Los yihadistas mantienen su ofensiva terrorista en el norte de Malí

Por Lorenzo Medina 
Foto: Un convoy militar francés en el norte de Malí. 
 
El Azawad o norte de Malí es un territorio convulso donde la violencia armada y el terrorismo campan a sus anchas desde hace años. Afortunadamente, los grupos armados árabes y tuaregs llevan meses negociando con las autoridades de Bamako un proceso de paz para el Azawad en Argel. Las negociaciones van por buen camino y quizá pronto se pueda llegar a un acuerdo político definitivo entre las partes enfrentadas. Sería una victoria política para Bamako y los grupos rebeldes del Azawad, pero también para Argelia y organismos internacionales que median en la crisis maliense como la Unión Africana (UA), la Unión Europea (UE) y la ONU. Desgraciadamente, este hipotético acuerdo político no significaría el fin de otra violencia en el Azawad, la que protagonizan grupos terroristas de inspiración yihadista y en algunos casos vinculados a Al Qaeda. Estos grupos mantienen su ofensiva terrorista en el norte de Malí. Al menos nueve militares nigerianos murieron en la última emboscada  terrorista.  Bamako  pidió  a la ONU que envíe más fuerzas militares al país africano. Los terroristas se esfuerzan por desestabilizar el norte de Malí, porque el fin de la violencia sería contraproducente para sus intereses. Grupos como el Movimiento para la Unidad y la Yihad en África Occidental (MUYAO), escindido de Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), y esta última organización siguen presentes en el Azawad. El último atentado fue reivindicado por el MUYAO. La actividad terrorista no es tan intensa como en los años 2012 y 2013, pero no ha desaparecido. El martes de esta semana, el MUYAO atentó contra la base de la MINUSMA (fuerzas  de la ONU) en la ciudad de Kidal, lo que demuestra su voluntad de seguir haciendo daño en Malí. El Gobierno maliense está en pie de guerra frente a los terroristas pero no tiene suficiente capacidad militar para derrocarlo, y por eso mismo pidió más ayuda a Naciones Unidas.  
 
‘Operación Serval’ 
El despliegue de fuerzas militares internacionales liderado por el Ejército francés, la denominada ‘Operación Serval’, debilitó a los terroristas y frenó su avance hacia la capital, Bamako, hace dos años, pero no consiguió aniquilarlos. Es más, los grupos yihadistas intentan retomar el control del territorio y allí donde lo consiguen, aplican su visión enfermiza, anacrónica y violenta de la ley islámica. Suelen actuar en pequeños grupos que multiplican las escaramuzas. De esa forma son más peligrosos. También utilizan los ataques suicidas como el que llevaron a cabo el pasado 14 de julio contra tropas francesas en Moustarat y el 16 de agosto en Tombuctú contra militares de Burkina Faso. “Estos ataques suicidas no ocurren muy a menudo, pero son inquietantes”, confía un militar francés a la emisora de radio gala ‘RFI’. Otra técnica de los grupos armados yihadistas: el acoso permanente a las tropas extranjeras y la utilización de minas antitanque que proceden de Libia. Con una de esas minas mataron a un legionario francés el pasado 2 de septiembre y agredieron a soldados chadianos de la MINUSMA ese mismo mes. Asimismo, utilizan cohetes BM-21 y RPG-7 contra los militares extranjeros y malienses. El Ejército de Malí no está adiestrado para hacer frente a agresiones yihadistas con ese tipo de material de guerra. El Ejército francés sólo dispone de unos 1.000 soldados en Malí y la MINUSMA cuenta con unos 8.000 efectivos.  

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