la actividad de los partidos tunecinos y debilitan el Gobierno

Paco Soto

Pie de foto: El presidente tunecino, Beji Caïd Essebsi, en el mausoleo de Sidi Belhassen, en la capital del país, el 10 de diciembre de 2014/Hichem.

La transición democrática en Túnez no ha acabado con el poder de los lobbies económicos, financieros o deportivos que dan vida y apoyo a los principales partidos políticos, pero también condicionan su actividad, limitan su libertad y diseñan en muchos casos sus líneas políticas. También pueden debilitar el Gobierno del tecnócrata Youssef Chahed. En este aspecto, Túnez se parece a las viejas democracias occidentales, donde el poder de los grupos de presión es fundamental en la vida política y económica.

En 2014, el presidente de la República y líder del partido conservador y laico Nida Tounes, Beji Caïd Essebsi, que en este momento aspiraba a ser jefe del Estado, basó su campaña electoral en dos actividades esenciales desde el punto de vista simbólico y sentimental para millones de tunecinos: visitó el mausoleo de Habib Bourguiba, fundador del Túnez independiente y déspota ilustrado, en Monastir, y visitó el santo patrón de Túnez, en Sidi Belhassen.

Fue su manera de demostrar que representaba un cambio democrático en el país pero dentro del orden y la tradición política de El Destour –partido independentista fundado en 1920- y de Bourguiba y de la cultura de las cofradías religiosas. Essebsi, político y abogado nacido en 1929, cuenta con el apoyo de poderosos grupos de presión que harán todo lo posible para que su partido gane las elecciones municipales de 2018 y las legislativas y presidenciales de 2019. No basta con que un partido tenga dinero, también tiene que tener fuertes vínculos políticos, sociales, económicos y en algunos casos religiosos con lobbies que vigilan de cerca la vida pública tunecina.

Potentes redes regionales

Estos partidos, como Nida Tounes y otras fuerzas de diversas ideologías, han sabido tejer una potente red en todo el país, especialmente en cada región, como señala al semanario ‘Jeune Afrique’ el analista Hassen Zargouni, propietario de la empresa Sigma Conseil. Desde los tiempos de Bourguiba, los políticos dan mucha importancia a las regiones, donde han sabido rodearse de caciques locales y construir redes de poder. Figuras públicas como el hombre de negocios Kamel Eltaïef, Ali Larayedh o Houcine Jaziri han desempeñado un papel clave en estas redes. Hay otros como el economista y exministro Mansour Moalla, el diputado Houcine Jaziri, Chafik Jarraya o el religioso Habib Ellouze.

Pie de foto: Jugadores de la selección de Túnez celebran el primer gol del equipo frente a la selección rival, durante un partido amistoso.

Estas redes regionales de influencia, y también los grandes clubs deportivos de la capital, Sfax o Sousse, son una base fundamental para los partidos del sistema, ya sean éstos laicos o islamistas. También tienen su influencia en la poderosa central sindical Unión General Tunecina del Trabajo (UGTT), que tiene en este momento un fuerte apoyo del partido socialdemócrata Ettakatol, y sobre todo de dirigentes de la capital como Khalil Zaouia, Mustafá Ben Jaafar y Mourad Ben Mahmoud.

Deporte y política

En Túnez, como ocurre en otros países, la vinculación del deporte a la política es muy fuerte. Hay partidos que reciben dinero de clubs de fútbol y otras entidades deportivas, y tienen en cuenta las opiniones de los directivos a la hora de elaborar sus estrategias políticas. En este contexto un tanto nauseabundo, la sombra de la corrupción está siempre presente.  Salaheddine Zahaf, por ejemplo, exdueño del Club Deportivo de Sfax (CSS), fue elegido como parlamentario. También lo es Moncef Sellami, empresario que tiene muchos seguidores entre los forofos del CSS, y es diputado en la Asamblea de Representantes del Pueblo (ARP, Parlamento). O bien Ridha Charfeddine, presidente hasta el mes de noviembre de este año de la Estrella Deportiva del Sahel (ESS) y ahora se dedica a la política.

“La red de forofos es más potente” que la militancia de los partidos, señala un observador local. Slim Riahi, presidente del partido Unión Patriótica Libre (UPL), no tenía ni idea de política, pero su partido logró 16 escaños en la ARP. ¿Cómo lo consiguió? Movilizando los seguidores del Club Africano, uno de los más importantes de la capital del país y duro competidor de la Esperanza Deportiva de Túnez (EST). Uno de los mandamases de la EST es nada más y nada menos que Hafedh Caïd Essebsi, director ejecutivo de Nida Tounes e hijo del presidente del país. La lista es interminable.

