Los presos salafistas critican a Mohamed VI por haber sido excluidos del indulto real

Paco Soto

 

 

Pie de foto : Abderrahim Ghazali, portavoz del Comité Mixto por la Defensa de Detenidos Islamistas/AFP.

Marruecos está cambiando políticamente. Por mucho que algunos se empeñen en difundir en España y Europa una visión distorsionada del país, la evolución política es real, a pesar de las enormes resistencias del majzén, el anquilosamiento de los partidos, la prepotencia policial y de muchos cargos públicos y las violaciones de los derechos humanos. Marruecos no vive en la época de los ‘años de plomo’, cuando hace varias décadas el Rey Hasan II, fiel aliado de Estados Unidos y Francia, dirigió el país con mano de hierro y reprimió a los opositores y la población descontenta sin contemplaciones. Poco a poco y con altos y bajos, la democratización de Marruecos avanza. Tanto es así que la figura del monarca ya no es sagrada sino inviolable, como indica la Constitución y ocurre en monarquías parlamentarias europeas como la española. Las críticas a la institución monárquica se oyen y se leen en algunos medios. Tienen que hacerse con prudencia, para evitar problemas con la Justicia, pero hacen parte de la nueva realidad social y política del Marruecos de 2017. Abderrahim Ghazali, portavoz del Comité Mixto por la Defensa de Detenidos Islamistas, un colectivo integrado por activistas salafistas y familiares de reos, criticó abiertamente que Mohamed VI no hubiera indultado a ninguno de sus compañeros encarcelados con motivo de la Fiesta del Trono.

Un total de 1.178 detenidos fueron indultados por el monarca. Entre estas personas se encuentran varios presos de la organización juvenil del islamista y gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), que fueron condenados a un año de cárcel por apología del terrorismo. En una entrevista periodística con el portal ‘yabiladi.com’, Ghazali denunció la “exclusión” y “marginalización” que sufren los detenidos salafistas en las prisiones de Marruecos. Muchos de ellos están recluidos por delitos de terrorismo. Según Ghazali, los familiares y personas cercanas a los salafistas encarcelados expresan su “cólera”, “enfado” y “decepción” por la decisión del jefe del Estado. Ghazali aseguró que “el Estado marroquí adopta un doble discurso” en materia penal. Y en esta estrategia, los salafistas presos sufren una “discriminación”, porque son muy críticos con la monarquía y no tienen los intermediarios adecuados para negociar con el Estado. “No constatamos signos positivos en un futuro próximo”, lamentó el portavoz del colectivo defensor de los salafistas encarcelados. Advirtió, sin embargo, que “no bajaremos los brazos”, porque “no pedimos lo imposible”.

Pie de foto: La Oficina Ejecutiva de la AMDH reunida esta semana en rueda de prensa en Rabat/Alyaoum 24.

“Frustraciones y decepciones”

Por otra parte, la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), el colectivo más importante del país en la materia que fue fundado por militantes de la antigua extrema izquierda de orientación marxista leninista, expresó sus “frustraciones” y “decepciones” sobre la evolución de los derechos humanos y las libertades en el país magrebí. En una rueda de prensa celebrada en Rabat esta semana, la Oficina Ejecutiva de la AMDH, organización que goza de prestigio en Marruecos y el extranjero, elaboró un panorama sombrío en materia de derechos humanos. La cúpula de la AMDH fue muy dura con la situación que se vive en el Rif, donde decenas de personas han sido detenidas y encarceladas por participar en protestas callejeras en Alhucemas y otras poblaciones. Aseguró la AMDH que Marruecos atraviesa “un gran retroceso en el frente de los derechos del hombre adquiridos”, y denunció la existencia de la tortura en dependencias policiales y las limitaciones a la libertad de expresión. En este contexto, la AMDH indicó que 124 personas que se manifestaron pacíficamente fueron arrestadas por sus ideas y opiniones políticas y sufrieron “prácticas humillantes y degradantes”. En la misma línea, la AMDH manifestó su oposición a las “violaciones y abusos” cometidos contra mujeres, niños, periodistas, estudiantes e inmigrantes, así como los atentados a la libertad de culto. Sobre la cuestión religiosa, según el colectivo defensor de los derechos humanos, la política del Estado solo busca “normalizar la ideología y la doctrina únicas”.

Pie de foto: El Rey Mohamed VI en un acto institucional con motivo de la Fiesta del Trono.

Apoyo al Rey

En otro orden de cosas, algunos políticos marroquíes se atrevieron finalmente a valorar en términos positivos el discurso que Mohamed VI pronunció para celebrar la Fiesta del Trono. El monarca cargó las tintas contra la Administración pública, porque, según él, no es un instrumento eficaz al servicio del desarrollo social y económico de Marruecos, y los partidos políticos, porque consideró que ni asumen sus responsabilidades ni están a la altura de los retos que se ha marcado el país, y suelen esconderse detrás de la institución monárquica cuando las cosas van mal. Aziz Akhannouch, ministro de Agricultura y Pesca Marítima y presidente del gobernante y centrista Reagrupamiento Nacional Independiente (RNI), en declaraciones al portal ‘le site.info’, calificó el discurso del soberano de “fuerte y con mensajes claros y directos”, y reconoció que los políticos “tenemos que acercarnos a los ciudadanos y escuchar sus necesidades”. “Las necesidades sociales expresadas en Alhucemas existen también en otras regiones de Marruecos”, apuntó el jefe del RNI. Por su parte, el primer secretario de la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP), Driss Lachgar, valoró positivamente las críticas del Rey, y consideró que “ha dicho que hay que hacer política en el sentido noble del término”. Desde que Mohamed VI llegó al Trono, en 1999, los analistas de la vida pública marroquí no recuerdan un discurso institucional tan duro y crítico con los responsables públicos y los dirigentes políticos. El politólogo y profesor universitario Mustafá Sehimi recalcó en el semanario ‘Maroc Hebdo’ que tras 18 años en  el poder, Mohamed VI quiso en su discurso marcar “otra etapa” y poner sobre la mesa “el fallo o al menos las insuficiencias de las políticas públicas”. 

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