Más de 6.000 tunecinos participan activamente en grupos terroristas yihadistas

Paco Soto

Pie de foto: Fuerzas de seguridad tunecinas en una operación antiterrorista.

La presunta participación de un ciudadano de origen tunecino, Anis Amri, en el atentado terrorista cometido el pasado lunes en un mercado navideño de Berlín, ha puesto de nuevo sobre la mesa el grave problema del terrorismo en Túnez. A pesar de que el pequeño país magrebí es el más democrático y socialmente avanzado de la región, el terrorismo yihadista ha conseguido asentarse firmemente en el territorio nacional, golpea con dureza a las fuerzas militares y policiales y a la población local y los turistas extranjeros. El yihadismo intenta por todos los medios a su alcance sabotear el delicado proceso de transición a la democracia, debilitar el Estado y que cunda el pánico en la sociedad. En este sentido, Túnez es uno de los grandes exportadores de terroristas yihadistas en el Magreb.

Unos 6.000 individuos participan activamente en grupos terroristas como Daesh e incluso desempeñan importantes funciones de dirección. La democratización de Túnez no ha sido un antídoto eficaz contra el yihadismo. Los grupos terroristas actúan en el interior de Túnez pero también en el extranjero, en países como Argelia, Libia, Siria e Irak, así como en Francia, Italia, Bélgica y otros Estados del Viejo Continente. El pasado 14 de julio, día de la fiesta nacional en Francia, un francés de origen tunecino, Mohamed Lahouaiej Bouhlel, atropelló con un camión a una multitud de gente que celebraba dicho evento en al paseo de los Ingleses de Niza, asesinando a 84 personas e hiriendo a decenas de ciudadanos indefensos. Algunas víctimas eran musulmanas.

Jefes de Daesh y otros grupos

Varios responsables de Daesh y de otros grupos terroristas son de origen tunecino. Según informó esta semana el diario madrileño ‘La Razón’, el pasado 26 de noviembre murió en Raqa (Siria) en un bombardeo de la Fuerza Aérea estadounidense, Boubaker al Hakim. Este individuo de nacionalidad tunecina, en una entrevista en la revista de Daesh, ‘Dabiq’, reconoció que en 2013 mató a sangre fría a Mohamed Brahmi, líder del izquierdista Movimiento Popular y crítico con el movimiento islamista de Túnez Ennahda. Explicó el terrorista: “Le esperamos durante cuatro horas en frente de su casa. Después, me acerqué y le disparé diez tiros”. Los servicios antiterroristas de diversos países consideran que Al Hakim era el máximo jefe de las operaciones externas de Daesh. Muchos terroristas tunecinos se formaron en Libia, donde el poder del Estado está muy resquebrajado y la violencia de grupos yihadistas, islamistas y rebeldes, las actividades de las mafias locales y la división territorial y tribal son una dura realidad, antes de viajar a Siria o Irak. Además de Daesh, muchos yihadistas tunecinos se enrolaron en grupos como Ansar al Sharia, que es muy activo en una zona montañosa -la región de Kaserín- fronteriza con Argelia.

Activistas en Libia

Según aseguró a ‘La Razón’ Mohamed Iqbel Ben Rejeb, fundador de la Asociación de Tunecinos Atrapados en el Exterior (Ratta), “solo en Libia hay alrededor de 1.500 presuntos terroristas tunecinos”. En este país destrozado por la violencia, los extremistas tunecinos se unieron a grupos terroristas y se entrenaron en campamentos como los de Derna y Bengasi. Algunos terroristas que huyeron del paro y la pobreza en Túnez son incluso asalariados del yihadismo. Muchos jóvenes tunecinos decepcionados por los cambios políticos tras la caída del dictador Zine el Abidine Ben Ali, en 2011, y golpeados por los problemas económicos y sociales, se dejaron engatusar por los demagogos, además de criminales, activistas del yihadismo combatiente. Están convencidos de que en Siria o en Irak luchan contra dos regímenes despóticos y son unos combatientes por la libertad. También están los cínicos y los oportunistas que sacan tajada material de la actividad terrorista, según señalan algunos expertos.

Pide de foto: Abderrahmane Belhaj Ali, exjefe de la Seguridad Nacional tunecina.

Dimite un experto policial

Los dirigentes tunecinos afirman que la seguridad del país es su principal prioridad política. De momento, no han conseguido frenar el avance yihadista en el territorio nacional. Tanto es así que en 2015 fueron asesinadas 59 personas en sendos atentados que buscaban el caos y golpear la principal actividad económica local: el turismo. Se está construyendo un muro en la frontera entre Túnez y Libia para evitar el flujo constante de terroristas tunecinos, pero esta medida tampoco frena su actividad delictiva. En este contexto, 380 días después de haber sido nombre director general de la Seguridad Nacional tunecina (DGSN), el policía más poderoso de Túnez, Abderrahmane Belhaj Ali, un viejo conocido del Ministerio del Interior y exembajador en Mauritania y Malta, dimitió estos días de su cargo.

Dejó claros los motivos: “Es imposible que pueda trabajar en las condiciones actuales”. El jefe de la DGSN consideró que las fuerzas de seguridad no tienen medios suficientes para combatir eficazmente el terrorismo yihadista y son víctimas de la enorme burocracia e ineficacia en algunos aparatos del Estado. Según fuentes oficiales, Abderrahmane Belhaj Ali, uno de los mejores expertos en la lucha antiterrorista en su país, abandonó sus funciones por desavenencias con otros altos cargos. En cualquier caso, no es una buena noticia ni para las fuerzas de seguridad ni para la sociedad tunecina. Objetivamente, salen reforzados los yihadistas, que seguirán golpeando el Estado y aterrorizando a la población. 

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