Redes, grupos de presión, dinero negro, corrupción, compra de voluntades, transformación de la política es un espectáculo de segundo nivel, mentiras, demagogia, mediocridad intelectual de muchos cargos electos... Este es el panorama que domina el mundo de la política, que en muchos casos va de la mano de la economía poco transparente y el deporte. El cambio democrático de 2011 no consiguió debilitar los lobbies que actúan al borde de la ley. Grandes figuras de la patronal participaron activamente en la formación de Nida Tounes, un partido heterogéneo que agrupa en su seno a conservadores laicos, miembros del régimen anterior, empresarios y vividores de la política, pero también sindicalistas, militantes de izquierda moderada, feministas y activistas de diversos ámbitos.

Pie de foto: Yassine Brahim, presidente del partido Afek Tounes. 

El empresario Nacer Chakroun, dsueño de GlobalNet, apoyó en 2011 al opositor de izquierda y defensor de los derechos humanos Moncef Marzouki, fundador del partido Congreso por la República (CPR) y presidente de la República en la etapa democrática. Por su parte, el hombre de negocios Farid Abbes apoyó al líder de izquierda Hamma Hammami, dirigente del izquierdista Frente Popular. La patronal prefirió en muchos casos el partido de Essebsi o la formación liberal Afek Tounes.

Ley de reconciliación económica

Tienen tanto peso en la política los hombres de negocios que el presidente Essebsi se vio en la obligación de aprobar una ley de reconciliación económica que puso fin a la acción judicial contra la corrupción. Han salido ganando muchos empresarios y personajes turbios del mundo de los negocios de la época de la dictadura. Nida Tounes ha sido el partido que les ha abierto las puertas de par en par a los corruptos y los antiguos partidarios de Zine El Abidine Ben Ali, muchos de ellos miembros del partido RCD, como Ilyadh Ouederni, exdirector de Gabinete del dictador tunecino. “La mugre está en todas partes, no te puedes fiar de nadie, se ha creado una nueva oligarquía política y económica, pero esta vez actúa en un contexto democrático”, lamenta un comentarista de una emisora de radio. 

Los tránsfugas también se cuentan por decenas. Han abandonado partidos que estaban de capa caída para ingresar en fuerzas con futuro. El primer ministro, el tecnócrata y centrista Youssef Chahed, cuenta con varios tránsfugas en su Gobierno, como Mehdi Ben Gharbia y Iyed Dahmani, y tiene muy buenos amigos en el mundo de la empresa como Kouraïch Ben Salem, de la Asociación Nour, mientras que Afek Tounes se apoya sobre las redes de la Asociación de Tunecinos de Grandes Escuelas (ATUGE).

Como dice al semanario ‘Jeune Afrique’ el dirigente socialdemócrata de Ettakatol Mohamed Bennour: “Túnez está regulado por los lobbies. Son ellos los que hacen las elecciones”. En este contexto, la crisis que vive Afek Tounes -el partido de Yassine Brahim-, que quiere abandonar el Gabinete de Youssef Chahed y romper el acuerdo de Cartago –hoja de ruta gubernamental-, debilita institucionalmente el país. Fundado en 2011, Afek Tounes, de tendencia liberal, vive graves divergencias internas. No todos sus dirigentes quieren irse del Gobierno. El desacuerdo con el Ejecutivo gira en torno a la Ley de Finanzas 2018 adoptada por la ARP el pasado 10 de diciembre. Seis días después, el Consejo Nacional de Afek Tounes anunció que abandonaba el Gobierno. El partido, con ocho diputados, tenía dos ministros y dos secretarios de Estado en el Gabinete.

Crisis gubernamental

La nueva Ley de Finanzas 2018 no convence al sector más liberal y derechista del partido, pero la decisión tomada por la dirección tampoco ha gustado a todos los dirigentes, militantes y cargos públicos, que lo han expresado en un comunicado. Acusan al presidente Yassine Brahim de presionar la dirección y la militancia y de no ser leal con sus socios de Gobierno. Evidentemente, la salida de Afek Tounes debilita a Chahed, pero fortalece a partidos que gobiernan; es el caso de Nida Tounes, la UPL y los islamistas de Ennahda. Esta troika podría colocar a Youssef Chahed en una situación muy delicada e incluso obligarlo a remodelar el Gabinete o dimitir. En otro orden de cosas, el bloguero islamista extremista Yassine Ayari consiguió ser elegido diputado en el Parlamento por la circunscripción de Alemania.

Esta elección preocupa a muchos partidos y observadores de la vida políticas del país, que no entienden que un personaje tan antidemocrático y opuesto a la actual evolución de Túnez haya tenido votos suficientes para ser parlamentario en unos comicios parciales que se llevaron a cabo los días 15, 16 y 17 de diciembre por la circunscripción de Alemania. Ayari, ingeniero informático de profesión, no oculta su simpatía por los terroristas de Daesh y utiliza la bandera de este grupo yihadista en las redes sociales. El extremista consiguió más votos (263) que Nida Tounes (246). De todos modos, el gran vencedor electoral fue la abstención. De los 26.438 tunecinos inscritos en las listas electorales de Alemania, solo fueron a votar 1.325. 

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