Maduro estrena el 'petro', otra de sus pruebas monetarias

Antonio Sánchez-Gijón/CapitalMadrid.com

Pie de foto: NIcolás Maduro, presidente de Venezuela La po­bla­ción huye deses­pe­rada a los países ve­cinos

Los ve­ne­zo­lanos aguardan con el co­razón en­co­gido el es­treno, el lunes 20 de agosto, de la nueva emi­sión de la mo­neda na­cio­nal, que se crea me­diante el simple ex­pe­diente de quitar cinco ceros a las de­no­mi­na­ciones an­te­riores del bo­lí­var, y cuya co­ti­za­ción en los mer­cados que­dará an­clada a su va­riable co­rre­la­ción con una mo­neda vir­tual, el ‘petro’, que el go­bierno pre­senta como “unidad de cuenta ve­ne­zo­lana” y como “media de con­ver­sión”.

El petro, anunció el viernes el presidente Maduro, servirá para “el anclaje y movimiento de toda la economía, especialmente para la fijación de salarios y precios”.

De salida, el Petro equivaldrá a 3.600 ‘bolívares soberanos’ (nombre de la nueva emisión). Un petro será equivalente a US$60. También anunció Maduro que el salario mínimo quedará fijado en ½ petro, o 1.800 ‘bolívares S’. Entre las medidas se halla también la de liberalización de las casas de cambio, lo que beneficiará al turismo. El presidente echó la culpa de tener que recurrir a este expediente financiero a “la intensa guerra social y de carácter económico que se cierne contra la nación”.

Sin embargo, las penalidades de los venezolanos no se limitan a la perturbación que les causa tener que pechar con otra reestructuración monetaria (uno o dos ceros menos por año), sino que tienen que someterse a una subida de impuestos, entre otros el de la gasolina. Quien quiera acogerse a precios subvencionados tendrá que hacer una manifestación expresa de adhesión al régimen, presentando el ‘carnet de la patria’. Quienes no lo obtengan deberán pagar la gasolina a precio de mercado, es decir, a precios que puedan competir con las rentas que muchos obtienen por su contrabando.

Luis Oliveros, de Analítica.com, pronosticó que con la reforma “no va a acabar la crisis económica…, no se va a acabar la inflación, no vamos a tener un país que vaya a empezar a crecer”. Las finanzas públicas se hallan amenazadas por una deuda nacional de $143.000 millones y sólo se tiene una reserva de $8.000 millones.

El desconcierto y la ansiedad que sufre el venezolano en su propio territorio no es nada con la angustia que sufren los compatriotas que han optado por huir del país, empujados por el hambre, el desempleo, la enfermedad, la persecución política o la carencia de futuro. Según la ONU, son 2.300.000 los venezolanos que han emprendido este éxodo desesperado. El pasado día 15 ‘Panorama’ informó de que delegaciones de Colombia, Ecuador y Perú estudiaban que sus países dieran status legal a los refugiados.

Ecuador, donde se han refugiado hasta ahora cerca de un millón - unos para quedarse, otros para pasar a otros países -, impuso este fin de semana la exigencia del pasaporte para ser admitidos. Esto frustra la esperanza de muchas familias entre cuyos miembros no todos tienen pasaporte, y los deja estancados en Perú. En otra frontera muy lejana, en la del nordeste del país con Brasil, el pasado sábado un atraco cometido por cuatro venezolanos en la población de Paracaimá provocó una reacción violenta de la población que obligó a los refugiados a reentrar en Venezuela.

El empresariado venezolano duda de la eficacia de las medidas tomadas por el gobierno. El presidente de Conindustria, Juan Pablo Olalquiaga, ha dicho que quitarle cinco ceros a la moneda “solo es un maquillaje”, para añadir que “el respaldo del petro es enormemente débil, ya que está amparado sobre la base de unos barriles de petróleo que están en el subsuelo”, haciendo referencia a la caída en picado de la producción.

En efecto, debido a problemas estructurales, Petróleos de Venezuela, que hasta ahora ha sido la caja sin fondo del régimen, ha visto cómo su producción caía en 1,3 millones b/d entre 2014 y este año, cuando sólo está consiguiendo 1,2 millones b/d.

La situación de Venezuela no acaba de hacer crisis por tres razones: la perplejidad en que parece sumida la oposición venezolana, la cual no ha expresado un análisis crítico solvente de las nuevas medidas del gobierno; la actitud expectante, aunque crítica, de los países vecinos; y la indiferencia de Washington ante lo que pasa en Venezuela, por cuanto no representa una amenaza a sus intereses estratégicos, y a ue quizás espere que PDVSA quiebre no más tarde del final de 2019, arrastrando consigo al régimen.

La única expresión de la voluntad de proteger al pueblo venezolano frente a los arbitrios de sus gobernantes se pudo escuchar hace poco en boca del embajador de Japón, Keji Okada, quien dijo este miércoles que “Venezuela debe rendir cuentas de sus asuntos internos a la comunidad internacional”. No tardó en recibir una nota de protesta.

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